Versículo para hoy:

lunes, 31 de octubre de 2016

Oportunidades delante de nosotros - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 31

“Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”. Oseas 13:5.

SI, Señor, tú, en verdad, me conociste en mi condición de caído y, a pesar de eso, me elegiste para ti. Cuando era aborrecible y aborrecido de mí mismo, tú me recibiste como hijo tuyo y satisficiste mis múltiples necesidades. ¡Bendito para siempre sea tu nombre por esta rica, libre y abundante gracia! Desde entonces, mi experiencia íntima ha sido frecuentemente un desierto, pero, sin embargo, tú me has reconocido como tu amado y has derramado sobre mí raudales de amor y de gracia para alegrarme y hacerme fructífero. Más aún: cuando mis circunstancias externas estaban en lo peor y yo vagaba en tierra seca, tu grata presencia me trajo porque no hay aflicción que empañe el brillo de tu amor. Yo te alabo, muy bondadoso Señor, porque en circunstancias dolorosas me has mostrado toda tu fidelidad, y deploro, al mismo tiempo, el que en algún tiempo te haya yo olvidado. Lamento también que mi corazón se haya enaltecido cuando, en realidad, todo lo debo a tu benignidad y amor. ¡Ten en esto misericordia de tu siervo! Alma mía, si Jesús te reconoció en tu condición de perdida, está segura de reconocerlo a él y a su causa ahora que estás en tu prosperidad. No te enaltezcas por tus éxitos terrenales hasta el punto de avergonzarte de la verdad y de la humilde Iglesia a la cual te has unido. Sigue a Jesús al desierto; lleva la cruz con él cuando el calor de la persecución aumente. ¡Oh!, alma mía, él te reconoció en tu pobreza y en tu vergüenza. Nunca seas, pues, tan pérfida como para avergonzarte de él. ¡Oh si me avergonzara más bien de pensar siquiera de avergonzarme de mi Amado! Jesús, mi alma se une a ti.
Jesús, mi Salvador, ¿será posible
Que se avergüence algún mortal de ti?
¿Y qué, olvidando tus sublimes hechos,
Niegue lo que tú has sido para sí?

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 30 de octubre de 2016

ENTENDIENDO LOS TIEMPOS - “La Reforma y su impacto en nuestros días”

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 30

“Oh, tú, la que moras en los huertos, los compañeros escuchan tu voz, házmela oír”. Cantares 8:13.

MI afable Señor Jesús recuerda bien el jardín de Gethsemaní, pero, como ya ha dejado ese lugar, habita ahora en el jardín de la Iglesia. Allí él abre su corazón a los que cultivan su bendita amistad. La voz de amor con que habla a su amada es más melodiosa que las arpas del cielo. Hay en esa voz una profundidad tal de melodioso amor que deja atrás toda música humana. Diez millares en la tierra y millones en el cielo se gozan con los armoniosos acentos de la voz de Jesús. Algunos a quienes bien conozco y a quienes envidio están en este momento escuchando su amada voz. ¡Oh si pudiese participar de sus alegrías! Es verdad que algunos son pobres; otros están postrados en cama; y otros yacen cerca de las puertas de la muerte. Pero, oh Señor mío, con tal de oír tu voz, yo padecería alegremente hambre con ellos, me consumiría con ellos o moriría con ellos. En un tiempo oía esa voz frecuentemente, pero contristé tu Espíritu. Vuelve a mí con compasión y dime una vez más: “Yo soy tu salvación”. Ninguna otra voz puede contentarme. Yo conozco tu voz y no es posible que pueda ser engañado por otra. Te ruego que me permitas oírla. Yo no sé, oh Amado mío, lo que me dirás, ni te pongo condición alguna; lo único que quiero es oírte hablar. Si lo que tienes que decirme es una reprensión, te alabaré por ella. Quizás para purificar mi oído sea necesaria una operación muy penosa para la carne, pero sea lo que fuere, yo no me apartaré de este vehemente deseo: “Hazme oír tu voz”. Horada mi oreja otra vez; hiere mi oído con tus notas más agudas. Lo único que te pido es que no permitas que continúe sordo a tu voz. Señor, cumple esta noche el deseo de tu indigno siervo, porque yo soy tuyo y tú me has comprado con tu sangre. Tú has abierto mis ojos para que te vea y tu presencia me ha salvado. Señor, abre mis oídos. Yo he comprendido tu corazón; déjame ahora oír tu voz.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 29 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 29

“Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no lo conociesen”. Lucas 24:16.

