Versículo para hoy:

viernes, 30 de septiembre de 2016

Dios te sostendrá - Nancy DeMoss de Wolgemuth

La Debilidad es el Camino. J.I. Packer.

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 30

“Mejor es perro vivo que león muerto”. Eclesiastés 9:4.

LA vida es cosa preciosa y, aun en sus formas más humildes, es superior a la muerte. Esta verdad es eminentemente cierta en las cosas espirituales. Es mejor ser el último en el reino de los cielos que el más grande fuera de él. El más insignificante grado de gracia es superior al más notable desarrollo de la naturaleza irregenerada. El alma en la que el Espíritu Santo injerta la vida divina tiene un precioso depósito que ninguno de los refinamientos de la cultura puede igualar. El ladrón que está en la cruz aventaja al César que está en el trono. Lázaro, que está entre los perros, es mejor que Cicerón, que está en medio de los senadores, y el cristiano más iletrado es en la presencia de Dios superior a Platón. La vida es la divisa de la nobleza en los dominios de las cosas espirituales y los hombres que no la poseen sólo son ejemplares más ordinarios o más finos del mismo material sin vida que necesita ser vivificado, pues está muerto en delitos y pecados. Un sermón evangélico, lleno de vida y de amor, aunque sea pobre de ideas y tosco de estilo es, sin embargo, mejor que un discurso muy erudito pero carente de unción y de poder. Un perro vivo vigila mejor que un león muerto y es más útil a su dueño. Así también el más pobre predicador espiritual debe ser mucho más preferido que el elocuente orador que no tiene sabiduría sino palabras, ni tiene poder sino sonidos. Lo mismo acontece con nuestras oraciones y otros ejercicios religiosos. Si, al practicarlos, somos vivificados por el Espíritu Santo, entonces estos son aceptos a Dios por Jesucristo, aunque nosotros los consideremos inútiles. En cambio, nuestros grandes actos, en los que nuestro corazón está ausente, son en la presencia del Dios viviente como los leones muertos, mera carroña. Dios nos dé gemidos, suspiros y ansias vivientes más bien que cantos sin vida y calma mortal. Cualquier cosa es mejor que la muerte. Los ladridos del perro del infierno nos mantendrán al fin despiertos, pero, ¿qué maldición mayor puede un hombre tener que una fe muerta y un testimonio sin vida? ¡Vivifícanos, vivifícanos, Señor!

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Dos horas y media de paz - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 29

“Hallé luego al que mi alma ama; trabé de él y no lo dejé”. Cantares 3:4.

¿NOS recibe Cristo cuando nos acercamos a él, no obstante toda nuestra pecaminosidad? ¿Nunca nos reprende él por haber probado primero todos los otros refugios? ¿Hay en la tierra alguno como él? ¿Es él el mejor entre todos los buenos y el más bello entre todos los hermosos? ¡Oh!, entonces alabémoslo. Hijas de Jerusalén, ensalzadlo con adufe y arpa. ¡Abajo con los ídolos! ¡Arriba con el Señor Jesús! Dejemos que los estandartes de pompa y orgullo sean hollados bajo los pies, pero que la cruz de Jesús, que el mundo burla y escarnece, sea levantada en alto. ¡Oh!, si tuviésemos un trono de marfil para nuestro Rey Salomón. Quiero que Jesús se siente en alto para siempre y que mi alma, en cambio, se siente en un escabel y bese sus pies y los lave con mis lágrimas. ¡Oh!, cuán precioso es Cristo. ¿Cómo puede ser que yo piense tan poco en él? ¿Cómo puedo yo alejarme en busca de gozo o de consuelo cuando él tiene tanta abundancia, es tan rico y tanto satisface? Compañero creyente, haz un pacto con tu corazón en el sentido de que nunca te apartarás de él, y, después, pide a tu Señor que lo ratifique. Pídele que te ponga en su dedo como un anillo y en su brazo como un brazalete. Pídele que te ciña a él así como la desposada se atavía con ornamentos y como el novio se pone sus joyas. Yo quisiera vivir en el corazón de Cristo. Mi alma quiere habitar eternamente en las hendiduras de aquella roca. “Aun el gorrión halla casa y la golondrina nido para sí donde ponga sus pollos en tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. Yo también quisiera hacer mi nido, mi casa, en ti, para que el alma de tu tórtola nunca más se aleje de ti, sino que haga su nido cerca de ti, oh Jesús, verdadero y único descanso mío.
Gloria, gloria, aleluya
Gloria, gloria a Jesús;
El me salva y me guarda;
¡Gloria, gloria a Jesús!

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Curitas en el corazón - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 28

“Vuelve siete veces”. 1 Reyes 18:43.

