Versículo para hoy:

martes, 17 de mayo de 2016

El Hijo Pródigo - John MacArthur



Tim Keller - El Mensage del Nuevo Ateísmo

Alfa & Omega - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – MAYO 17

“Mi siervo eres tú, te escogí”. Isaías 41:9.

SI hemos recibido la gracia de Dios en nuestros corazones ella tiene que hacernos siervos de Dios. Quizás seamos siervos infieles; en realidad, somos siervos inútiles, pero, a pesar de todo, ¡bendito sea su nombre!, somos sus siervos que visten su uniforme, que se alimentan a su mesa y obedecen sus mandamientos. Nosotros éramos una vez siervos del pecado, pero el que nos hizo libres nos admitió en su familia y nos enseñó a obedecer su voluntad. No servimos perfectamente a nuestro Maestro, pero, si pudiésemos, quisiéramos hacerlo. Al oír la voz de Dios que nos dice “mi siervo eres tú”, respondemos con David “yo soy tu siervo; rompiste mis prisiones”. Pero el Señor no sólo nos llama sus siervos, sino sus elegidos. “Yo te escogí”. Nosotros no hemos sido los primeros en escogerlo a él, sino él nos escogió a nosotros. Si somos siervos de Dios, no lo fuimos siempre así; el cambio debe ser atribuido a su divina gracia. El ojo de su soberanía nos separó y la voz de su inmutable gracia declaró: “Con amor eterno te he amado”. Antes que el tiempo empezara o el espacio fuera creado, Dios había escrito en su corazón los nombres de sus elegidos, los había predestinado a ser conforme a la imagen de su Hijo y los había constituido herederos de la plenitud de su amor, de su gracia y de su gloria. ¡Qué aliento hay aquí! Si el Señor nos amó tanto, ¿nos desechará ahora? El conoció cuán duros de cerviz seríamos; él comprendió que nuestro corazón sería malo, y sin embargo, hizo la elección. ¡Ah!, nuestro Salvador no es un amante voluble. El no se siente embelesado sólo por un tiempo con el brillo de los bellos ojos de su Iglesia, abandonándola después por su infidelidad. No; él se casó con ella en la remota eternidad, y está escrito de parte de Jehová que “él aborrece que sea repudiada”. La eterna elección es un compromiso para nuestra gratitud y para su fidelidad que ni uno ni otro puede desconocer.

Charles Haddon Spurgeon.