Versículo para hoy:

domingo, 18 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 18

“Y me siguen”. Juan 10:27.

DEBIÉRAMOS seguir a nuestro Señor resueltamente como las ovejas siguen a su pastor, pues él tiene derecho a guiarnos a donde le plazca. No somos nuestros, sino comprados por precio. Reconozcamos, pues, los derechos de la sangre redentora. El soldado sigue a su capitán; el siervo obedece a su señor. Con mayor razón, entonces, debemos nosotros seguir a nuestro Redentor, de quien somos posesión adquirida. No somos fieles a nuestra profesión de cristianos si objetamos las órdenes de nuestro Jefe y Caudillo. Nuestro deber es la sumisión; nuestra insensatez, la cavilación. A menudo puede nuestro Señor decirnos lo que dijo a Pedro: “Que te importa a ti; sígueme tú”. Doquiera el Señor nos guíe, él va delante de nosotros. Aunque no sepamos dónde vamos, sabemos con quién vamos. ¿Quién teme, con tal amigo, los peligros del camino? El viaje puede ser largo, pero los eternos brazos de Dios nos llevarán hasta el fin. La presencia de Jesús es garantía de eterna salvación, pues porque él vive nosotros también viviremos. Debemos seguir a Cristo con sencillez y fe, porque las sendas en las cuales él nos guía todas terminan en gloria e inmortalidad. Es cierto que esas sendas pueden no ser llanas, sino pedregosas, pero nos conducen a la “ciudad que tiene fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios”. “Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad para los que guardan su pacto”. Pongamos plena confianza en nuestro Jefe, pues sabemos que venga la prosperidad o la adversidad, la enfermedad o la salud, la popularidad o el desprecio, su propósito se cumplirá, y ese propósito será para todo heredero de la gracia un bien puro y sin mezcla. Hallaremos placentero el subir con Cristo el yermo lado del collado y, cuando la lluvia y la nieve caigan en nuestro rostro, el caro amor de Cristo nos hará mucho más felices que los que se sientan cerca del hogar y calientan sus manos al calor del fuego del mundo. Seguiremos a nuestro Amado hasta la cumbre de Amana, hasta las guaridas de los leones y hasta los montes de los tigres. Precioso Jesús, atráenos y correremos en pos de ti.

Charles Haddon Spurgeon.