CUANDO el Señor lo ha prometido el buen éxito está asegurado. No es posible que el Señor no oiga el ansioso clamor de su pueblo por algo que atañe a su gloria, aunque este haya suplicado mes tras mes sin recibir respuesta. El profeta continuaba luchando con Dios sobre la cumbre del Carmelo y nunca, ni por un momento, temió que en la Corte de Jehová le fuese denegada la petición. Seis veces volvió el siervo de Elías, pero en ninguna de ellas le fueron dichas otras palabras más que estas: “Vuelve otra vez”. No debemos vacilar en incredulidad sino aferrarnos a nuestra fe hasta setenta veces siete. La fe envía una expectante esperanza para que mire desde la cumbre del Carmelo, y si no se ve nada, la envía otra vez y otra vez. Lejos de amilanarse por los frecuentes chascos la fe se siente animada a interceder más fervientemente en la presencia de Dios. Se humilla, pero no se avergüenza. Sus gemidos son más profundos y sus suspiros más vehementes, pero la fe no afloja. A la carne y a la sangre le sería agradable conseguir una pronta respuesta, pero las almas creyentes han aprendido a ser sumisas y a considerar un bien el esperar al Señor como también en el Señor. Las respuestas demoradas hacen, a menudo, que el corazón se escudriñe a sí mismo y sea conducido a la contrición y a la reforma espiritual. De esta manera los golpes mortales caen sobre nuestra maldad y “las cámaras de las imágenes” son purificadas. El gran peligro es que los hombres desmayen y pierdan la bendición. Lector, no caigas en este pecado, sino sigue orando y velando. Por fin, la pequeña nube apareció como segura precursora de abundantes lluvias. Así acontecerá contigo: la “señal para bien”, sin duda, te será dada y tú te levantarás como un príncipe que prevalece para gozar de la gracia que has demandado. Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros. Su poder para con Dios no residía en sus méritos. Si la oración de fe le fue de tanta ayuda, ¿por qué no lo han de ser para ti las tuyas? Invoca la preciosa sangre con incesante importunidad y será hecho contigo como quieres.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 27 de septiembre de 2016

Dios llama a todo tipo de madres - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 27

“Mi amado metió su mano por el agujero de la puerta y mis entrañas se conmovieron dentro de mí”. Cantares 5:4.

NO era suficiente golpear, pues mi corazón estaba cargado de sueño y, además, muy frío y desagradecido como para levantarse y abrir la puerta, pero el toque de su eficiente gracia ha hecho que mi alma se moviese. ¡Oh!, la paciencia demostrada por mi Amado, quien a pesar de haberse hallado cerrado fuera, permaneció a la puerta mientras yo dormía en el lecho de la pereza. ¡Oh!, la grandeza de su paciencia, al golpear una y otra vez, rogándome que le abriera. ¡Cómo podía yo desairarlo! ¡Vil corazón, sonrójate y confúndete! Pero la mayor de todas las demostraciones de su amor se evidenció en esto: que él mismo haya sido su propio portero y quitase con sus propias manos la tranca de la puerta. ¡Tres veces bendita sea la mano que condesciende a levantar la aldaba y a dar vuelta la llave! Ahora veo que nada sino el poder de mi Señor puede salvar a una perversa masa de maldad como soy yo. Los ritos fallan y aun el Evangelio no tiene efecto sobre mí hasta que la mano de mi Señor abra. Ahora veo también que su mano es buena donde todas las otras cosas no tienen éxito. El puede abrir cuando ninguna otra cosa lo haría. ¡Bendito sea su nombre!, siento aún ahora su bondadosa presencia. Bien pueden mis entrañas conmoverse por él, cuando pienso en todo lo que él sufrió por mí y también cuando pienso en mi mezquina retribución. Yo he permitido que mis afectos se extraviaran; he erigido rivales. ¡Oh!, el más bello y querido de los amados, yo te he tratado como trata a su marido una infiel esposa. ¡Oh!, mis crueles pecados; mi cruel egoísmo. ¿Qué puedo hacer? Las lágrimas son pobres para mostrar mi arrepentimiento; todo mi corazón bulle con indignación contra mí mismo. ¡Infeliz de mí, que traté a mi Señor, mi Todo en todo, mi muy grande gozo, como si fuera un extranjero! Jesús, tú perdonas sin reservas, pero esto no es suficiente. Impide que vuelva a serte infiel. Enjuga estas lágrimas con un beso y, después, limpia mi corazón y átalo a ti con siete cuerdas para que nunca más se extravíe.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 26 de septiembre de 2016

LA UNIÓN CON CRISTO - Pr. Samuel Masters

Perspectiva del sufrimiento - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 26

“Aúlla, oh haya, porque el cedro cayó”. Zacarías 11:2.

