Versículo para hoy:

viernes, 15 de abril de 2016

Tienes un futuro - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – ABRIL 15

“Ensálzalos para siempre”. Salmo 28:9.

EL pueblo de Dios necesita ser ensalzado. Sus componentes, por naturaleza, son muy pesados. No tienen alas o, si las tienen, son semejantes a la paloma echada entre los tiestos; necesitan de la gracia divina para que remonten en alas “cubiertas de plata y sus plumas con amarillez de oro”. (Salmo 68:13). La chispa por naturaleza se eleva, pero las almas pecadoras de los hombres caen al suelo. ¡Oh, Señor, “ensálzalos para siempre”! David mismo dice en otro lugar: “A ti, oh Señor, levanto mi alma”, y aquí siente la necesidad de que las almas de otros hombres sean también levantadas como la suya. Cuando pidas esta bendición para ti mismo no olvides de solicitarla también para otros. Hay tres puntos en que los hijos de Dios necesitan ser elevados. Necesitan ser elevados en carácter. Elévalos, Señor; no permitas que tu pueblo sea semejante a la gente del mundo. El mundo está puesto en maldad; levántalos de allí. La gente del mundo va tras la plata y el oro, buscando su propio placer y la gratificación de sus lujurias. Pero, Señor, eleva tú a los tuyos encima de todo esto. Líbralos de ser “rebuscadores de estiércol”, como llama Juan Bunyan al hombre que siempre iba tras el oro. Pon sus corazones sobre el Señor resucitado y sobre la herencia celestial. Además, los creyentes necesitan ser prosperados en el conflicto. ¡Oh!, Señor, si en la batalla pareciera que ellos van a caer, complácete en darles la victoria. Si por un momento el pie del enemigo estuviese sobre sus cuellos, ayúdales a empuñar la espada del Espíritu y, finalmente, a ganar la batalla. Señor, levanta el espíritu de tus hijos en el día del conflicto; no permitas que se sienten en el polvo, llorando para siempre. No permitas que el adversario los acose cruelmente y los destruya. Pero si como Ana han sido perseguidos, permíteles cantar de la gracia de un Dios que liberta. Podemos también pedir al Señor que los eleve al fin de la jornada. Elévalos, Señor; llévalos al hogar. Levanta sus cuerpos de la tumba y eleva sus almas a tu reino eterno en gloria.

Charles Haddon Spurgeon.