(d) Por otra parte, estar sin Cristo es estar sin el cielo. Al decir esto no quiero decir solamente que no hay entrada al cielo, sino que "sin Cristo" no podría haber ninguna felicidad al estar allí. El hombre sin su Salvador y Redentor nunca se sentiría cómodo en el cielo. Sentiría que no tiene ningún derecho de estar allí; sería imposible que se sintiera valiente, confiado y tranquilo. En medio de la pureza y la santidad de los ángeles, bajo los ojos de un Dios puro y santo, no podría levantar la cabeza, se sentiría confundido y avergonzad. La esencia de todos los conceptos correctos del cielo es que allí está Cristo.
¿Hay alguno que sueña con un cielo en el que Cristo no tiene un lugar? Despierte de su locura. Sepa que en cada descripción del cielo que la Biblia contiene, la presencia de Cristo es esencial. "En medio del trono", dice Juan, "estaba en pie un Cordero como inmolado". El trono mismo de Dios es llamado "el trono de Dios y del Cordero". El Cordero es la luz del cielo y el templo de él. Los santos que moran en el cielo han de ser alimentados por el Cordero y él mismo "los guiará a fuentes de aguas de vida". A la reunión de los santos en el cielo se le llama "las bodas del Cordero" (Ap. 5:6; 22:3; 21:22-23; 7:17; 19:9). Un cielo sin Cristo no sería el cielo de la Biblia. Estar "sin Cristo" es estar "sin cielo".
Me sería fácil agregar otras cosas. Le diría que estar sin Cristo es no tener vida, no tener fortaleza, no tener seguridad, no tener un fundamento, no tener un amigo en el cielo y no tener justicia. ¡No hay nadie en peores condiciones que los que están sin Cristo!
El Señor Jesús tiene el propósito de ser para el alma del hombre lo que el arca fue para Noé, lo que el cordero pascual fue para Israel en Egipto, lo que el maná, la piedra golpeada, la serpiente de bronce, la columna de nube y fuego, el chivo expiatorio fueron para las tribus en el desierto. ¡No hay peores desamparados que los que están sin Cristo!
Lo que la raíz es para las ramas, lo que el aire es para nuestros pulmones, lo que el alimento y el agua son para nuestro cuerpo, lo que el sol es para la Creación, todo esto y mucho más tiene Cristo, el propósito de ser para nosotros. ¡Nadie es tan indefenso, nadie es tan digno de lástima como el que está sin Cristo!
Reconozco que si no existieran cosas como las enfermedades y la muerte, si los hombres y mujeres nunca envejecieran y vivieran sobre esta tierra para siempre, el tema de este capítulo no tendría ninguna importancia. Pero todos sabemos que las enfermedades, la muerte y el sepulcro son tristes realidades.
Si esta vida fuera todo, si no hubiera un juicio, ni el cielo, ni el infierno, ni la eternidad, sería una pérdida de tiempo molestarse con preguntas como la de este capítulo. Pero usted tiene una conciencia. Sabe bien que viene el día más allá de la tumba cuando tendrá que rendir cuentas. Todavía hay un Día del Juicio por venir.
El tema de este capítulo no es un asunto superficial. No es poca cosa ni carece de valor. Demanda l atención de cada persona sensata. Es la raíz misma de aquella cuestión de primordial importancia que es la salvación de nuestras almas. Estar "sin Cristo" es ser el más miserable de los hombres.
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