CUANDO en la selva se oye el estrépito del roble que cae es señal de que el leñador está allí. En esa circunstancia bien puede temblar cada uno de los árboles del bosque por el temor que, al día siguiente, la filosa hacha del bosque lo sorprenda también a él. Todos nosotros somos como árboles destinados al hacha, y la caída de uno debe recordarnos que para todos (ya sea grande como el cedro o humilde como el haya) la señalada hora se acerca apresuradamente sin previo aviso. Creo que por oír hablar frecuentemente de la muerte no nos haremos insensibles a ella. No seamos como los pájaros del campanario, que hacen sus nidos cuando las campanas están tañendo y duermen tranquilamente cuando los repiques de la solemne ceremonia llenan el ambiente de recogimiento. Consideremos a la muerte como el más serio de todos los acontecimientos y encaremos su aproximación con toda cordura. No nos conviene bromear cuando nuestro eterno destino pende de un hilo. La espada está fuera de la vaina; no juguemos, pues. Su hoja está acicalada y es muy filosa; no bromees, pues. El que no se prepara para la muerte es más que un vulgar insensato; es un demente. Cuando la voz de Dios se haga sentir entre los árboles del jardín, que tanto la higuera como el sicomoro, la haya como el cedro se apresten a oírla. Procura estar preparado, siervo de Cristo, porque tu Señor viene de repente, en el momento cuando el mundo impío menos lo espera. Esfuérzate por ser fiel en su obra, porque tu sepulcro pronto será cavado. Aparejaos, padres; procurad que vuestros hijos sean criados en el amor a Dios, pues pronto pueden quedar huérfanos. Preparaos, comerciantes; cuidad que vuestros negocios sean honrados y que sirváis a Dios con todo vuestro corazón, pues los días de vuestro servicio terrenal pronto terminarán y vosotros seréis llamados a dar cuenta de lo que habéis hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo. Dios quiera que todos nos preparemos para comparecer ante el tribunal del gran Rey con un cuidado que será recompensado con esta recomendación llena de gracia: “Bien, buen siervo y fiel”.

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 25 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 25

“El cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría”. 1 Corintios 1:30.

EL intelecto del hombre va en busca de tranquilidad, pero, por naturaleza, la busca lejos del Señor Jesucristo. Los hombres de ilustración, aun cuando sean convertidos, están propensos a considerar, con poca reverencia y afecto, la sencillez de la cruz de Cristo. Están enredados en la antigua red en la cual fueron atrapados los griegos y evidencian un marcado antojo por mezclar la Filosofía con la Revelación. El hombre de refinada cultura y de elevada ilustración tiene la tentación de apartarse de la sencilla verdad de Cristo y de idear, como lo dice el término, una doctrina más intelectual. Esto condujo al gnosticismo a las primitivas iglesias cristianas y las embelesó con toda suerte de herejías. Aquí tenemos la raíz de la Neología y de las otras bellas cosas que en días pasados estaban tan de moda en Alemania y que ahora están entrampando a cierta clase de teólogos. Quienquiera seas, buen lector, y cualquiera sea tu preparación, ten por cierto que si eres del Señor, no hallarás ninguna tranquilidad en la teología filosófica. Puedes recibir este dogma de un gran pensador o ese desvarío de otro profundo razonador, pero lo que la paja es al trigo, así serán esas cosas al lado de la pura palabra de Dios. Todo lo que esa razón, cuando está muy bien guiada, puede resolver es sólo el abecé de la verdad y, aun en eso, carece de certidumbre, mientras que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento”. Toda tentativa de parte de los cristianos de quedar satisfechos con sistemas que merezcan la aprobación de los Unitarios y de los de la Iglesia Liberal, tiene que fracasar. Los genuinos herederos del cielo tienen que volver a la muy sencilla realidad que hace brillar de gozo el ojo del gañán y alegra el corazón del pobre piadoso. “Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores”. Cuando es recibido con fe, Jesús satisface el intelecto más preparado. Pero fuera de él, la mente del regenerado no halla tranquilidad. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Buen entendimiento tienen cuantos ponen aquellos por obra”.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 24 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 24

“Yo dormía, pero mi corazón velaba”. Cantares 5:2.

LAS paradojas abundan en la vida cristiana. He aquí una de ellas: la esposa dormía y, sin embargo, velaba. Sólo puede declarar el enigma del creyente el que ha arado con la novilla de su experiencia. Los dos puntos del texto de esta noche son los siguientes: una deplorable somnolencia y un insomnio lleno de esperanza. Yo dormía. A causa del pecado que está en nosotros nos volvemos flojos en nuestros santos deberes, indolentes en nuestros ejercicios religiosos, apáticos en nuestros goces espirituales y enteramente negligentes y descuidados. Esto es vergonzoso para uno en quien habita el vivificante Espíritu, y es, además, muy peligroso. Hasta las vírgenes prudentes cabecean algunas veces. Ya es hora de quitarnos las vendas de la pereza. Es de temer que muchos creyentes pierdan su fuerza mientras duermen en el regazo de la seguridad carnal, como Sansón perdió sus guedejas. Es cruel dormir, teniendo en derredor nuestro un mundo que perece; y es una locura seguir durmiendo, estando tan cerca la eternidad. Sin embargo, ninguno de nosotros está tan despierto como debiera. Algunos truenos nos harían mucho bien y, probablemente, si no nos movemos pronto, los tengamos en forma de guerra, de pestilencias, de desgracias y de pérdidas personales. ¡Oh si dejásemos para siempre el lecho del ocio carnal y saliéramos con lámparas encendidas a recibir al Esposo que viene! Mi corazón velaba. Este es un signo promisorio. La vida, aunque está lastimosamente asfixiada, no se ha extinguido. Cuando nuestro renovado corazón lucha contra nuestra natural languidez, debiéramos estar agradecidos a la gracia soberana que mantiene dentro del “cuerpo de esta muerte” un poco de vitalidad. Jesús oirá a nuestros corazones, ayudará a nuestros corazones, visitará nuestros corazones; porque la voz del corazón vigilante es, en realidad, la voz de nuestro Amado que dice: “Ábreme”. Un celo santo quitará, sin duda, las trancas de la puerta.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 23 de septiembre de 2016

La esencia de la feminidad - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Nancy nos ayuda hoy a entender el corazón de la feminidad.

