(b) Recuerde esto al escoger un llamado, una posición o una profesión en la vida. No basta que el sueldo sea alto, bueno el jornal, fácil el trabajo, numerosos los beneficios y muy favorables las perspectivas de ser ascendido. Piense en su alma, su alma inmortal. ¿Prosperará o se retrasará? ¿Tendrá libres los domingos y podrá contar con un día por semana para sus asuntos espirituales? Le ruego, por la misericordia de Dios, que tenga cuidado con lo que hace. No tome decisiones impulsivas. Considere al lugar desde todos los puntos de vista; el de Dios, al igual que el del mundo. El oro se puede pagar demasiado caro. Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot.
(c) Si usted es soltero o soltera, recuerde esto al escoger esposo o esposa. No basta con que le agrade su aspecto, que tengan los mismos gustos, que congenien en lo que piensan, que haya afecto y cariño y que luchen juntos por tener un hogar cómodo para toda la vida. Se necesita algo más que esto. Hay una vida venidera. Piense en su alma, su alma inmortal. ¿Será impulsada hacia arriba o arrastrada hacia abajo por la unión que está planeando? ¿Será un matrimonio más celestial o más terrenal, vivido más cerca de Cristo o del mundo? ¿Su fe será cada vez más fuerte o más débil? Le ruego, por todas sus esperanzas de gloria, que incluya esto en sus cálculos. Decía el anciano Baxter: "Piense, piense y vuelva a pensar" antes de comprometerse. "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos" (2 Co. 6:14). El matrimonio no se menciona en ninguna parte como un medio de conversión. Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot.
(d) Recuerde esto si alguna vez le ofrecen un trabajo en el ferrocarril. No basta recibir un buen sueldo y tener un empleo fijo, la confianza de los directores y la posibilidad de que le den un ascenso. Por supuesto, estas cosas son muy buenas, pero no lo son todo. ¿Cómo le irá a su alma si trabaja en una compañía ferroviaria que corre los trenes los domingos? ¿De qué día dispondrá para dedicarle a Dios y a los asuntos de la eternidad? ¿Qué oportunidades tendrá para oír la predicación del evangelio? Le advierto con toda seriedad que piense en esto. De nada le valdrá llenar su bolsa si su alma pasa hambre y se empobrece. ¡Cuidado con vender su Día del Señor para tener una buena posición! Recuerde el plato de lentejas de Esaú. ¡Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot!
Algún lector puede pensar: "El creyente no tiene nada que temer; es una oveja de Cristo, nunca perecerá, no puede sufrir mucho daño. No puede ser que tales pequeñeces sean tan importantes".
Bueno, puede pensar eso, pero le advierto que si descuida estos asuntos, su alma nunca prosperará. Es cierto que el verdadero creyente no será echado fuera aunque se detenga. Pero si lo hace, es inútil suponer que su fe prosperará. La gracia es una planta tierna. A menos que la valore y cuide bien, pronto se debilitará en este mundo impío. El oro más brillante pronto pierde su brillo cuando se lo expone a un ambiente húmedo. El hierro más caliente pronto se enfría. Se requiere esfuerzo y trabajo para lograr que llegue a estar al rojo vivo, pero no requiere más que dejarlo estar o un poco de agua fría para que se ponga negro y duro.
Puede usted ser ahora un cristiano ferviente y celoso. Puede que se sienta como David en su prosperidad: "No seré jamás conmovido" (Sal. 30:6). Pero no se engañe. No tiene que seguir las pisadas de Lot y tomar las decisiones que Lot tomó para llegar pronto al estado del alma de Lot. Haga lo que él hizo, actúe como actuó él, y tenga por seguro que pronto descubrirá que se ha convertido en un rezagado infeliz como él. Descubrirá, como Sansón, que ya no cuenta con la presencia del Señor. Probará, para su propia vergüenza, que es un hombre indeciso y vacilante en el día de la prueba. A su fe le atacará un cáncer que arrasará con su vitalidad sin que usted se dé cuenta. Su fortaleza espiritual se debilitará lentamente como si tuviera tuberculosis. Y a la larga, despertará para encontrarse con que sus manos apenas si podrán realizar la obra del Señor, sus pies apenas lo podrán arrastrar por el camino del Señor y su fe no será más grande que un grano de mostaza; y esto, quizá suceda en un momento decisivo de su vida, en un momento cuando el enemigo viene, como una inundación, precisamente cuando su necesidad es más dolorosa. (Ver Sal. 106:15).
¡Ay, si no quiere detenerse en su fe, considere estas cosas! ¡Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot!