Versículo para hoy:

domingo, 21 de mayo de 2023

MAYO 15 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"En este es justificado todo aquel que creyere". Hechos 13:39

EL creyente en Cristo recibe una justificación presente. La fe no produce este fruto después de un tiempo, sino ahora. La justificación es el resultado de la fe, y es otorgada al alma en el momento en que la fe la une con Cristo, y el alma lo acepta como su todo en todo. Los que están delante del trono de Dios, ¿son justificados? Bien, así lo somos nosotros; tan verdadera y evidentemente justificados como los que andan en ropas blancas y cantan melodiosas alabanzas con las arpas celestiales. El ladrón de la cruz fue justificado en el preciso momento en que puso su fe en Jesús; y Pablo, el anciano, después de tantos años de servicio, no fue más justificado que el ladrón que no había trabajado nada. Nosotros somos hoy aceptados en el Amado, hoy absueltos en el tribunal de Dios. ¡Oh, cuánto conmueve esto al alma! Hay algunos racimos de la vid de Escol que no podremos recoger hasta que estemos en el cielo, pero hay un pámpano que trepa por el muro. Este nos es como el grano de la tierra, que nunca podremos comer hasta que crucemos el Jordán, sino es parte del maná del desierto, una porción de nuestro alimento diario, que el Señor nos da en nuestra peregrinación. Nosotros somos ahora, ahora mismo perdonados; ahora mismo nuestros pecados son quitados; precisamente ahora somos aceptados en la presencia de Dios, como si nunca hubiésemos sido culpables. "Ahora, pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". Ahora, en el Libro de Dios no hay anotado ningún pecado contra los que son suyos. ¿Quién se atreverá a acusarlos? Ni mancha, ni arruga, ni cosa semejante, queda sobre el creyente en el asunto de la justificación, en la presencia del juez de toda la tierra. Que el privilegio presente nos haga conscientes del deber presente, y ahora, mientras dura la vida, "dependamos y seamos dependidos" por nuestro glorioso Señor.

MAYO 14 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Coherederos de Cristo”. Romanos 8:17

LOS ilimitados dominios del universo de su Padre, son de Cristo por derecho. Como heredero de todas las cosas, es el único propietario de la vasta creación de Dios, y como tal, nos permite tener derecho sobre todas las cosas como si fueran nuestras, en virtud de aquel documento de coheredad que el Señor confirmó con su pueblo elegido. Las áureas calles del paraíso, las puertas de perlas, el río de la vida, la excelente gloria y la inefable bienaventuranza, son transferidas por nuestro Señor a nosotros por posesión eterna. Todo lo que tiene lo comparte con su pueblo. La corona real la colocó en la cabeza de su Iglesia, dándole un reino, y llamando a sus hijos a un real sacerdocio y a un linaje de reyes y sacerdotes. Jesús se destronó para que nosotros pudiésemos disfrutar de una coronación de gloria. No quiso sentarse en su trono hasta que consiguió un lugar en él para todos los que vencen por su sangre. Él corona la cabeza y todo el cuerpo participa del honor. ¡He aquí la recompensa de todo cristiano conquistador! El trono, la corona, el cetro, el palacio, el tesoro, las vestiduras y la herencia de Cristo son tuyas. Cristo, muy superior a los celos, al egoísmo y a la codicia (que no admiten que se participe de sus bienes) considera completa su felicidad, haciendo partícipe de la misma a su pueblo. “La gloria que me diste les he dado”. “Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. La sonrisa de su Padre le es más placentera porque su pueblo participa de ella. Los honores de su reino le son más agradables porque su pueblo lo acompaña en la gloria. Sus victorias le son más preciosas porque enseñaron a los suyos a vencer. Jesús se goza en su trono porque allí hay un lugar para su pueblo. Se goza en sus vestiduras reales, porque sus bordes alcanzan a los suyos. Se deleita más en su gozo porque llama a su pueblo a participar de él.

