Versículo para hoy:

martes, 4 de julio de 2023

JULIO 4 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Santifícalos en tu verdad". Juan 17:17

LA santificación empieza en la regeneración. El Espíritu de Dios infunde en el hombre aquel nuevo principio vital por el cual llega a ser una "nueva criatura" en Cristo Jesús. Esta obra que empieza en el nuevo nacimiento, prosigue en dos modos: por la mortificación, mediante la cual las concupiscencias de la carne son dominadas y sujetas; y por la vivificación, por la cual la vida que Dios puso en nosotros será transformada en una fuente de agua que salte para vida eterna. Esta obra prosigue día a día en lo que se llama "perseverancia", en virtud de la cual el cristiano es preservado y conservado en estado de gracia y se le hace abundar en buenas obras para alabanza y gloria de Dios; y, por fin, esta obra alcanza su perfección en la gloria, cuando el alma, completamente purificada, es llevada a habitar a la diestra de la Majestad en las alturas, con los santos. Pero aun cuando el Espíritu de Dios es, como acabamos de decirlo, el autor de la santificación, hay, sin embargo, una agencia visible que no debe pasarse por alto. "Santifícalos" -dice Jesús- "en tu verdad; tu Palabra es verdad". Son muchos los pasajes de la Sagrada Escritura que prueban que la palabra de Dios es el instrumento de nuestra santificación. El Espíritu de Dios lleva a nuestra mente los preceptos y doctrinas de la verdad y los aplica con poder. Estos preceptos escuchados con el oído y percibidos en el corazón, obran en nosotros el querer y el hacer por la buena voluntad de Dios. La verdad es la que santifica, y si nosotros no oímos o no leemos la verdad no creceremos en santificación. Sólo progresamos en la vida perfecta cuando progresamos en el conocimiento perfecto. "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino". No digas del error: "Es sólo asunto de opinión". Ninguno consiente un error de opinión sin que tarde o temprano tolere un error en la práctica. Echa mano de la verdad, pues haciéndolo, serás santificado por el Espíritu de Dios.

JULIO 3 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas". Génesis 41:4


EL sueño de Faraón ha sido frecuentemente mi experiencia. Mis días de pereza destruyeron lamentablemente todo lo que conseguí en tiempos de entusiasta actividad. Mis momentos de frialdad han helado todo el calor de mis períodos de fervor y entusiasmo, y mis accesos de mundanalidad me han hecho retroceder en la marcha de la vida cristiana. Necesito precaverme de las oraciones pobres, de las alabanzas débiles, de la obediencia a medias y de las experiencias estériles, porque estas cosas devorarán la grosura de mi consuelo y de mi paz. Si descuido la oración, aunque sea por corto tiempo, pierdo toda la espiritualidad que he logrado. Si no saco del cielo nuevas provisiones, el antiguo grano que está en mi granero pronto quedará consumido por el hambre de mi alma. Cuando las orugas de la indiferencia, los pulgones de la mundanalidad y el gorgojo de la indulgencia conmigo mismo dejan mi corazón completamente desolado y hacen que mi alma languidezca, toda mi fertilidad y progreso en la gracia no me sirve para nada. Yo debiera ansiar no tener días enjutos de carne ni horas de fea vista. Si cada día marchara hacia el blanco de mis deseos, pronto lo alcanzaría, pero las caídas me dejan aún muy lejos del premio de mi soberana vocación, y me privan de los progresos que he hecho tan afanosamente. La única manera en la que todos mis días pueden ser como "vacas gordas", es alimentándolos en los verdaderos prados, ocupándolos con el Señor en su servicio, en su compañía, en su temor y en su camino. ¿Por qué cada año no puede ser más rico que el anterior, en amor, en utilidad y en gozo? Estoy más cerca de los collados celestiales, he experimentado más a mi Señor; por lo tanto, tendría que ser más semejante a él. ¡Oh Señor!, consérvame lejos de la flaqueza de alma, y no permitas que grite: "¡Mi flaqueza, mi flaqueza, ay de mí!"