LOS discípulos debieran haber conocido a Jesús. Habían oído su voz tan a menudo; habían mirado aquel rostro desfigurado tantas veces que es admirable que no lo hayan conocido. Sin embargo, ¿no pasa contigo lo mismo? Tú no has visto a Jesús estos últimos días. Has estado en su mesa y no te has encontrado con él. Esta noche estás pasando por una dura prueba y, aunque él te dice claramente: “Yo soy, no temáis”, tú no puedes distinguirlo. ¡Ay!, nuestros ojos están embargados. Conocemos su voz, hemos mirado su rostro, hemos reclinado nuestras cabezas sobre su pecho y, sin embargo, aunque Jesús está muy cerca de nosotros, estamos diciendo: “¡Oh si supiese dónde hallarlo!” Nosotros debiéramos conocer a Jesús, pues tenemos las Escrituras que reflejan su imagen, pero sin embargo, ¡cuán posible es que abramos ese precioso libro y no tengamos un vislumbre del Bienamado! Querido hijo de Dios, ¿acontece esto contigo? Jesús apacienta entre los lirios de la palabra. Tú andas entre esos lirios y, sin embargo, no lo ves. El está habituado a andar entre las cañadas de las Escrituras y departir con los suyos como el Padre lo hizo con Adán, “al aire del día”; sin embargo, tú, aunque estás en el jardín de las Escrituras, no puedes verlo, a pesar de que él está allí. ¿Y por qué no lo vemos? Porque, como los discípulos, mostramos incredulidad. Por lo visto, ellos no esperaban ver a Jesús. Haz tuya esta oración: “Señor, abre mis ojos para que vea que mi Salvador está conmigo”. Es una bendición querer verlo; pero, oh, es mucho mejor contemplarlo. El es afable para los que lo buscan, pero para los que lo hallan es muy querido.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 28 de octubre de 2016

Una visión grande para un Dios grande - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 28

“Su cabeza, como, oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo”. Cantares 5:11.

TODAS las comparaciones para describir al Señor Jesús fracasan, pero la esposa usa para ello la mejor comparación que tiene a su alcance. Por la cabeza de Jesús entendemos su Deidad, “porque la cabeza de Cristo es Dios”, entonces el lingote de oro purísimo es la mejor metáfora que se puede concebir; pero, sin embargo, todo es demasiado pobre para describir a un ser tan precioso, tan puro, tan querido y tan glorioso. Jesús no es sólo una pepita de oro, sino un vasto mundo de él; una inapreciable masa de tesoro que ni la tierra ni el cielo pueden superar. Las criaturas son mero hierro y barro; todas perecerán como madera, heno y hojarasca, pero la eterna Cabeza de la creación de Dios resplandecerá para siempre jamás. En él no hay mixtura ni la más pequeña señal de mezcla. El es para siempre infinitamente santo y enteramente divino. Los cabellos crespos representan su vigor varonil. En nuestro Amado no hay nada afeminado. El es el más viril de los hombres. Valiente como un león, laborioso como un buey, veloz como un águila. Aunque una vez fue despreciado y desechado entre los hombres, se halla en Jesús toda belleza concebible e inconcebible. La gloria de su cabeza no está rapada; al contrario, nuestro Amado está coronado para siempre con incomparable majestad. El cabello negro indica hermosura juvenil, pues Jesús tiene sobre él el rocío de la juventud. Otros decaen con los años, pero él es Sacerdote para siempre como lo fue Melquisedec. Otros vienen y desaparecen, pero él permanece por los siglos de los siglos como Dios sobre su trono. Esta noche lo contemplaremos y adoraremos. Los ángeles lo contemplan, sus redimidos, pues, no deben apartar de él sus miradas. ¿En qué lugar hay un Amado como él? ¡Oh, si pudiésemos tener con él un momento de comunión! ¡Afuera, intrusas inquietudes! Jesús me atrae y yo corro hacia él.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 27 de octubre de 2016

Guiando el corazón de tu hijo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 27

“Todos nosotros somos como suciedad”. Isaías 64:6.

EL creyente es una nueva criatura que pertenece a una santa generación y a un pueblo peculiar. El Espíritu de Dios habita en él y, por lo tanto, está muy alejado en todo sentido, del hombre natural, pero, con todo, por la imperfección de su naturaleza, sigue siendo un pecador, y lo seguirá siendo hasta el fin de su vida terrenal. Los negros dedos del pecado dejan manchas en nuestros vestidos más hermosos. El egoísmo profana nuestras lágrimas y la incredulidad se mezcla con nuestra fe. Las mejores cosas que en alguna oportunidad hemos hecho aparte de los méritos de Jesús, sólo consiguieron aumentar el número de nuestros pecados. Pues, cuando delante de nuestros ojos hemos sido muy limpios, no lo hemos sido delante de los ojos de Dios, para quien “ni los cielos son limpios”. Y como él “notó necedad en sus ángeles”, mucho más la notará en nosotros, aun en los períodos de mayor consagración. El canto que conmueve a los cielos y procura emular los seráficos acordes, contiene discordancias humanas. La oración que mueve el brazo de Dios es, con todo, una oración magullada y cascada, y la razón porque mueve ese brazo es porque el que no pecó, el gran Mediador, ha entrado para quitar el pecado de nuestra oración. La fe más valiosa o la santificación más pura que un cristiano haya alcanzado alguna vez en este mundo tienen tanta mezcla que, si las consideramos en sí mismas, sólo son dignas de las llamas. Todas las noches que nos miramos en el espejo, vemos sólo a un pecador que tiene la necesidad de hacer esta confesión: “Todos nosotros somos como suciedad y todas nuestras justicias, como trapos de inmundicia”. ¡Oh cuán preciosa es la sangre de Cristo para corazones como los nuestros! ¡Cuán inapreciable don es la perfecta justicia! ¡Y cuán viva es la esperanza de una perfecta santidad en el más allá! Aun ahora, aunque el pecado está en nosotros, su poder está destruido. Ya no tiene dominio. Es una serpiente deslomada. Estamos con él en rudo conflicto; pero es con un enemigo vencido con quien tenemos que combatir. Sin embargo, en breve, entraremos victoriosamente en la ciudad donde nada se corrompe.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 26 de octubre de 2016

No retardes la guía para tu hijo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 26

“Los ríos todos van a la mar, y la mar no se hinche; al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo”. Eclesiastés 1:7.