MAYO 13 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Por la tarde durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”. Salmo 30:5

CRISTIANO, si te hallas en una noche de pruebas, piensa en el mañana; anima tu corazón pensando en la venida del Señor. Sé paciente, pues “he aquí él viene con las nubes”. ¡Sé paciente! El labrador espera hasta segar la mies. Sé paciente, pues tú sabes quien dijo: “He aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra”. Si nunca te sentiste tan desdichado como ahora, recuerda que en breve estarás en la Canaán Celestial. Tu cabeza está ahora coronada de arduas pruebas, pero antes de mucho estará ceñida con una corona de estrellas; tu mano está llena de ansiedades, pero pronto tocará las cuerdas del arpa celestial. Ahora tus vestidos están manchados con tierra, pero en breve serán blancos. Espera un poco más. ¡Cuán despreciables parecerán nuestras pruebas y aflicciones cuando reflexionemos en ellas! Mirándolas aquí parecen inmensas, pero cuando estemos en el cielo, las veremos de distinta manera. Nuestras aflicciones parecerán entonces “momentáneas y leves tribulaciones”. Si la noche nunca fue tan oscura como ahora anímate, pues la mañana se acerca. Esto es mucho más que lo que pueden decir los que están cerrados en las tinieblas del infierno. ¿Sabes qué es vivir confiando en el futuro, vivir esperando, vivir anticipando el cielo? Feliz creyente, ten tan segura y consoladora esperanza. Puede ser que ahora todo sea tinieblas, pero pronto habrá luz; puede ser que ahora todo sea aflicción, pero pronto habrá felicidad. ¿Qué importa que el llanto dure una tarde, cuando el gozo viene a la mañana?

MAYO 12 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Y me manifestaré a él”. Juan 14:21

EL Señor Jesús da a su pueblo especiales revelaciones de sí mismo. Aunque la Escritura no dijera esto, muchos hijos de Dios lo atestiguarían por propia experiencia. Ellos han tenido peculiares revelaciones de su Señor, que no hubieran podido conseguir ni leyendo ni oyendo. En las biografías de santos eminentes, hallarás muchos casos en los que Jesús se ha placido hablar a sus almas, en una manera muy especial, y revelarles las maravillas de su persona. Sí, sus almas fueron impregnadas de tanta felicidad que creyeron estar en el cielo. Y, mirando bien, estaban cerca de sus umbrales, pues cuando Jesús se manifiesta a los suyos, parece que el cielo está en la tierra y que la gloria ha empezado. Las especiales manifestaciones de Cristo ejercen santa influencia sobre el corazón del creyente. Uno de los efectos será humildad. Si alguien dice: “Yo he tenido tales y cuales revelaciones, soy un gran hombre”, es señal de que no ha tenido ninguna, pues “Dios atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos”. Él no necesita acercarse a ellos para conocerlos ni les concederá ninguna visita de amor. Otro de los efectos será felicidad, pues en la presencia de Dios hay deleites para siempre. Le sigue la santidad. El que no tiene santidad demuestra que nunca ha gozado de la manifestación del Señor. Algunos profesan ser grandes, pero no debemos creerles nada hasta que prueben con hechos lo que dicen. “No os engañéis, Dios no puede ser burlado”. El no da sus mercedes al impío. Al mismo tiempo que no desecha al hombre perfecto, tampoco atiende al malhechor. Habrá, pues, tres efectos de la estrecha amistad con Jesús: Humildad, felicidad y santidad. Quiera Dios dártelos, cristiano.

MAYO 11 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo estoy con vosotros todos los días”. Mateo 28:20

ES bueno que haya uno que siempre sea el mismo, y que siempre esté con nosotros. Es bueno que haya una roca firme en medio de las olas del mar de la vida. ¡Oh alma mía, no pongas tus afectos en los tesoros enmohecidos, apolillados y marchitos, sino ponlos en el que te es eternamente fiel! No edifiques tu casa en la arena movediza de un mundo engañoso, sino pon tus esperanzas sobre esta roca, que, en medio del caer de la lluvia y del soplar de los vientos, permanece inalterablemente segura. Alma mía, te exhorto a que pongas tus tesoros en el único cofre seguro; guarda tus joyas donde nunca se puedan perder. Pon tu todo en Cristo; pon todos tus afectos en su persona, toda tu esperanza en sus méritos, toda tu confianza en la eficacia de su sangre, todo tu gozo en su presencia, y así puedes reírte de las pérdidas y desafiar a la destrucción. Recuerda que todas las flores del jardín del mundo se marchitan, y el día viene cuando nada será dejado excepto la obscura y fría tierra. El extinguidor de la muerte pronto apagará tu vela. ¡Oh cuán agradable será tener la luz del sol cuando la vela se apague! El espantoso aluvión pasará pronto entre ti y lo que tienes; una, pues, tu corazón a Jesús que nunca te dejará; confíate a Cristo quien te acompañará al cruzar el turbulento río de la muerte, te hará desembarcar seguro en las playas eternas y te hará sentar para siempre en los lugares celestiales. Ve, acongojado hijo de la aflicción, cuenta tus secretos al Amigo que es más conjunto que un hermano. Confía todas tus preocupaciones a Jesús, quien nunca puede ser quitado de tu lado, ni él, por su parte, te dejará, ni aun permitirá que tú lo dejes a él. “Jesucristo es el mismo hoy, y ayer, y por los siglos”. “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días”. Esto es suficiente para mi alma. Por lo demás, que me olvide quien quiera.

