Versículo para hoy:

viernes, 13 de febrero de 2015

¿Por qué no llega el avivamiento? - Leonard Ravenhill


[...] "A Satanás no le importa, creo yo, que avancemos hasta en conocimiento de la Biblia, con tal de que nos abstengamos de orar, lo cual es el cumplimiento de la instrucción que recibimos por el estudio de la Palabra. ¿De qué sirve mayor conocimiento si tenemos corazones más ruines? ¿Qué vale tener más aprecio de los hombres si nos falta el de Dios? ¿Qué importa la higiene física si tenemos la mente sucia? ¿De qué vale la piedad externa si tenemos carnalidad en el alma? ¿Qué importancia tiene la fortaleza física si padecemos flaqueza espiritual? ¿De qué sirve la riqueza si tenemos pobreza espiritual? ¿Quién puede complacerse en la popularidad humana si es desconocido en las regiones del espíritu? La oración es el remedio para toda esta clase de paradojas.
El alma que quiere librarse de la falta de espiritualidad de nuestro tiempo necesita hacerse una mente celestial mediante un andar más cerca de Dios. El aspirante a la riqueza espiritual y a ser oído por Dios conocerá mucha soledad de parte de los hombres y «comerá el pan de aflicción». Puede que no sufra mucha oposición familiar o puede que la sufra. Pero lo que sufrirá, de seguro, es muchos conflictos de alma, soledad y apartamiento de sus mejores amigos que le conceptuarán de persona rara".

El ciclo energizante - Nancy Leigh DeMoss - Dr. Emerson Eggerichs

FEBRERO 13

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoce a él. Amados, ahora somos hijos de Dios". 1 Juan 3:1-2.

"MIRAD cuál amor nos ha dado el Padre". Si consideramos lo que hemos sido y lo que todavía somos cuando la corrupción muestra en nosotros su funesto poder, nos admiraremos de que Dios nos haya adoptado como hijos. Sin embargo, ésa es la verdad, pues el pasaje dice que somos llamados hijos de Dios. ¡Qué sublime relación es la de un hijo y qué privilegio entraña! ¡Qué cuidado y qué cariño el hijo espera de su padre y qué amor el padre siente para con su hijo! Pero nosotros, por medio de Cristo, tenemos todo eso y mucho más. En cuanto a los momentáneos sufrimientos que compartimos con nuestro Hermano Mayor, los aceptamos como un honor. "El mundo no nos conoce porque no lo conoce a él". Nos alegramos de ser, juntamente con Jesús, desconocidos en su humillación, pues sabemos que juntamente con él habremos de ser exaltados.
"Amados, ahora somos hijos de Dios". Es fácil leer esto, pero no es fácil sentirlo. ¿Cómo se halla tu corazón esta mañana? ¿Se halla en la profundidad de la aflicción? ¿La corrupción se levanta dentro de tu espíritu y la gracia se asemeja a una pobre chispa pisoteada bajo los pies? No temas; tú no tienes que vivir de tus dones ni de tus sentimientos; sólo debes vivir por fe en Cristo. Aunque todo nos sea contrario, aunque estemos en la profundidad de la aflicción, ya estemos en la montaña o en el valle, el pasaje dice que "ahora somos hijos de Dios". "Pero -dices tú- yo no estoy bien ataviado, mis dones no se destacan y mi justicia no brilla esplendorosamente". Hermano, lee otra vez el texto: "Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él apareciere seremos como él es". El Espíritu Santo purificará nuestras mentes y el poder divino perfeccionará nuestros cuerpos, y entonces lo veremos como él es.

Fuente: LECTURAS MATUTINAS de Charles Haddon Spurgeon.