Versículo para hoy:

lunes, 1 de febrero de 2016

Enséñame a temer al Señor 2da Parte | Día 14 - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – FEBRERO 1

“Maravilloso me fue tu amor”. 2 Samuel 1:26.

VENID, queridos lectores, hablemos cada uno por sí mismo del admirable amor, no de Jonathan, sino de Jesús. No relataremos lo que nos han dicho, sino lo que hemos gustado y palpado; hablaremos del amor de Cristo. Tu amor por mí, oh Jesús, fue admirable cuando vagaba como un extraño lejos de ti, “haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos”. Tu amor me contuvo para que no cometiera el pecado de muerte y me libró de mi propia perdición. Tu amor detuvo el hacha cuando la Justicia dijo: “Córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?” Tu amor me llevó al desierto, allí me desnudó y me hizo sentir la culpa de mi pecado y la carga de mi iniquidad. Cuando estaba tristemente desanimado, tu amor me habló con dulzura en estos términos: “Ven a mí, que yo te haré descansar”. ¡Oh!, cuán incomparable fue tu amor cuando, en un momento, lavaste por completo mis pecados e hiciste que mi alma, roja por la sangre de mi naturaleza pecaminosa y negra por la suciedad de mis transgresiones, fuese blanca como la nieve y pura como la lana. ¡Cómo encomendaste tu amor cuando susurraste así en mis oídos: “Yo soy tuyo y tú eres mío”. Afectuosos fueron estos acentos cuando tú dijiste: “El Padre mismo os ama”. Y dulces, muy dulces fueron los momentos cuando me declaraste “el amor del Espíritu”. Nunca mi alma olvidará aquellos lugares de comunión donde tú te revelaste a mí. ¿Tuvo Moisés su hendidura en la peña donde vio la gloria, las espaldas de su Dios? Nosotros también tenemos nuestras hendiduras en la peña donde hemos visto los esplendores de la Deidad en la persona de Cristo. ¿Recuerda David los rastros de las cabras monteses, la tierra del Jordán y de los Hermonitas? Nosotros también podemos recordar lugares queridos a la memoria, iguales a aquellos en felicidad. Precioso Jesús, danos una nueva porción de tu admirable amor para que podamos con él empezar el mes. Amén.

Charles Haddon Spurgeon.