TODAS las cosas terrestres están en movimiento; el tiempo no descansa jamás. La sólida tierra es una esfera que rueda y el mismo gran sol es una estrella que efectúa obedientemente su curso en derredor de un astro mayor que él. Las mareas sacuden la mar; los vientos agitan al altanero océano y los roces gastan la roca. La mudanza y la muerte imperan por doquier. La mar no almacena avaramente su caudal de aguas, pues, si bien esas aguas por una causa entran en él, por otra causa se elevan de él. Los hombres nacen para morir. Todas las cosas producen confusión, ansiedad y aflicción de espíritu. Amigo del inmutable Jesús, ¡cuán gozoso te sientes al pensar en tu inmutable herencia y en tu mar de felicidad, mar que estará lleno para siempre, pues Dios mismo derramará en él eternos ríos! Nosotros buscamos una ciudad permanente, que está más allá del firmamento, y en esa esperanza no seremos defraudados. Este versículo nos enseña a ser agradecidos. El padre océano es un gran recibidor, pero es también un generoso distribuidor. Lo que los ríos llevan a él, él lo devuelve a la tierra en forma de nubes y lluvia. El que lo recibe todo y no devuelve nada está desligado del universo. Dar a otros es sólo sembrar para nosotros mismos. Al que demuestra ser tan buen mayordomo que voluntariamente usa sus bienes a favor de la obra del Señor, se le concederá más. Amigo de Jesús, ¿estás dando a tu Salvador de acuerdo a los beneficios recibidos? Mucho te ha sido dado. ¿Cuál es tu fruto? ¿Lo has hecho todo? ¿No puedes hacer más? Ser egoísta es ser malvado. Supón que el océano no diese nada de sus abundantes aguas. Eso llevaría a nuestra raza a la ruina. Quiera Dios que ninguno de nosotros siga la poco generosa y fatal política de vivir para sí mismo. Jesús no se agradó a sí mismo. Toda la plenitud habita en él, pero de su plenitud tomamos todos. ¡Oh si pudiésemos tener el espíritu de Jesús para que de aquí en adelante no vivamos para nosotros mismos!

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 25 de octubre de 2016

Halloween: La verdad detrás de la calabaza - Pr. Salvador Dellutri

No siempre puedes controlar a tus hijos - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 25

“Fuese, pues, y, llegando, espigó en el campo tras los segadores; y dio por casualidad con la parte del campo que pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec”. Ruth 2:3.

“POR casualidad, la parte del campo pertenecía a Booz”. Sí, esto no parece otra cosa que una simple casualidad, pero, ¡cuán bien esa casualidad fue guiada por Dios! Ruth había salido de su casa con la bendición de la madre y con la bendición del Dios de la madre, para realizar un trabajo humilde pero honroso, y la providencia de Dios guió todos sus pasos. No se imaginaba ella que, en medio de las espigas, hallaría un esposo que la haría copropietaria de todos esos amplios campos y que ella (pobre extranjera) sería una de las progenitoras del gran Mesías. Dios es muy bueno con los que en él confían y, a menudo, los sorprende con inesperadas bendiciones. Nada sabemos nosotros en cuanto a qué nos puede acontecer mañana, pero quizás nos alegre el grato hecho de que ningún bien nos será negado. La casualidad es desterrada de la fe de los cristianos, pues ellos ven en todas las cosas la mano de Dios. Los acontecimientos insignificantes de hoy o de mañana pueden implicar consecuencias de la más alta importancia. ¡Oh Señor, trata a tu siervo con toda la bondad como trataste a Ruth! ¡Qué bendición significaría si esta noche, al andar por el campo de la meditación, tuviésemos la suerte de encontrar por casualidad el lugar donde nuestro Pariente cercano se revela a nosotros! ¡Oh Espíritu de Dios, guíanos a ese Pariente! Quisiéramos más bien espigar en su campo que llevar toda la cosecha de cualquier otro campo. ¡Oh, sigamos las huellas de su rebaño, las cuales nos pueden conducir a los verdes pastos donde habita! Este mundo es aburrido cuando Jesús está ausente. Podríamos mejor vivir sin el sol y sin la luna que vivir sin él. Pero, ¡cuán divinamente hermosas se hacen todas las cosas en su gloriosa presencia! Nuestras almas conocen la virtud que reside en Jesús, y nunca pueden estar satisfechas sin él. Nosotros esperamos en oración esta noche hasta que nuestra suerte caiga en la parte del campo que pertenece a Jesús, donde él se manifiesta a nosotros.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 24 de octubre de 2016

Plantando semillas en la vida de tu hijo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 24

“Comenzó a lavar los pies de los discípulos”. Juan 13:5.

EL Señor Jesús ama tanto a los suyos que todos los días está haciendo por ellos muchas cosas que equivalen a lavar sus sucios pies. El acepta sus más humildes acciones, siente sus más profundas aflicciones, oye sus más débiles deseos y perdona todas sus transgresiones. El es aún el siervo como también el Amigo y el Maestro de ellos, y no sólo realiza actos elevados a favor de los mismos, como el llevar la mitra en su frente, las preciosas y brillantes joyas en su pectoral y el levantarse para interceder por ellos, sino que, con humildad y paciencia, va con el lebrillo y la toalla adonde están los suyos. Realiza esto cuando día tras día quita nuestras persistentes debilidades y pecados. La última noche, al doblar tus rodillas, confesaste con dolor que una buena parte de tu conducta no era digna de tu profesión, y aun esta noche tienes que lamentar de nuevo que has caído en la misma insensatez y pecado del que te libró hace tiempo una gracia especial. Pero, a pesar de todo, Jesús te tiene mucha paciencia. El oirá tu confesión de pecado y te dirá: “Quiero, sé limpio”. El te aplicará de nuevo la sangre del esparcimiento que habla de paz a tu conciencia y quita toda mancha. Es, sin duda, un gran acto de eterno amor el que se lleva a cabo cuando Cristo absuelve al pecador, una vez por todas, y lo coloca en la familia de Dios. Pero, ¡qué condescendiente paciencia demuestra el Salvador cuando, con mucha longanimidad, soporta las reiteradas insensateces de su descarriado discípulo, lavando día tras día y hora tras hora las múltiples transgresiones de su extraviado pero muy amado hijo! Desecar un diluvio de rebelión es algo maravilloso, pero soportar el constante gotear de repetidas ofensas; soportar con una paciencia que constantemente probada, eso es, en realidad, divino. Mientras hallamos confortación y paz en la limpieza cotidiana que nos hace el Señor, su legítimo efecto sobre nosotros será aumentar nuestra vigilancia y avivar nuestros deseos a favor de la santidad. ¿Es así?

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 23 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 23

“¿Por qué dormís? Levantaos y orad, que no entréis en tentación”. Lucas 22:46.

¿CUANDO el cristiano está más propenso a dormir? ¿No es cuando sus recursos temporales abundan? ¿No has comprobado esto? Cuando tenías dificultades diarias para llevar al trono de la gracia, ¿no eras más vigilante de lo que eres ahora? Son los caminos llanos los que producen viajeros soñolientos. Otra ocasión en que el cristiano puede hallarse en peligro es cuando en los asuntos espirituales todo le va bien. Cristiano, dice Bunyan, no se echó a dormir cuando los leones estaban en el camino o cuando cruzaba el río o cuando luchaba con Apollyón; pero, cuando trepó hasta la mitad de la subida del collado Dificultad y llegó a un agradable cenador, donde se sentó a descansar, en seguida cayó dormido, con lo que, después, experimentó tristeza y pérdida. El encantado paraje era un lugar de brisas balsámicas, cargadas de fragantes perfumes y de encantos, todo lo cual tendía a adormecer a los peregrinos. Recuerda la descripción de Bunyan: “Entonces llegaron a un cómodo cenador que proporcionaba mucho descanso a los fatigados peregrinos, el cual estaba primorosamente trabajado en la parte superior, embellecido con legumbres y provisto de bancos. Tenía también un lecho donde el cansado podía recostarse”. “El cenador era llamado el Amigo del Perezoso y fue construido con el propósito de seducir, si fuese posible, a alguno de los peregrinos para que, cuando se sintiese fatigado, descansase allí”. Lector, está seguro de esto: es en los lugares cómodos donde los hombres cierran sus ojos y vagan por la visionaria tierra de la negligencia. El anciano Erskine dice sabiamente: “Quiero más bien un diablo rugiente que un diablo durmiente”. La tentación más peligrosa está en no ser probado. El alma angustiada no duerme; es, más bien, después de entrar en una posición de tranquila confianza o de absoluta seguridad, cuando el alma está en peligro de dormitar. Los discípulos quedaron dormidos después de ver a Jesús transfigurado. Ten cuidado, alegre cristiano, pues las situaciones favorables son causa de inmediata tentación. Vive alegre como quieras, pero vela sin cesar.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 22 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 22

“El tomará de lo mío y os lo hará saber”. Juan 16:14.