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Septiembre 23, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 23

“Jesús le dijo: Si puedes creer”. Marcos 9:23.

UN hombre tenía un hijo endemoniado que era atormentado por un espíritu mudo. El padre, habiendo visto el fracaso de los esfuerzos de los discípulos para sanar a su hijo, tenía poca o ninguna fe en Cristo y, por consiguiente, cuando Jesús le mandó que le trajese al hijo, el padre respondió: “Si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros”. Ahora bien, en esa pregunta había un “si”, pero el pobre y tembloroso padre había colocado ese “si” en un lugar que no correspondía. Jesús, por lo tanto, sin ordenarle que quitara el “si”, lo puso, muy afablemente, en su correspondiente lugar. “No”, me parece oírle decir, “no debe haber ningún «si» en cuanto a mi poder o en cuanto a mi buena voluntad. Ese «si» hay que colocarlo en algún otro lugar”. “Si puedes creer, al que cree todo es posible”. La fe del hombre se afirmó; además pidió al Señor que se la aumentara y, al momento, Jesús pronunció la palabra y el demonio salió con la orden de no volver jamás. Hay aquí una lección que necesitamos aprender. Nosotros, a semejanza de este hombre, vemos que, a veces, hay que usar un “si” en alguna parte, pero estamos siempre errando el lugar donde debe colocarse. “Si” Jesús puede ayudarme; “si” él puede darme gracia para vencer la tentación; “si” puede perdonarme; “si” puede hacerme salir victorioso… No, no es así; pues “si” tú puedes creer, Jesús puede y quiere. Tú has puesto el “si” fuera de lugar. Si tú puedes creer, con confianza, todas las cosas son posibles para Cristo, y así todas las cosas serán posibles para ti. La fe tiene valor ante el poder de Dios, y está ataviada con el poder del Altísimo. Está vestida con el ropaje real y cabalga sobre la cabalgadura del Rey, pues esa es la gracia que el Rey se complace en honrar. Ciñéndome con la gloriosa potencia del poderoso Espíritu, la fe se hace poderosa, en la omnipotencia de Dios, para obrar, para aventurarse y para sufrir. Todas las cosas, sin limitación alguna, son posibles para el que cree. Alma mía, ¿puedes tú esta noche creer en tu Señor?

Charles Haddon Spurgeon.

Un llamado alto y santo - Nancy DeMoss de Wolgemuth

jueves, 22 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 22

“Cuando mi corazón desmayare, a la peña más alta que yo me conduzcas”. Salmo 61:2.

LA mayor parte de nosotros sabe qué es tener el corazón desmayado, estar vacío como cuando alguien limpia un plato y lo da vuelta, estar hundido y echado sobre su costado como un barco vencido por la tempestad. El descubrimiento de los pecados secretos producirá este efecto, al permitir el Señor que el gran abismo de nuestras maldades entre en erupción y vomite cieno y lodo. Los chascos y los disgustos producirán este efecto cuando olas tras olas pasen sobre nosotros y nosotros seamos semejantes a un casco roto arrojado de aquí para allá por la marejada. Gracias a Dios que en esas ocasiones no carecemos de un muy suficiente solaz, pues nuestro Dios es el puerto de las naves sacudidas por el temporal, y el refugio de los peregrinos desamparados. Dios está más alto que nosotros; su gracia es más alta que nuestros pecados y su amor más alto que nuestros pensamientos. Es lastimoso que los hombres pongan su confianza en algo más bajo que ellos; en cambio, nuestra confianza está puesta en un Señor muy alto y glorioso. El es una Roca porque no cambia y una alta Roca porque las tempestades que nos abruman ruedan lejos debajo de sus pies. El no se turba por ellas, sino que las domina a su voluntad. Si nos refugiamos debajo de esta alta Roca podemos desafiar el huracán. Todo es calma bajo el sotavento de aquella elevada Roca. ¡Ay!, es tal la confusión en la que a menudo está la turbada mente, que necesitamos dirigirnos a este divino refugio. De ahí la oración del texto. ¡Oh! Dios nuestro, enséñanos por tu Santo Espíritu la senda de la fe y guíanos a tu reposo. El viento nos lleva hacia la mar; el timón no responde a nuestra débil mano. Tú, tú sólo puedes, entre las escondidas rocas, conducirnos sanos y salvos a puerto seguro. ¡Cuán dependientes somos de ti! Necesitamos que tú nos conduzcas a ti. El ser sabiamente dirigidos y guiados en seguridad y paz es don tuyo y sólo tuyo. Complácete esta noche en estar en buenas relaciones con tus siervos.

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Son los hijos realmente una bendición del Señor? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 21

“No juntes con los pecadores mi alma”. Salmo 26:9.

