Versículo para hoy:

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Confesando nuestros pecados

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¿Quién te levanta? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – NOVIEMBRE 9

“El habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas”. Isaías 33:16.

¿DUDAS, oh cristiano, dudas que Dios cumplirá su promesa? ¿Podrán las fortalezas de rocas ser movidas por la tormenta? ¿Se vaciarán los almacenes del cielo? ¿Crees que tu Padre celestial te olvidará, aunque sepa que necesitas alimento y vestidos? ¿Desconfiarás y dudarás de él, a pesar de que sabes que ni un pajarillo cae a tierra sin vuestro Padre y que los cabellos de vuestras cabezas están todos contados? Quizás tu aflicción continúe acosándote hasta que te resuelvas a confiar en Dios, y, después, cesará. Muchísimos han sido probados y penosamente vejados hasta que, por fin, fueron llevados en completa desesperación a poner su fe en Dios y, en el momento de poner su fe en él, fueron librados. Han podido así comprobar si Dios guarda o no guarda su promesa. ¡Oh!, te ruego que no dudes más de él. No agrades a Satán y no te turbes alimentando por más tiempo esos ofensivos pensamientos en cuanto a Dios. No pienses que es cosa de poca importancia el dudar de Jehová. Recuerda que dudar de él es un pecado; y no un pecado insignificante sino criminal en alto grado. Los ángeles nunca dudaron de él y tampoco los demonios. Sólo nosotros, de entre todos los seres que Dios formó, lo afrentamos con incredulidad y mancillamos su gloria con desconfianza. ¡Qué vergüenza para nosotros! Nuestro Dios no merece que se desconfíe de él tan ruinmente. En nuestra vida pasada hemos comprobado que él es fiel y leal a su palabra y, además, son tantas las pruebas de amor y de bondad que hemos recibido y que diariamente estamos recibiendo que es ruin e inexcusable que permitamos que la duda resida en nuestros corazones. Que de aquí en adelante estemos en permanente guerra contra las dudas a las promesas de nuestro Dios, dudas que son las enemigas de nuestra paz y de su gloria. Y con una fe inconmovible creamos que lo que prometió lo hará. “Señor, creo; ayuda mi incredulidad”.

Charles Haddon Spurgeon.