Versículo para hoy:

sábado, 16 de septiembre de 2023

SETIEMBRE 16 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Participantes de la naturaleza divina”. 2 Pedro 1:4.

SER participante de la naturaleza divina no es, por supuesto, convertirse en Dios. Eso no puede ser. De la esencia de la Deidad no puede participar la criatura. Entre la criatura y el Creador habrá siempre un golfo, en cuanto a la esencia; pero como el primer hombre, Adán, fue hecho a la imagen de Dios, así nosotros, por la renovación del Espíritu Santo, somos, en un sentido aun más sublime, hechos a la imagen del Altísimo, y somos además participantes de la naturaleza divina. Somos, por su gracia, hechos semejantes a Dios. “Dios es amor”, y nosotros nos convertimos en amor, pues “el que ama es nacido de Dios”. Dios es verdad, y nosotros llegamos a ser verdaderos, y amamos al que es verdadero. Dios es bueno, y nos hace buenos por su gracia, de modo que lleguemos a ser los de limpio corazón que verán a Dios. Además, nosotros llegamos a ser participantes de la naturaleza divina en un sentido aun más elevado que este, tan elevado como pueda concebirse, excepto el ser divinos absolutamente. ¿No hemos llegado a ser miembros del cuerpo de la divina persona de Cristo? Sí, la misma sangre que corre por la cabeza corre también por las manos. Y la misma vida que anima a Cristo anima a los suyos, pues “vosotros muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Más aun: pues, como si eso no fuera suficiente, nosotros estamos desposados con Cristo. El nos ha desposado en justicia y en fidelidad, y el que está unido al Señor es un espíritu con él. ¡Oh maravilloso misterio! Nosotros lo contemplamos, pero ¿quién lo entenderá? ¡Uno con Jesús; uno con él de tal manera que el sarmiento no está más unido a la vid de lo que nosotros lo estamos a nuestro Señor, Salvador y Redentor! Mientras nos regocijamos en esto, recordemos que los que son hechos partícipes de la naturaleza divina, deben manifestar ese alto y santo parentesco en su comunicación con los demás.

SETIEMBRE 15 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“No temerá a causa de malas noticias”. Salmo 112:7.

CRISTIANO, tú no debes temer la llegada de malas noticias, porque si tú te afliges por ellas, ¿qué más haces que los otros hombres? Los otros hombres no tienen como tú a Dios, a quien acudir; no han probado su fidelidad, como lo has hecho tú, y no hay que admirarse si ellos se abaten con sobresaltos y se acobardan con temor. Pero tú profesas ser de otro espíritu; has sido engendrado otra vez en esperanza viva, y tu corazón vive en el cielo y no en las cosas terrenales. Si estás turbado, ¿cuál es el valor de la gracia que profesas haber recibido? ¿Dónde está la dignidad de aquella nueva creación que pretendes poseer? Además, si, como los otros, estás lleno de sobresaltos, serás inducido a cometer los pecados que cometen ellos, cuando están pasando por penosas circunstancias. Los impíos, cuando son sorprendidos por malas noticias, se rebelan contra Dios, murmuran y piensan que Dios los trata duramente. ¿Quieres caer tú en el mismo pecado? ¿Quieres provocar al Señor como lo hacen ellos? Además, los inconversos recurren frecuentemente a medios erróneos para escapar de sus dificultades, y tú, sin duda, harás lo mismo si te rindes a la presión de la presente dificultad. Confía en el Señor y espera pacientemente en él. El mejor rumbo que puedes tomar es hacer lo que hizo Moisés ante el Mar Rojo: “Estar quedo y ver la salvación de Dios”. Porque si das cabida al temor cuando oyes malas noticias, serás incapaz de hacer frente a la aflicción, con aquella serena tranquilidad, que te da fuerzas para cumplir con el deber y te sostiene en la adversidad. ¿Cómo puedes glorificar a Dios si haces el papel del cobarde? Los santos han cantado frecuentemente en el fuego las mejores alabanzas de Dios, ¿y tú quieres, como si nadie te ayudara, que tus dudas y desalientos magnifiquen al Altísimo? Anímate, pues, y confía en la fidelidad de Dios.