EL temor hizo que David orara de esta manera, pues algo le decía: “Quizás, después de todo, tú seas juntado con los réprobos”. Ese temor, aunque desfigurado por la incredulidad, brota principalmente de la santa ansiedad, originándose en el recuerdo de los pecados pasados. Posiblemente aun el hombre perdonado pregunte: “¿Qué pasará si, al fin, mis pecados son recordados y yo soy eliminado de la lista de los salvados?” El tal recuerda su actual infructuosidad: ¡tan poca gracia, tan poco amor, tan poca santidad!, y, al mirar hacia el futuro, piensa en su debilidad y en las muchas tentaciones que lo asedian y teme que pueda caer y llegue a ser presa de los enemigos. Un sentido de su pecado y de su persistente maldad lo lleva a orar con temor y temblor: “No juntes con los pecadores mi alma”. Lector, si tú has elevado esta oración y si tu carácter está correctamente descrito en el Salmo donde se halla esta oración, no necesitas temer que seas juntado con los pecadores. ¿Tienes las virtudes que tenía David: el andar en integridad y el confiar en el Señor? ¿Estás descansando en el sacrificio de Cristo y puedes rodear el altar de Dios con humilde esperanza? Si es así, vive tranquilo, pues nunca serás juntado con los réprobos, ya que esa calamidad es imposible. En la siega que se hará en el juicio, cada uno será puesto con sus iguales. Dice la Palabra: “Juntad primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí”. Si, pues, tú eres semejante al pueblo de Dios, estarás con el pueblo de Dios. No puedes estar junto al réprobo, pues tú has sido comprado con mucho precio. Redimido por la sangre de Cristo, eres suyo para siempre; y donde él está tiene que estar su pueblo. Tú eres muy amado como para ser desechado con los réprobos. ¿Puede perecer uno a quien Cristo ama? ¡Imposible! ¡El infierno no te puede retener! ¡El cielo te reclama! ¡Confía en tu Fiador y no temas!

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 20 de septiembre de 2016

¿Eres verdaderamente pro vida? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 20

“A la tarde no dejes reposar tu mano”. Eclesiastés 11:6.

A la tarde del día las oportunidades son muchas. Los hombres regresan de sus labores y el celoso conquistador de almas halla tiempo para hablar a todos del amor de Jesús. ¿No tengo yo alguna obra que hacer por Jesús esta tarde? Si no la tengo, que no deje reposar mi mano frente a un servicio que requiere mucho trabajo. Los pecadores perecen por falta de conocimiento. El que malgasta el tiempo hallará sus faldas rojas con la sangre de las almas. Jesús dio sus dos manos para que fuesen clavadas. ¿Cómo puedo yo retirar de su bendita obra una de las mías? Noche y día Jesús trabajó y oró por mí. ¿Cómo puedo yo dar siquiera una hora para regalar mi carne con ojo lujurioso? ¡Arriba, ocioso corazón! Extiende tu mano para trabajar o levántala para orar. El cielo y el infierno se muestran activos. Que yo también haga lo mismo y esta tarde siembre la buena simiente a favor del Señor mi Dios.
La tarde de la vida tiene también sus obligaciones. La vida es tan corta que una mañana de juventud y una tarde de vejez es todo lo que tiene. A algunos les parece larga. Pero lo que pasa es que para un pobre, pocos pesos constituyen una fortuna. La vida es tan breve que ningún hombre puede dejar perder un solo día. Bien se ha dicho que si un gran rey nos trajese un montón de oro y nos invitase a tomar tanto cuanto pudiésemos contar en un día, trabajaríamos todo ese día. Empezaríamos temprano por la mañana y en la tarde no dejaríamos reposar nuestra mano. Pero el conquistar almas es una labor mucho más noble. ¿Cómo es, pues, que la abandonamos tan pronto? Algunos son dejados hasta una larga tarde de lozana vejez. Si yo soy uno de ellos, procuraré usar los talentos que aún tengo y serviré a mi bendito y fiel Señor hasta los últimos instantes de mi vida. Por su gracia, seguiré luchando y sólo dejaré mi cargo cuando caiga mi cuerpo. La vejez puede instruir a la juventud, alentar al abatido y animar al desalentado. Si la caída de la tarde no tiene tanto calor, tiene, en cambio, más serena sabiduría. Por lo tanto, a la tarde, no dejaré reposar mi mano.

Charles Haddon Spurgeon.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Una Sanación más Profunda - Joni Eareckson Tada - Conferencia Fuego Extraño

¿Por qué es la vida humana valiosa? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 19

“Por este niño oraba”. 1 Samuel 1:27.