HAY ocasiones cuando, si una mano bondadosa no nos las aplica, las promesas y las doctrinas de la Biblia no tienen para nosotros ningún valor. Estamos sedientos pero nos sentimos demasiado abatidos para arrastrarnos hasta el arroyo de agua. Cuando un soldado es herido en alguna batalla, le vale poco el saber que en el hospital están quienes pueden vendar sus heridas, y que hay allí medicinas para aliviar los dolores que está sufriendo. Lo que él necesita es que lo lleven allí y le apliquen los remedios. Así acontece con nuestras almas. Para satisfacer esta necesidad existe uno, el Espíritu de verdad, que toma de lo que pertenece a Jesús y nos lo aplica a nosotros. No pienses que Cristo haya colocado sus gozos en los estanques del cielo para que nosotros subamos, por nuestros propios medios, hasta donde están. No; al contrario; es Cristo el que se acerca a nosotros y derrama su paz en nuestros corazones. ¡Oh, cristiano, si esta noche estás sufriendo bajo el peso de profunda angustia, tu Padre no te hará promesas para dejar, luego, que tú las saques de la Palabra como se sacan los baldes de un pozo, sino que, como escribió esas promesas en su Palabra, las escribirá también en tu corazón. El te manifestará su amor y, por su bendito Espíritu, disipará tus ansiedades y aflicciones. Sabe esto, oh afligido, que es prerrogativa de Dios enjugar toda lágrima de los ojos de su pueblo. El buen samaritano no dijo al que había caído en manos de ladrones: “Aquí tienes el vino y el aceite”, sino se los derramó en las heridas. Así Jesús no sólo te da el dulce vino de la promesa, sino que acerca el cáliz de oro a tus labios y derrama en tu boca la sangre que da vida. Al pobre, al enfermo, al cansado peregrino, no sólo se le da fuerzas para andar, sino es llevado sobre alas de águila. ¡Glorioso Evangelio, que provees de todo al desvalido; que te acercas a nosotros cuando no podemos alcanzarte y nos traes gracia antes que la busquemos! Aquí hay tanta gloria en el dar como en la dádiva. ¡Feliz el que tiene el Espíritu Santo para que este le traiga a Jesús!

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 21 de octubre de 2016

Tu impacto sobre las generaciones venideras - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Los dolores de parto de la oración - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 21

“¿Por qué estáis turbados y suben pensamientos a vuestros corazones?”. Lucas 24:38.

“¿POR qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel; mi camino es escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?” El Señor tiene cuidado de todas las cosas, tanto que aún la criatura más insignificante participa de su providencia universal; pero su cuidado particular está sobre sus santos. “El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen”. “La sangre de ellos será preciosa en sus ojos”. “Estimada es en los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. “Sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados”. Que el hecho de que si bien él es el Salvador de todos los hombres es, especialmente, el Salvador de los que creen, te aliente y conforte. Tú eres el objeto de su peculiar cuidado; eres su real tesoro, que él cuida como las niñas de sus ojos; eres su viña, que él guarda de día y de noche. “Los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. Que el pensamiento de que él te ama mate tu dolor y quite tus penas. “No te dejaré ni te desampararé”. Dios dice esto tanto respecto a ti como de los santos de la antigüedad. “No temas que yo soy tu escudo y tu galardón sobremanera grande”. Nosotros perdemos mucha consolación porque, al leer las promesas de Dios, las relacionamos con la Iglesia como un todo, en lugar de relacionarlas con nosotros particularmente. Creyente, posesiónate de la divina palabra con una fe personal. Piensa en que oyes a Jesús decir: “Yo he rogado por ti para que tu fe no falte”. Piensa en que lo ves caminar sobre las aguas de tu aflicción, pues él está allí y te dice: “Confía, yo soy; no temas”. ¡Oh, cuán dulces son estas palabras de Cristo! Que el Espíritu Santo haga que las sientas como dirigidas a ti. Olvida por un momento cualquier otra palabra. Acepta la palabra que te dirige Cristo y di: “Jesús me infunde consuelo; no puedo rehusarlo. Me sentaré a su sombra con gran placer”.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 20 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 20

“No detengas”. Isaías 43:6.

AUNQUE este mensaje es enviado al Sur y se refiere a la simiente de Israel, puede, con todo, ser un provechoso aviso para nosotros. Por naturaleza, somos negligentes para todas las cosas buenas; por eso el aprender a progresar en los caminos del Señor, es, en verdad, una lección beneficiosa. Lector, ¿eres inconverso? ¿No deseas confiar en el Señor Jesús? Entonces, no te detengas. El amor te invita; las promesas aseguran tu éxito; la preciosa sangre te prepara el camino. Que ni los pecados ni los temores te detengan. Ven a Jesús tal cual estás. ¿Ansías orar? ¿Quieres derramar tu corazón delante del Señor? No te detengas. El propiciatorio está preparado para los que necesitan perdón. El clamor de un pecador prevalecerá delante de Dios. Tú estás invitado a orar; más aún, se te ordena hacerlo. Allégate, pues, confiadamente al trono de la gracia. Querido amigo, ¿ya eres salvo? Entonces, no te detengas fuera de la comunión con el pueblo del Señor. No dejes de bautizarte y de participar de la Cena del Señor. Quizás seas de temperamento tímido; debes luchar contra él, no sea que este te lleve a la desobediencia. Hay una promesa para los que confiesan a Cristo; no la malogres bajo ningún concepto, no sea que caigas en la condenación de los que niegan a Cristo. Si tienes talentos, no te detengas en usarlos. No amontones tus riquezas; no desperdicies tu tiempo. Que tus talentos no se enmohezcan ni tu influjo deje de ser empleado. Jesús no se detuvo; imítalo, siendo primero en la negación y sacrificio de ti mismo. No te detengas de tener íntima comunión con Dios, de apropiarte con confianza las bendiciones del pacto, de progresar en la vida divina y de compenetrarte de los preciosos misterios del amor de Cristo. Amado amigo, no seas culpable de detener a otros ni por tu frialdad, ni por tu dureza ni por tu desconfianza. Avanza tú, por amor de Jesús, y anima a otros a hacer lo mismo. El infierno y las confederadas bandas de la superstición y de la infidelidad se adelantan para combatir. ¡Oh, soldados de la cruz, no os detengáis!

