Versículo para hoy:

martes, 21 de junio de 2016

El amor de un Dios celoso - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 21

“El fundamento de Dios está firme”. 2 Timoteo 2:19.

EL fundamento sobre el cual descansa nuestra fe es este: que “Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo a sí, no imputándole sus pecados”. El gran hecho en el cual la fe genuina confía es “la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” y que “también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos para llevarnos a Dios”. “El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. “El castigo de nuestra paz sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados”. En una palabra: el gran pilar de la esperanza cristiana es la substitución. El sacrificio vicario de Cristo por el pecado; Cristo hecho pecado por nosotros para que pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él; Cristo ofreciendo un sacrificio verdadero, expiatorio y vicario en lugar de todos aquellos que le fueron dados por el Padre, a quienes Dios reconoce por nombre y quienes son reconocidos porque confían de corazón en Jesús. Este es el hecho cardinal del Evangelio. Si este fundamento fuere removido, ¿qué haríamos? Pero permanece firme como el trono de Dios. Nosotros lo conocemos, descansamos en él y nos regocijamos en él. Nuestro gozo es conservarlo, meditar en él y proclamarlo, mientras deseamos ser impulsados y movidos por gratitud hacia él en cada acto de nuestra vida y conversación. En estos días se está atacando directamente la doctrina de la expiación. Los hombres no pueden tolerar la substitución; crujen los dientes ante el pensamiento del Cordero de Dios que carga con el pecado del hombre. Pero nosotros ni la diluimos, ni la cambiamos, ni la desmenuzamos en alguna forma o estilo. Cristo seguirá siendo un positivo substituto, cargando con el pecado humano y sufriendo en lugar de los hombres. Nosotros no podemos, no nos atrevemos a dejar esta verdad, porque ella es nuestra vida y, a pesar de toda controversia, sentimos que “no obstante, el fundamento de Dios está firme”.

Charles Haddon Spurgeon.