LAS almas piadosas se complacen en estimar los favores que han recibido en respuesta a la oración, pues ven en ellos una manifestación particular del amor de Dios. Cuando podemos dar el nombre de Samuel, esto es, “demandado de Dios”, a las bendiciones que recibimos, esas bendiciones serán para nosotros tan queridas como lo fue ese niño para Ana. Peninna tuvo muchos hijos, pero los tuvo como bendiciones comunes, no por haberlos pedido en oración. En cambio Ana, lo demandó con ardiente plegaria y, por eso, al dárselo el cielo, le fue muy querido. ¡Cuán agradable fue para Samsón aquella agua que halló en Enhaccore: “el pozo del que ora”! Las copas de casia hacen amargas todas las aguas, pero la copa de la oración pone dulzura en las bebidas que ella contiene. ¿Hemos orado por la conversión de nuestros hijos? Entonces, ¡cuán doblemente agradable es ver en ellos, al ser salvados, nuestras peticiones contestadas! Es mejor regocijarse por ellos como fruto de nuestras intercesiones que como fruto de nuestros cuerpos. ¿Hemos demandado al Señor algún selecto don espiritual? Cuando lo recibamos, vendrá envuelto en el áureo ropaje de la fidelidad y de la veracidad de Dios, y así será doblemente precioso. ¿He pedido éxito en la obra del Señor? ¡Cuán agradable es la prosperidad que viene volando sobre las alas de la oración! Es siempre mejor lograr que las bendiciones lleguen a nuestras casas en forma legítima, a través de la puerta de la oración; entonces esas bendiciones serán realmente bendiciones y no tentaciones. Cuando las oraciones no son contestadas rápidamente, las bendiciones se harán más ricas por la demora. El niño Jesús fue mucho más querido para María cuando lo halló después de haberlo buscado con dolor. Lo que conseguimos por la oración, debemos dedicarlo a Dios, como Ana dedicó a Samuel. El don vino del cielo; que vuelva al cielo. La oración lo trajo; la gratitud prorrumpió en alabanzas por él. La devoción, pues, debe consagrarlo. Aquí habrá una ocasión especial para decir: “lo recibido de tu mano te damos”. Lector, la oración, ¿es tu deleite o tu fastidio? ¿Cuál de los dos?

Charles Haddon Spurgeon.

domingo, 18 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 18

“Y me siguen”. Juan 10:27.

DEBIÉRAMOS seguir a nuestro Señor resueltamente como las ovejas siguen a su pastor, pues él tiene derecho a guiarnos a donde le plazca. No somos nuestros, sino comprados por precio. Reconozcamos, pues, los derechos de la sangre redentora. El soldado sigue a su capitán; el siervo obedece a su señor. Con mayor razón, entonces, debemos nosotros seguir a nuestro Redentor, de quien somos posesión adquirida. No somos fieles a nuestra profesión de cristianos si objetamos las órdenes de nuestro Jefe y Caudillo. Nuestro deber es la sumisión; nuestra insensatez, la cavilación. A menudo puede nuestro Señor decirnos lo que dijo a Pedro: “Que te importa a ti; sígueme tú”. Doquiera el Señor nos guíe, él va delante de nosotros. Aunque no sepamos dónde vamos, sabemos con quién vamos. ¿Quién teme, con tal amigo, los peligros del camino? El viaje puede ser largo, pero los eternos brazos de Dios nos llevarán hasta el fin. La presencia de Jesús es garantía de eterna salvación, pues porque él vive nosotros también viviremos. Debemos seguir a Cristo con sencillez y fe, porque las sendas en las cuales él nos guía todas terminan en gloria e inmortalidad. Es cierto que esas sendas pueden no ser llanas, sino pedregosas, pero nos conducen a la “ciudad que tiene fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios”. “Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad para los que guardan su pacto”. Pongamos plena confianza en nuestro Jefe, pues sabemos que venga la prosperidad o la adversidad, la enfermedad o la salud, la popularidad o el desprecio, su propósito se cumplirá, y ese propósito será para todo heredero de la gracia un bien puro y sin mezcla. Hallaremos placentero el subir con Cristo el yermo lado del collado y, cuando la lluvia y la nieve caigan en nuestro rostro, el caro amor de Cristo nos hará mucho más felices que los que se sientan cerca del hogar y calientan sus manos al calor del fuego del mundo. Seguiremos a nuestro Amado hasta la cumbre de Amana, hasta las guaridas de los leones y hasta los montes de los tigres. Precioso Jesús, atráenos y correremos en pos de ti.

Charles Haddon Spurgeon.

sábado, 17 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 17

“Anímale”. Deuteronomio 1:38.

