Versículo para hoy:

jueves, 10 de noviembre de 2016

Confianza, alabanza y dar fruto

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Personas quebrantadas - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – NOVIEMBRE 10

“Bástale al discípulo ser como su maestro”. Mateo 10:25.

NINGUNO discutirá esta declaración, porque sería impropio que un siervo se elevara sobre su Maestro. Cuando nuestro Señor estaba en el mundo, ¿cómo era tratado? ¿Fueron reconocidas sus demandas; fueron seguidas sus instrucciones; fueron estimadas sus prendas morales por aquellos a quienes vino a bendecir? ¡No! Más bien, “fue despreciado y desechado entre los hombres”. Su lugar estaba “fuera del real”; su misión fue llevar la cruz. ¿Le proporcionó el mundo solaz y descanso? “Las zorras tienen cuevas; las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza”. Esta inhóspita tierra no le dio asilo, sino lo echó y lo crucificó. Si eres un seguidor de Jesús y mantienes una conducta consecuente y cristiana, esta será la suerte que le ha de tocar a aquella parte de tu vida espiritual que en su desarrollo exterior está bajo la observación de los hombres. Ellos te tratarán como trataron al Salvador; te despreciarán. No sueñes en que los mundanos te admirarán o que cuanto más santo y parecido a Cristo seas, la gente te tratará con más consideración. Si no estimaron la joya pulida, ¿cómo estimarán la piedra bruta? “Si al Padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Si fuéramos más semejantes a Cristo, seríamos más odiados por sus enemigos. Sería un gran deshonor para un hijo de Dios ser el favorito del mundo. Es un mal presagio el oír que el mundo malvado bate las manos y le dice al cristiano: “¡Muy bien!” En ese caso bien puede el creyente examinar su carácter y preguntarse si no ha estado haciendo algo malo cuando los injustos le están dando su aprobación. Seamos leales a nuestro Maestro y no tengamos amistad con un mundo ciego y ruin que lo desprecia y rechaza. Lejos de nosotros buscar una corona de honor donde nuestro Señor halló una de espina.

Charles Haddon Spurgeon.