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Un retrato sorprendente de Jesús - Nancy DeMoss de Wolgemuth

¿Qué haría falta para hacer de la oración una prioridad mayor en tu vida?


Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Octubre 19, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 19

“Dios mi Hacedor, que da canciones en la noche”. Job 35:10.

DE día cualquiera canta. Cuando la copa está llena, cualquiera saca de ella inspiración. Cuando las riquezas abundan, cualquiera alaba a Dios, que da abundante cosecha o envía barcos cargados de cosas preciosas. Es muy fácil que un arpa eólica produzca música cuando los vientos soplan; lo difícil es producirla cuando no soplan. Es fácil cantar cuando podemos leer las notas a la luz del día. Pero el que canta cuando no hay siquiera un rayo de luz para leer, el que canta de su corazón, ese es realmente diestro en el arte de cantar. Nadie puede hacer por sí mismo un canto en la noche. Puede llegar a intentarlo, pero hallará que un canto en la noche tiene que ser divinamente inspirado. Cuando todas las cosas van bien, yo puedo en cualquier parte entonar canciones compuestas con las flores que crecen en mi camino. Pero cuando me hallo en un desierto donde no crece nada verde, ¿cómo puedo componer allí un himno de alabanza a Dios? ¿Cómo puede un mortal hacer una corona para su Señor donde no hay joyas? Si se me da una voz clara y un cuerpo que rebose salud, entonces podré alabar a Dios. Pero si mi lengua está muda y me hallo tendido en un lecho de dolor, ¿cómo podré entonar alabanzas a Dios, a menos que él mismo me dé canciones? No, no es posible que el hombre cante cuando todo le es adverso, a no ser que un carbón encendido del altar toque sus labios. Fue un canto divino el que cantó Habacuc cuando dijo en la noche: “Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva y los labradores no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de las majadas y no hará vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salud”. Entonces, ya que nuestro Hacedor da canciones en la noche, esperemos que él nos dé música. ¡Oh, tú músico principal, no nos dejes sin música porque estemos en aflicción, sino entona nuestros labios para que canten una melodía de acción de gracias.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 18 de octubre de 2016

Mantén a Cristo en el centro - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 18

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios”. 1 Samuel 15:22.

A Saúl se le había ordenado que destruyera completamente a todos los amalecitas y a su rebaño. En lugar de hacerlo así, Saúl preservó al rey y permitió que los que los seguían tomaran lo mejor de los bueyes y de las ovejas. Cuando fue llamado para dar cuenta de esto, declaró que lo había hecho con la intención de ofrecer sacrificio a Dios, pero Samuel lo refutó en seguida con el argumento de que el sacrificio no podía presentarse como excusa de un acto de manifiesta rebelión. El pasaje bíblico que estamos considerando es digno de que se imprima con letras de oro y sea colgado delante de los ojos de la actual generación idólatra, que se muestra muy afecta a los adornos del culto voluntario, pero que olvida por completo las leyes de Dios. Recuerda siempre esto: que el mantenerse rigurosamente dentro de la senda de los mandamientos del Salvador es mejor que cualquier acto religioso externo; y que el oír sus mandamientos con oído atento es mejor que traer sebo de carneros o cualquier otra cosa preciosa y colocarla sobre su altar. Si no estás guardando los más insignificantes mandamientos que Cristo dio a sus discípulos, te ruego que no sigas desobedeciendo más. Todas tus apariencias de adhesión a tu Señor y todos los actos de devoción que practicas, no pueden compensar la desobediencia. “El obedecer”, en las cosas más pequeñas y triviales, “es mejor que los sacrificios”, aunque estos sean pomposos. No hables de cantos gregorianos, de ropas suntuosas, de incienso y de pendones. Lo primero que Dios requiere de sus hijos es la obediencia. Y, cuando tú des tu cuerpo para ser quemado y todos tus bienes para alimentar a los pobres, si no atiendes a los preceptos del Señor, todas tus formalidades no te aprovecharán nada. Es una bendición tener la facilidad de un niño para aprender, pero es una bendición mayor el que cuando uno aprende la lección la ponga en práctica. ¡Cuántos adornan sus templos y engalanan a sus sacerdotes, pero rehúsan obedecer la palabra de Dios! Alma mía, no entres en el secreto de los tales.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 17 de octubre de 2016

Héroes verdaderos de la fe - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 17