DIOS se sirve de los suyos para que se animen los unos a los otros. El no dijo al ángel Gabriel: “Mi siervo Josué está por conducir a mi pueblo a Canaán; ve y anímalo”. Dios nunca obra milagros innecesarios. Si sus propósitos pueden ser cumplidos por medios ordinarios, no usará medios milagrosos. Gabriel no hubiese estado en mejores condiciones que Moisés para cumplir su cometido. La simpatía de un hermano es más valiosa que la embajada de un ángel. El ángel hubiera conocido mejor el mandato del Señor que el temperamento de Josué. El ángel nunca conoció las penurias de la peregrinación ni vio las serpientes ardientes ni guió, como lo hizo Moisés, a la multitud de dura cerviz. Debiéramos estar agradecidos de que, por lo común, Dios obre a favor del hombre. Esto constituye un vínculo de fraternidad; y, al depender, recíprocamente los unos de los otros, nos fundimos en una familia en forma más compacta. Hermano, acepta este texto como un mensaje de Dios. Esfuérzate por ayudar a otros y especialmente procura animarlos. Conversa alegremente con el joven que pregunta con ansias de aprender y procura con amor quitar de su camino las piedras de tropiezo. Cuando halles en el corazón una chispa de gracia, arrodíllate y sóplala hasta que se convierta en una llama. Deja que el joven creyente descubra por grados la aspereza del camino, pero háblale del poder que hay en Dios, de la seguridad de la promesa y del encanto de la comunión con Cristo. Aspira a consolar al triste y animar al abatido. Habla una palabra en sazón al cansado y anima a los que temen a proseguir su camino con gozo. Dios te anime a ti con sus promesas. Cristo te anime al señalarte el cielo que ha conquistado para ti, y el Espíritu Santo te anime al obrar en ti el querer y el hacer por su buena voluntad. Imita la sabiduría divina y anima a otros de acuerdo con el pasaje de esta noche.

Charles Haddon Spurgeon.

viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Rendirías tus derechos? - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Es un gran testimonio el que otros vean humildad en ti.

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Septiembre 16, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 16

“¿Soy yo la mar o la ballena que me pongas guarda?” Job 7:12.

LA pregunta que hace Job al Señor en este versículo es una pregunta rara. Job se sintió demasiado insignificante como para que fuese tan severamente vigilado y castigado, y creía que no era tan indomable como para necesitar ser reprimido de esa forma. Era natural que hiciese esta pregunta uno que estaba cercado de dolores tan insoportables; pero, después de todo, esa pregunta merecía una humilde respuesta. Es verdad que el hombre no es la mar, pero, sin embargo, es más revoltoso e indomable que ella. La mar obedece y respeta los límites y, aunque estos sólo sean una faja de arena, no los sobrepasa. Poderosa como es, la mar obedece la divina orden “hasta aquí”, aun cuando esté agitada con furiosa tempestad. Pero el obstinado hombre desafía al cielo y tiraniza a la tierra y su rebelde ira no tiene fin. La mar, obediente a la luna, tiene sus flujos y sus reflujos con incesante regularidad y así obedece activa y pasivamente. Pero el hombre, inquieto más allá de su esfera, duerme cuando tiene que cumplir con su deber y se muestra indolente cuando debiera ser activo. El hombre, ante el mandato de Dios, ni viene ni va; prefiere, malhumorado, hacer lo que no debiera hacer y dejar de hacer lo que se le ordena. Cada gota del océano, cada burbuja, cada copo de espuma, cada ostra y cada guijarro obedece a la ley que le fue impuesta. ¡Oh si nosotros fuésemos una milésima parte tan sumisos a la voluntad de Dios! Llamamos a la mar variable y engañosa, pero, en cambio, ¡cuán invariable es! Desde los días de nuestros padres y aun antes de ellos, la mar está donde estaba, golpeando sobre los mismos riscos, produciendo el mismo ruido. Sabemos dónde hallarla, pues ella no deja su lecho y no cambia en su incesante bramido. Pero, ¿dónde está el hombre, el hombre vano y voluble? ¿Puede el hombre sospechar siquiera por qué insensatez será próximamente seducido para desobedecer? Necesitamos más vigilancia que la que necesita el encrespado mar, pues somos más rebeldes que el. Señor, guíanos para que te glorifiquemos. Amén.

Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Cuando sea perfecta, entonces lo fastidiaré - Nancy DeMoss de Wolgemuth

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 15

“El pueblo a él cercano”. Salmo 148:14.


LA dispensación del antiguo pacto era la dispensación de la distancia. Cuando Dios apareció a su siervo Moisés, le dijo: “No te llegues acá; quita tus zapatos de tus pies”. Y cuando en el monte Sinaí se manifestó a su elegido y separado pueblo, uno de los primeros mandamientos que dio fue este: “Señalarás término al pueblo en derredor del monte”. Tanto en el culto del tabernáculo como en el del templo, la idea de la distancia era siempre prominente. El vulgo no entraba ni aun en el atrio exterior. En el atrio interior sólo los sacerdotes podían atreverse a entrar, mientras que en el lugar más secreto, o en el Lugar Santísimo, entraba sólo el Sumo sacerdote una vez por año. Era como si el Señor quisiera enseñar a los hombres, en esas primitivas edades, que el pecado le era tan enteramente repugnante que tenía que tratarlos como si fueran leprosos, echándolos del campamento. Y aunque se acercó a ellos, les hizo, sin embargo, sentir la extensión de la separación entre él, como Dios Santo, y ellos, como impuros pecadores. Cuando se empezó a predicar el Evangelio fuimos colocados en una base muy distinta. La palabra “alejaos” fue reemplazada por “acercaos”. La distancia dio lugar a la proximidad y los que en otro tiempo estábamos lejos hemos sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. La Deidad encarnada no tiene en derredor suyo ninguna muralla de fuego. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar” fue la jubilosa proclama de Dios en los días de su carne. Ahora él no enseña al leproso colocándolo a cierta distancia, sino sufre en sí mismo el castigo de la corrupción del leproso. ¡Qué posición de seguridad y de privilegio significa ser hechos cercanos a Dios por medio de Jesús! ¿Conoces esto por experiencia? Si lo conoces, ¿estás viviendo en el poder de esa posición? Maravilloso es vivir aquí cerca de Dios; sin embargo, esta dispensación ha de ser seguida por otra de una comunión aun más íntima en el día cuando se diga: “El tabernáculo de Dios con los hombres y morará con ellos”. ¡Oh, Señor, apresura ese día!

