Versículo para hoy:

domingo, 3 de septiembre de 2017

Septiembre 3. Las aguas de mi satisfacción derramadas

"Pero él no la quiso beber, sino que la derramó como ofrenda para el Señor…", 
2 Samuel 23:16

Recientemente, ¿qué ha sido para ti como el "agua del pozo de Belén"? ¿El amor, la amistad, o quizá una bendición espiritual? (ver 2 Samuel 23:13-17). Lo que haya sido, ¿lo tomaste para tu satisfacción personal, incluso poniendo en riesgo tu alma? Si lo has hecho, no lo puedes "derramar" para Dios. Nunca puedes apartar para Dios algo que deseas para tu satisfacción personal. Si tratas de satisfacerte con una bendición de Dios, ésta te corromperá. Debes sacrificarla y derramarla como ofrenda para Él, algo que el sentido común califica como un absurdo desperdicio.
¿Cómo puedo derramar "para Dios" el amor natural y las bendiciones espirituales? Sólo de una manera: Tomando la decisión en mi mente. Hay ciertos actos de las personas que uno jamás podría aceptar si no conociera a Dios, porque humanamente es imposible retribuirlos. Tan pronto comprendo que algo es demasiado maravilloso para mí, que no lo merezco y que de ninguna manera ha sido establecido para el ser humano, debo derramarlo para el Señor. Entonces, cuando lo hago, se derrama por todas partes como ríos de agua viva (Juan 7:38). Si no derramo estas bendiciones delante del Señor, serán un peligro tanto para los que amo como para mí, porque se vuelven codiciables. Sí, podemos codiciar lo que no es indecente ni vil. Incluso el amor debe ser transformado derramándolo para Dios. Si te has vuelto agrio y amargado, es porque cuando Dios te dio una bendición la retuviste para ti. Si, en cambio, la hubieras derramado para Él, serías la persona más dulce de la tierra. Si siempre estás reteniendo las bendiciones y no aprendes a derramarlas para Jesús, otras personas no podrán ensanchar su visión de Dios por medio de ti.

Fuente: EN POS DE LO SUPREMO de Oswald Chambers.