MAYO 10 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos". 1 Corintios 15:20


TODO el cristianismo descansa en el hecho de que "Cristo ha resucitado de los muertos", pues "si Cristo no resucitó de los muertos, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe". La divinidad de Cristo halla su más segura prueba en su resurrección, ya que él "fue declarado Hijo de Dios con potencia, según el espíritu de santidad, por la resurrección de los muertos". No sería irrazonable dudar de su deidad si no hubiese resucitado. Además la soberanía de Cristo depende de su resurrección: "Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven". Por otra parte, nuestra justificación, esa selecta bendición del pacto, tiene conexión con el triunfo de Cristo sobre la muerte y sobre el sepulcro, pues él "fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación". Más aún, nuestra misma regeneración está conectada con su resurrección, pues nosotros "somos regenerados en esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos". Y, muy ciertamente, nuestra resurrección final descansa en lo mismo, porque "si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros". Si Cristo no resucitó, entonces tampoco nosotros resucitaremos; pero si resucitó, entonces los que duermen en Cristo no han perecido, sino que han de ver en su carne a su Dios. Así, pues, la hebra plateada de la resurrección atraviesa todas las bendiciones del creyente, desde su regeneración hasta su eterna gloria, y las ata todas juntas. ¡Cuán importante, entonces, será este glorioso hecho en el pensamiento del creyente, y cuánto gozo experimentará sabiendo que fuera de toda duda está probado que ¡Cristo ha resucitado de los muertos"!

MAYO 9 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"El cual nos bendijo con toda bendición espiritual". Efesios 1:3

TODO lo bueno del pasado, del presente y del futuro Cristo lo da a su pueblo. En las misteriosas edades del pasado el Señor Jesús fue el primer elegido de su Padre, y en su elección nos benefició, pues fuimos elegidos en él antes de la fundación del mundo. El tiene desde toda eternidad, como unigénito del Padre e Hijo bien amado, las prerrogativas de la filiación. Y en las riquezas de su gracia, por adopción y por regeneración, nos elevó a nosotros también a la categoría de hijos, de suerte que a nosotros nos dio "potestad de ser hechos hijos de Dios". El pacto eterno basado en la seguridad y confirmado con juramento es nuestro, para nuestro fortísimo consuelo y para nuestra seguridad. En el eterno establecimiento de la sabiduría y de la ley, el ojo del Señor Jesús estaba fijo en nosotros y podemos estar seguros de que en todo el rollo del destino no hay una sola línea que se oponga a los intereses de los redimidos por Jesús. El casamiento del Príncipe de Gloria es el nuestro, pues es con nosotros con quien él está comprometido. Las sagradas bodas, que se celebrarán en breve, mostrarán esto al mundo entero. La maravillosa encarnación del Dios del cielo con toda su admirable condescendencia y humillación es nuestra. El sudor de sangre, los azotes y la cruz son nuestros para siempre. Cualquiera bienaventuranza que provenga de su obediencia perfecta, de su consumada expiación, de su resurrección, ascensión e intercesión, son todas nuestras. Sobre su pectoral Jesús está llevando ahora nuestros nombres; y en sus autorizadas intercesiones ante el trono, recuerda nuestras personas y defiende nuestra causa. Su dominio sobre los principados y las potestades y su absoluta majestad en los cielos los emplea en bien de los que en él confían. Su alto rango está ahora a nuestro servicio como lo estaba antes su condición de humillación.