Charles Haddon Spurgeon.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Por qué Jesús modeló la sumisión - Nancy DeMoss de Wolgemuth

¿No es maravilloso que Dios pueda lidiar con nuestras fallas?

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Septiembre 14, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 14

“Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones a Jehová, y tú perdonaste la maldad de mi pecado”. Salmo 32:5.

EL dolor de David por su pecado fue amargo. Sus efectos se hicieron visibles en su cuerpo. “Sus huesos se envejecieron”. “Se volvió su verdor en sequedad de estío”. David no pudo hallar ningún remedio hasta que hizo una completa confesión delante del trono de la gracia celestial. El nos dice que por un tiempo estuvo callado y su corazón se llenó más y más de dolor. Como un pequeño lago entre montañas cuya salida está bloqueada, así su alma estaba llena de torrentes de aflicción. David buscó excusas, se esforzó en desviar sus pensamientos, pero todo fue en vano. Como una llaga que se ulcera, su dolor se agravó, y como él no quería usar la lanceta de la confesión, su espíritu se atormentó aun más y no halló descanso. Al fin, llegó a la conclusión de que tenía que volver a Dios en humilde arrepentimiento o morir irremediablemente. Fue, pues, en seguida al propiciatorio y allí desenrolló el rollo de sus iniquidades delante de Dios, que todo lo ve, confesando todo su mal con palabras como las del Salmo 51 y otros salmos penitenciales. Una vez hecho esto (acto sencillo y, sin embargo, tan dificultoso para el orgullo) recibió en seguida el perdón divino. Los huesos que habían sido abatidos se recrearon y David salió de su encierro para cantar las bienaventuranzas del hombre cuyas iniquidades fueron perdonadas. ¡Mira el valor de una confesión de pecados obrada por la gracia! Esa confesión debe ser muy estimada, pues en todos los casos donde hay una genuina confesión, el perdón es libremente otorgado; no porque el arrepentimiento y la confesión merezcan perdón, sino por causa de Cristo. ¡Bendito sea Dios, siempre hay cura para un corazón quebrantado! La fuente siempre está fluyendo para limpiarnos de nuestros pecados. En verdad, oh Señor, tú eres un Dios “pronto a perdonar”. En consecuencia, nosotros confesamos nuestros pecados.

Charles Haddon Spurgeon.

martes, 13 de septiembre de 2016

Segura, fuerte y sumisa - Nancy DeMoss de Wolgemuth

Se necesita ser una mujer fuerte para someterse.

Programas de la serie

Tomado de Nancy Leigh DeMoss. Programa radial emitido Septiembre 13, 2016. www.AvivaNuestrosCorazones.com.

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 13

“Este a los pecadores recibe”. Lucas 15:2.

OBSERVA la condescendencia que hay aquí. “Este”, Jesús, que se eleva sobre todos los hombres como santo, inocente, limpio y apartado de pecadores, recibe a los pecadores. Este Hombre, que no es sino el eterno Dios, ante quien los ángeles cubren sus rostros, recibe a los pecadores. Se necesita la lengua de un ángel para describir tan portentosa condescendencia de amor. Que alguno de nosotros se muestre dispuesto a buscar a los perdidos no tiene nada de admirable, pues estos son nuestros semejantes; pero que él, el ofendido Dios, contra quien se cometió la transgresión tome forma de siervo, lleve el pecado de muchos y se muestre dispuesto a recibir al más vil de los viles, eso es portentoso.
“Este a los pecadores recibe”. No, sin embargo, para que permanezcan pecadores, sino para perdonar sus pecados, justificar sus personas, limpiar sus corazones con su santificadora palabra, preservar sus almas con la morada del Espíritu Santo y permitirles que lo sirvan, haciendo públicas sus alabanzas y teniendo comunión con él. Jesús recibe a los pecadores con el amor de su corazón; los saca del estercolero y los lleva como joyas en su corona; los arrebata del fuego como tizones y los guarda como costosos monumentos de su gracia. En la presencia de Jesús, nada es más precioso que los pecadores por quienes él murió. Cuando Jesús recibe a los pecadores no los recibe en la puerta de la calle, ni los admite por caridad en un lugar improvisado como se hace con los mendigos que están de paso, sino abre las puertas de oro de su regio corazón y recibe él mismo al pecador; sí, admite al humilde penitente a una unión íntima y personal y los transforma en miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. ¡Nunca hubo una recepción como esta! Eso es aún más cierto esta noche cuando Jesús todavía recibe a los pecadores. ¡Dios quiera que los pecadores lo reciban a él!

Charles Haddon Spurgeon.