Versículo para hoy:

jueves, 2 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 2 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Yo Jehová, no me mudo”. Malaquías 3:6.

ES bueno para nosotros que en medio de toda la inestabilidad de la vida, haya uno a quien los cambios no puedan afectarlo; uno cuyo corazón no pueda ser alterado por el tiempo; uno en cuya frente la mutabilidad no pueda hacer arrugas. Por otra parte, todas las cosas han cambiado y siguen cambiando. El sol mismo se oscurece con el tiempo; el mundo se envejece. El envolvimiento de la ropa gastada ha empezado; los cielos y la tierra han de perecer pronto; perecerán y se envejecerán como se envejece un vestido. Pero hay uno “quien sólo tiene inmortalidad”, de cuyos años no hay fin y en cuya persona no hay cambio. El placer que experimenta el marinero cuando, después de haber sido sacudido por muchos días pone otra vez su pie en tierra, es como la satisfacción que experimenta el cristiano cuando, en medio de todos los cambios de esta turbulenta vida, pone el pie de su fe en esta verdad: “Yo Jehová, no me mudo”. La estabilidad que da el ancla a la nave cuando, por fin, se aferra en un lugar firme, es semejante a la estabilidad que la esperanza cristiana le da al creyente, cuando se prende de esa gloriosa verdad. En Dios “no hay mudanza ni sombra de variación”. Lo que sus atributos fueron en lo antiguo lo son también ahora. Su poder, su sabiduría, su justicia y su verdad son igualmente inalterables.. El siempre ha sido el refugio y la fortaleza de su pueblo en el día de la angustia; y aun ahora sigue siendo su seguro Auxiliador. El es inalterable en su amor. Ha amado a su pueblo con un amor eterno. Los ama ahora tanto como los amó siempre, y cuando todas las cosas terrestres se deshagan en la última conflagración, su amor perdurará aun en toda su fuerza. ¡Preciosa es la seguridad de que él no cambia! La rueda de la providencia gira alrededor del eje del amor eterno.

NOVIEMBRE 1 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores”. Cantares 5:13.

¡HE aquí, el mes de las flores ha llegado! Los vientos de septiembre y las lluvias de octubre han pasado y toda la tierra se ha ataviado de belleza. Ven, alma mía, ponte tus vestidos de fiesta y sal a recoger guirnaldas de pensamientos celestiales. Tú sabes adonde ir, pues para ti “las eras de especias” son bien conocidas; además, has percibido tan frecuentemente el perfume de “las fragantes flores”, que irás enseguida a tu bien amado y hallarás en él encanto y gozo. Aquellas mejillas, una vez tan rudamente heridas con una vara, tan frecuentemente regadas con lágrimas de compasión y manchadas con saliva, -aquellas mejillas, digo-, son a mi corazón, mientras sonríen, como fragante aroma. ¡Oh Señor Jesús!, tú no escondiste tu rostro de la vergüenza y del desprecio, por lo tanto mi mayor placer será alabarte. Aquellas mejillas fueron surcadas con el arado del dolor y enrojecidas con rojas líneas de sangre que bajaban de sus sienes coronadas de espinas. Estas señales de inmenso amor atraen a mi alma mucho más que “los pilares de perfume”. Si no pudiese ver todo su rostro, me agradaría ver sus mejillas, pues el más insignificante vislumbre de Cristo vivifica mi espíritu y le trae diversidad de deleites. En Jesús no sólo hallo fragancia, sino “eras de especias”; no sólo una flor, sino toda clase de “fragantes flores”. El es mi rosa, mi lirio, mi pensamiento y mi racimo de copher. Cuando él está conmigo todo el año es primavera, y mi alma sale a lavarse el rostro con el rocío matutino de su gracia, y a solazarse con el canto de los pájaros de sus promesas. ¡Precioso Señor Jesús permíteme, en verdad, conocer la felicidad que hay en una permanente comunión contigo! Yo soy un pobre indigno, cuyas mejillas tú te has dignado besar. Permite, en retribución, que te bese con los besos de mis labios.

OCTUBRE 31 - LECTURAS MATUTINAS - C. H. SPURGEON

“Renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmo 51:10.

SI el que se ha apartado del Señor, tiene todavía un átomo de vida, gemirá deseando su restauración. En esta renovación se requiere el mismo ejercicio de gracia que se necesitó en nuestra conversión. Entonces tuvimos necesidad de arrepentimiento, y ahora también lo necesitamos. Ahora como entonces necesitamos fe para acercarnos a Cristo. Ahora como entonces necesitamos una palabra del Altísimo, una palabra de los labios del Amado que ponga fin a nuestros temores. Ningún hombre puede ser renovado sin una manifestación del poder del Espíritu Santo, que sea tan real y verdadera como la que sentimos al principio, porque la obra es muy grande, y la carne y la sangre incomodan ahora como incomodaron antes. ¡Oh cristiano!, que tu debilidad personal sea para ti un poderoso motivo para que ores a tu Dios fervorosamente, pidiéndole ayuda. Recuerda que cuando David se sintió impotente, no se cruzó de brazos ni cerró los labios, sino fue apresuradamente al trono de la gracia con esta plegaria: “Renueva un espíritu recto dentro de mí”. Que la doctrina de que sin ayuda no puedes hacer nada, no te haga dormir, sino te sirva, más bien, como un aguijón en tu costado, que te conduzca con gran diligencia al fuerte Auxiliador de Israel. ¡Ojalá tengas la gracia de suplicar a Dios como si suplicases por tu misma vida, diciendo: “Señor, renueva un espíritu recto dentro de mí”! El que sinceramente pide a Dios que le conceda esto, demostrará su honestidad usando los medios por los cuales obra Dios. Permanece mucho en oración; aliméntate mucho de la Palabra de Dios; mata las concupiscencias que te apartaron de Dios. Observa diligentemente al pecado en todo intento de futura sublevación. El Señor tiene sus propios caminos; siéntate junto a ellos, y, cuando él pase por allí, estarás preparado. Prosigue en todos los medios de gracia que nutrirán y fortificarán tu débil vida.