Versículo para hoy:

lunes, 23 de octubre de 2023

OCTUBRE 19 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Niños en Cristo”. 1 Corintios 3:1.

CREYENTE, ¿te lamentas de que tu vida cristiana sea tan débil y de que tu fe y amor sean tan frágiles? ¡Anímate!, pues tú tienes motivo para estar agradecido. Recuerda que en algunas cosas eres igual al más grande y desarrollado cristiano. Tú y él han sido comprados con sangre y adoptados como hijos de Dios. Un bebé es tan hijo de sus padres como lo es el hombre crecido. Tú estás tan justificado como cualquier creyente, pues la justificación no se da por grados. Tu escasa fe te ha limpiado completamente. Tú tienes tanto derecho a las cosas preciosas del pacto como lo tienen los creyentes más aventajados, pues tu derecho a la misericordia del pacto no depende de tu desarrollo sino del pacto en sí. Tu fe en Jesús no es la medida de tu herencia sino su prenda. Tú eres tan rico como el más rico, si no en solaz, a lo menos en efectiva posesión. La estrella más pequeña está colocada en el cielo y el rayo de luz más débil tiene relación con el sol. En el registro familiar de la gloria tanto el más pequeño como el más grande están inscriptos con la misma pluma. Para el corazón del Padre tú eres tan querido como el mayor de la familia. Jesús cuida mucho de tus sentimientos. Tú eres semejante al pábilo que humea. Alguno de espíritu tosco diría: “quita ese pábilo que humea, pues llena la pieza con un olor desagradable”. Pero Jesús no apagará al pábilo que humea. Tú eres semejante a una caña cascada. Una mano menos tierna que la del Músico Principal la despreciaría y la tiraría, pero Jesús no quebrará la caña cascada. En lugar de estar abatido a causa de lo que eres, tendrías que gloriarte en Cristo. ¿Soy yo pequeño en Israel? Sin embargo, en Cristo, se me ha hecho sentar en lugares celestiales. ¿Soy pobre en fe? Sin embargo, en Jesús soy heredero de todas las cosas. Aunque soy menos que la nada, sin embargo me regocijaré en el Señor y me gloriaré en Dios mi Salvador.

OCTUBRE 18 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Tus huellas derraman grosura”. Salmo 65:11.

MUCHAS son “las huellas del Señor” que derraman grosura, pero una de las principales es la oración. Ningún creyente que permanezca mucho en oración privada, necesitará clamar: “¡Mi flaqueza, mi flaqueza, ay de mí!” Las almas hambrientas viven lejos del propiciatorio, y se asemejan a los campos quemados en tiempo de sequía. La oración insistente y fervorosa hace al creyente fuerte y feliz. El lugar más próximo a la puerta del cielo es el trono de la gracia celestial. Permanece mucho a solas con Jesús, y tendrás mucha firmeza; pero si permaneces poco, tu religión será superficial y estará contaminada con muchas dudas y muchos temores, y no brillará con el gozo del Señor. En vista de que la senda de la oración que enriquece al alma está abierta aun para el más débil de los santos; en vista de que no se requiere ninguna instrucción superior para andar en ella, y en vista de que no eres invitado a venir por ser un creyente aventajado, sino simplemente por ser creyente, procura, querido lector, estar a menudo en la senda de la devoción privada.
Otra de las huellas principales que derraman grosura sobre los que andan por ella, es la comunión privada. ¡Oh cuán deseables son las delicias de la comunión con Jesús! La tierra no tiene palabras que puedan expresar la santa calma del alma que se recuesta en el seno de Jesús. Pocos cristianos entienden esto; viven en un nivel bajo y rara vez suben a la cumbre del monte Nebo. Viven en el atrio de afuera, no entran en el santo palacio, y no echan mano del privilegio del sacerdocio. Desde cierta distancia miran el sacrificio, pero no se sientan con el sacerdote a comer con él y a disfrutar del sebo del holocausto. Pero tú, lector, siéntate siempre bajo la sombra de Jesús. Súbete a la palma y tómate de sus ramos. Que tu amado sea para ti como el manzano entre los árboles silvestres y tú te saciarás con meollo y grosura. ¡Oh Jesús, visítanos con tu salvación!