“En su brazo recogerá los corderos”. Isaías 40:11.
NUESTRO Buen Pastor tiene en su rebaño una variedad de experiencias. Algunos son fuertes en el Señor y otros son débiles en la fe, pero él es imparcial en su cuidado para con todas sus ovejas, y el cordero más débil le es tan querido como el más fuerte. Los corderos tienen la tendencia de quedarse atrás, propensos a extraviarse y a debilitarse, pero el Pastor, con sus brazos poderosos, los protege de todos los peligros a los que los exponen esas debilidades. El Pastor halla almas nacidas de nuevo que, como corderos, están por perecer y las alimenta hasta que se hacen vigorosas; halla mentes débiles, propensas a desmayar y a morir y las consuela y renueva sus fuerzas y junta a todos los pequeños, porque no es la voluntad de nuestro Padre celestial que se pierda uno de ellos. ¡Qué vista penetrante debe tener para verlos a todos! ¡Qué brazo amplio y poderoso para reunirlos a todos! Durante su vida terrenal solía reunir a muchos débiles y, ahora que está en el cielo, su amante corazón suspira por los mansos y contritos, por los tímidos y débiles, por los temerosos y abatidos que viven en este mundo. ¡Cuán afectuosamente me atrajo a sí, a su verdad, a su sangre, a su amor y a su Iglesia! ¡Con qué eficiente gracia me compelió a ir a él! ¡Cuántas veces, desde mi conversión, me restauró de mis extravíos y me estrechó de nuevo en sus eternos brazos! Lo mejor de todo es que él hace esto personalmente, no delegando a ninguno la obra de amor, sino dignándose él mismo a librar y preservar a su siervo más indigno. ¿Cómo lo amaré suficientemente o le serviré dignamente? Me sentiría dichoso si pudiese engrandecer su nombre hasta los fines de la tierra, pero, ¿qué puede hacer mi debilidad a favor de él? Gran Pastor, añade a tus mercedes esta otra: dame un corazón que te ame más sinceramente, como es mi deber hacerlo.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 16 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 16

“Contigo está el manantial de la vida”. Salmo 36:9.

HAY ocasiones en nuestra experiencia espiritual cuando el consejo o la simpatía o los actos religiosos no pueden confortarnos o ayudarnos. ¿Por qué permite esto nuestro bondadoso Dios? Quizás sea porque hemos estado viviendo mucho tiempo sin él. En vista de eso, Dios nos quita todo aquello en lo cual hemos confiado con el fin de llevarnos a él. Es una bendición vivir junto a la fuente principal. Mientras nuestros odres están llenos nos alegramos de poder salir al desierto, como lo hicieron Agar e Ismael; pero cuando están sin agua, ninguna cosa nos valdrá excepto “Tú eres el Dios que me ve”. Nosotros somos como el pródigo: amamos los charcos de los cerdos y olvidamos la casa de nuestro Padre. No olvides, amado, que podemos transformar las ceremonias de la religión en charcos y algarrobas de cerdos. Esas ceremonias son santas, pero hay peligro de que las pongamos en el lugar de Dios y, entonces, no tienen valor alguno. Cualquier cosa se convierte en ídolo cuando te mantiene lejos de Dios. Hasta la serpiente de metal tiene que ser despreciada como “Nehushtan” si la adoramos en lugar de Dios. El pródigo nunca estuvo más seguro que cuando volvió al seno de su padre, porque no podía hallar sustento en ninguna otra parte. Nuestro Señor nos favorece con hambre en la tierra para que lo busquemos a él con más inteligencia. La mejor posición de un cristiano se halla en vivir confiado entera y directamente en la gracia de Dios, aunque permanezca en el lugar donde se hallaba al principio. “No teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. Nunca pensemos, ni por un momento, que nuestra posición la debemos a nuestra santificación, mortificación, dones o sentimientos. Recordemos más bien, que somos salvos porque Cristo ofreció una expiación perfecta, pues nosotros estamos cumplidos en él. No teniendo nada nuestro en que confiar, pero descansando en los méritos de Jesús, su pasión y su vida santa nos proporcionarán la única base segura de confianza. Amados, cuando estemos sedientos, recurramos con avidez al manantial de la vida.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 15 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 15

“Empero redimirás con cordero el primerizo del asno; y si no lo redimieres, le has de cortar la cabeza”. Éxodo 34:20.

TODO primogénito debía ser del Señor, pero como el asno era impuro no podía ser presentado en sacrificio. ¿Qué significa esto? ¿Queda el asno exceptuado de la ley? De ninguna manera. Dios no admite excepciones. El asno le pertenece, pero él no lo acepta. No renuncia a su derecho, pero tampoco se agrada en la víctima. No queda, pues, otra salida que la redención. El asno tenía que librarse por la sustitución de un cordero que ocupaba su lugar. Si no se redimía debía morir. Alma mía, aquí hay una lección para ti. Aquel animal impuro eres tú misma. Tú perteneces al Señor, quien te hizo y te preserva pero eres tan pecaminoso que Dios no quiere, no puede aceptarte. El problema se soluciona así: “El cordero de Dios tiene que ocupar tu lugar, de lo contrario tú debes morir eternamente”. Que todo el mundo conozca tu gratitud para con el inmaculado Cordero que derramó su sangre por ti, y así te redimió de la fatal maldición de la ley. ¿No se habrá preguntado a veces el israelita si el que debía morir era el asno o el cordero? ¿No se habrá detenido el buen hombre para calcular y comparar? Indudablemente no hay comparación entre el valor del alma del hombre y la vida del Señor Jesús; sin embargo, el Señor muere y el hombre es perdonado. Alma mía, admira el infinito amor que Dios te profesa a ti y a otros de la raza humana. ¡Los gusanos son comprados con la sangre del Hijo del Altísimo! ¡El polvo y la ceniza son redimidos con un precio muy superior a la plata o al oro! ¡Qué ruina hubiera sido la mía si no hubiese sido hallada abundante redención! La decapitación del asno era sólo una penalidad momentánea, pero, ¿quién puede medir la ira que ha de venir, cuyo límite no se puede apreciar? Muy querido es el glorioso Cordero que nos redimió de semejante ruina.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 14 de octubre de 2016

El coraje de ser mujer - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 14

“Y no os conforméis a este siglo”. Romanos 12:2.

SI un cristiano pudiese, por casualidad, ser salvado, a pesar de conformarse a este mundo, tendría, de cualquier forma, que serlo así como por fuego. Tan pobre salvación tiene que ser casi tan temida como deseada. Lector, ¿quieres dejar este mundo en medio de las sombras de un desesperado lecho de muerte y entrar en el cielo como un marinero náufrago que trepa las rocas de su país nativo? Entonces, sé un mundano; mézclate con los adoradores de Mammón y niégate a salir fuera del real llevando el vituperio de Cristo. ¿Quieres por el contrario, tener un cielo aquí abajo como también otro arriba? ¿Quieres comprender con todos los santos cuál sea la altura y la profundidad y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento? ¿Quieres recibir una abundante entrada en el gozo de tu Señor? Entonces, sal de en medio de ellos y apártate y no toques lo inmundo. ¿Quieres lograr la plena certidumbre de fe? Ten presente que no la podrás lograr mientras te juntes con los pecadores. ¿Quieres inflamarte con vehemente amor? Entonces, cuídate, porque, de lo contrario ese amor será apagado por el compañerismo con los impíos. Mientras cedas a los principios mundanos y a las vulgares costumbres de los hombres del mundo no podrás llegar a ser un gran cristiano; quizás seas un niño en la gracia, pero nunca podrás ser un hombre perfecto en Cristo Jesús. Es malo que un heredero del cielo tenga mucha amistad con los herederos del infierno. Hay que sospechar algo malo cuando un cortesano tiene demasiada intimidad con los enemigos de su rey. Las pequeñas polillas destruyen costosos vestidos, y un poco de frivolidad y otro de ruindad quitarán a la religión mil goces. ¡Oh, tú, que profesas ser cristiano, pero, sin embargo, estás tan poco separado de los pecadores, no sabes lo que pierdes por conformarte al mundo! Esa conformidad rompe los tendones de tu poder y te hace gatear en lugar de correr. Entonces, en bien de tu propio solaz y de tu crecimiento en la gracia, si eres cristiano, sé un cristiano, pero un cristiano señalado y distinto.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 13 de octubre de 2016

Sumergida en la Palabra de Dios - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 13

“Fuerte es como la muerte el amor”. Cantares 8:6.

ESTE amor tan poderoso como un conquistador de reino y como la muerte, destructora de la raza humana, ¿de quién puede ser? ¿No sería ridículo si dijera que se refiere a mi pobre, débil y apenas viviente amor por Jesús mi Señor? Yo amo a Jesús y, por su gracia, quizás hasta podría morir por él, pero en cuanto a mi amor en sí, difícilmente podría soportar una burla y, mucho menos, una muerte cruel. Sin duda, aquí se hace referencia al amor de mi Amado, el amor de Jesús, el incomparable amador de las almas. En realidad, su amor fue más fuerte que la muerte más espantosa, pues soportó triunfalmente la prueba de la cruz. Su muerte fue una muerte lenta, pero el amor sobrevivió al tormento; fue una muerte vergonzosa, pero el amor despreció la vergüenza; fue la muerte de un penado, pero el amor llevó nuestras iniquidades. Fue la muerte de un solitario y olvidado, de quien el eterno Padre ocultó su rostro, pero el amor soportó la maldición y se glorió sobre todos. Nunca hubo tal amor ni tal muerte. Fue un duelo terrible, pero el amor llevó la palma. ¿Qué dices a esto, corazón mío? Creyente, ¿no sientes emocionado tu corazón al contemplar tan celestial afecto? Sí, mi Señor, yo anhelo, ansío sentir dentro de mí tu ardiente amor. Ven tú mismo y alienta el ardor de mi espíritu.
¡Redentor! ¡Redentor!
Tierno, dulce nombre,
¡Oh, cuan grande el amor
De Jesús Dios-Hombre!
Con un amor tan fuerte como la muerte, ¿por qué tengo que desesperar del amoroso Jesús? El merece ese amor y yo lo deseo. Los mártires, aunque sólo eran carne y sangre, sintieron tal amor. Entonces, ¿por qué no lo he de sentir yo? Ellos lamentaron sus debilidades, pero, sin embargo, de débiles fueron hechos fuertes. La gracia les dio firme constancia. Esa misma gracia me es concedida a mí. Jesús, amado de mi alma, derrama ese amor, tu amor, en mi corazón esta noche.

Charles Haddon Spurgeon.