Versículo para hoy:

sábado, 13 de agosto de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – AGOSTO 13

“Y acordarme he del pacto mío”. Génesis 9:15.

OBSERVA la forma de la promesa. Dios no dice: “Y cuando vosotros miréis el arco y recordéis mi pacto, entonces no destruiré la tierra”, pues la promesa no depende de nuestra memoria, que es flaca y frágil, sino de la memoria de Dios, que es infinita e inmutable. El versículo siguiente dice: “Y estará el arco en las nubes y verlo he para acordarme del pacto perpetuo”. La base de mi seguridad no es mi recuerdo de Dios, sino el recuerdo que Dios tiene de mí; no es mi posesión de su pacto, sino la posesión que su pacto toma de mí. ¡Gloria a Dios!, todos los baluartes de la salvación están asegurados por el poder divino, y aun las fortalezas menores, que quizás creamos han sido dejadas para el hombre, están también guardadas por el poder del Omnipotente. Aun el recuerdo del pacto no es confiado a nuestra memoria, pues somos dados a olvidar, pero nuestro Señor no puede olvidar a los santos, a quienes tiene esculpidos en las palmas de sus manos. Acontece con nosotros lo que aconteció con Israel en Egipto. La sangre fue puesta en el dintel y en los dos postes, pero el Señor no dijo: “Cuando tú veas la sangre, yo pasaré de vosotros”, sino “Yo veré la sangre y pasaré de vosotros”. Mi mirar a Jesús me trae gozo y paz, pero es el mirar de Dios a Jesús lo que asegura mi salvación y la de todos sus elegidos, ya que es imposible que nuestro Dios mire a Cristo, nuestro bendito Fiador y después esté airado con nosotros por los pecados ya expiados por él. No; ni aun se nos confía el ser salvados por recordar nosotros el pacto. Aquí no hay lino y lana mezclados; ni una simple hebra de la criatura marca el tejido. No es de hombre ni por hombre, sino del Señor solo. Nosotros debemos recordar el pacto y lo recordaremos a través de la gracia divina, pero el gozne de nuestra seguridad no está allí; está en el hecho de que Dios nos recuerda y no en nuestro recuerdo de él. De ahí que el pacto sea un pacto perpetuo.


Charles Haddon Spurgeon.