Versículo para hoy:

lunes, 19 de febrero de 2018

Involucrado con la multitud - Nancy DeMoss de Wolgemuth



FEBRERO 19

“Bien que te he afligido, no más te afligiré”. Nahum 1:12.

La aflicción tiene su fin. Dios la manda y Dios la quita. ¿Suspiras tú, y dices: “Cuándo será el fin”? Acuérdate que nuestras penas ciertamente y del todo cesarán cuando esta pobre vida terrestre se termine. Esperemos callando, y soportemos con paciencia la voluntad del Señor hasta que venga.

Mientras tanto, nuestro Padre celestial quita la vara de sobre nosotros, cuando haya llevado a cabo su designio al usarla. Cuando haya echado a latigazos nuestras locuras, no habrá azotes. O si la aflicción ha sido enviada para probarnos, para que nuestras gracias glorifiquen a Dios, terminará cuando el Señor nos haya hecho testigos para su alabanza. No desearíamos que se acabara la aflicción hasta que Dios haya sacado de nosotros toda la honra que es posible que le demos.

Tal vez hoy habrá “grande bonanza”. ¿Quién sabe cuándo esas olas furiosas darán lugar a un mar de vidrio, y las aves marinas se asentarán sobre las ondas apacibles? Después de larga tribulación el trillo se levanta y el trigo descansa en el granero. Tal vez antes que pasen muchas horas, estaremos tan alegres como ahora estamos tristes. No es difícil para el Señor cambiar la noche en día. El que manda a las nubes puede también fácilmente despejar el cielo. Tengamos ánimo. Más adelante todo será mejor. Cantemos aleluya anticipadamente.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.

FEBRERO 18

“Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará”. Salmo 145:19.

Su propio Espíritu ha producido este deseo en nosotros, y por lo tanto Él lo cumplirá. Es su propia vida en nosotros la que inspira el clamor, y por lo tanto Él lo oirá. Los que le temen son hombres bajo la más piadosa influencia, y por lo tanto su deseo es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Como Daniel, son hombres que desean, y el Señor hará que realicen sus aspiraciones.

Deseos santos son como la gracia en hierba, y el Labrador divino los cultivará hasta que llegan a ser como grano lleno en la espiga. Hombres que son temerosos de Dios desean ser santos y útiles y una bendición para otros, honrando así al Señor. Desean provisión para sus necesidades, ayuda para sus cargas, dirección en la perplejidad, y liberación en sus apuros; y algunas veces este deseo es tan fuerte, y su caso tan apremiante, que claman en su agonía como hacen los niños pequeños que están padeciendo, y entonces el Señor obra muy comprensivamente y hace todo lo que es necesario, según esta palabra; “y los salvará”.

Sí, si tememos a Dios, no tenemos nada más que temer; si clamamos al Señor, nuestra salvación es segura.

Que el lector ponga este versículo en su lengua, y que lo guarde en su boca todo el día, y le será como “hojuelas con miel”.

FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe – Charles H. Spurgeon.