(e) ¡Cuántos pastores trabajan intensamente en su profesión durante años y, después, pierden su entusiasmo y se hacen indolentes por amor a este mundo! Al principio de su ministerio parecen dispuestos a consagrar todas sus fuerzas a la causa de Cristo, trabajan a tiempo y fuera de tiempo, su predicación es entusiasta y sus iglesias están llenas. Su delicia semanal es cuidar bien a sus congregaciones, tener reuniones caseras, reuniones de oración y visitar casa por casa. ¡Pero, ay, cuántas veces después de "comenzar por el Espíritu" terminan "en la carne" y, como a Sansón, les es quitada su fuerza en el regazo de esa Dalila que es el mundo!
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1"¡Recuerde al Dr. Dodd! Yo mismo le oí decir a su manada, con la cual estaba reunido en su propia casa, que se veía obligado a dejar ese método de ayudar a sus almas porque lo exponían a constantes reproches. De hecho dejó de usarlo y fue cayendo en una debilidad tras otra de su naturaleza corrupta ¡y bajo qué reproche murió!" [Murió en la horca por fraude]. -Life and Letters (Vida y Cartas) por Venn, p. 238, edición 1853.
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Es triste escribir estas cosas, pero es mucho más triste verlas. Es triste observar cómo cristianos profesantes pueden enceguecer sus conciencias con argumentos artificiosos sobre este tema y pueden defender la mundanalidad hablando de "los deberes de su posición social", "la importancia de la cortesía en la vida" y la necesidad de tener una "religión jovial".
Es triste ver cómo muchos barcos gallardos emprenden el viaje de la vida con todas las perspectivas de lograr el éxito y, dejando filtrar el agua de la mundanalidad, naufragan con toda su carga muy cerca ya de arribar a puerto seguro. Es de lo más triste observar cómo muchos creen que todo anda bien con sus almas cuando, en realidad, todo anda mal en razón de que aman al mundo. Peinan canas aquí y allá, pero ni se dan cuenta. Empezaron como Jacob, David y Pedro y, lo mas probable es que, terminen como Esaú, Saúl y Judas Iscariote. Empezaron como Rut, Ana, María y Pérsida y, lo más posible es que, terminen como la esposa de Lot.
Cuidado con una fe cristiana a medias. Cuidado con seguir a Cristo por una motivación secundaria: Para complacer a sus familiares y amigos, para mantener las costumbres del lugar o de la familia de la cual es parte o por querer parecer respetable y tener fama de ser espiritual. Siga a Cristo por quién es él, si es que lo va a seguir. Sea esmerado, sea auténtico, sea sincero, sea sólido y ponga todo su corazón en ser cristiano. Si va a tener una fe cristiana, que sea auténtica. Cuídese de no cometer el mismo pecado de la mujer de Lot.
Cuidado con pensar que puede avanzar mucho en su fe y, a la vez, tratar de seguir la corriente del mundo. No quiero que ningún lector se convierta en un ermitaño, monje o monja. Mi anhelo es que cada uno cumpla su verdadero deber en ese lugar en la vida al que fue llamado. Pero sí quiero insistir en que cada cristiano profesante que quiere ser feliz, sepa la inmensa importancia de no hacer ningún compromiso entre Dios y el mundo. No trate de negociar, como si quisiera darle a Cristo lo menos posible de su corazón y conservar todo lo posible de las cosas de esta vida. Cuidado con no excederse y terminar perdiéndolo todo. Ame a Cristo con todo su corazón, su mente, alma y fuerzas. Busque primeramente el reino de Dios y estoy seguro de que, entonces, todas las demás cosas le serán añadidas. Cuidado con terminar siendo una copia del personaje que describe John Bunyan, el señor Dos-caras. Por su felicidad, por su provecho, por su seguridad y por su alma, cuídese del pecado de la mujer de Lot. Oh, es muy serio lo que dijo nuestro Señor Jesús: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lc. 9:62).
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