Versículo para hoy:

lunes, 12 de mayo de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)


 (a)  Algunos creyentes son "ríos de agua viva" durante su vida. Sus palabras, su 
conversación, su predicación y su enseñanza, son medios por los cuales el agua viva ha fluido a los corazones de sus prójimos. Entre ellos tenemos a los apóstoles que no escribieron ninguna epístola y sólo predicaron la Palabra. Algunos como 
Lutero, Whitefield, Wesley, Berridge, Rowlands y otros miles, vertieron "ríos de agua viva" durante su estancia en la tierra.

    (b) Algunos creyentes son "ríos de agua viva" cuando mueren. Su valentía al enfrentar al rey de los terrores, su firmeza en medio de sus peores sufrimientos, su fe inquebrantable en la verdad de Cristo aun mientras morían en la hoguera, la paz que manifestaban al borde del sepulcro han causado que miles reflexionen y centenares se arrepientan y crean en Cristo Jesús. Tales, por ejemplo, fueron los primeros mártires, a quienes los emperadores romanos persiguieron. Tales fueron John Huss y Gerónimo de Praga. Otros como Cranmer, Ridley, Latimer, Hooper y el resto del noble ejército de mártires fueron como "ríos de agua viva" en el momento de expirar. La obra que hicieron en la hora de su muerte fue mucho más grande que lo que hicieron en vida, como pasó con Sansón.

    (c) Algunos creyentes son "ríos de agua viva" mucho tiempo después de su muerte. Lo son por sus libros y escritos que circulan en todas partes del mundo mucho tiempo después de que las manos que sostuvieron la pluma se convirtieran en polvo. Entre ellos tenemos a Bunyan, Baxter, Owen, George Herbert y Robert M'Cheyne. Estos siervos benditos de Dios, probablemente, son ahora de más bendición por sus libros de lo que lo fueron con las palabras que dijeron durante sus vidas. Podemos decir de su herencia literaria lo que dice la Escritura acerca de la ofrenda de Abel: "Y muerto, aún habla por ella" (He. 11:4).

    (d) Por último, algunos creyentes son "ríos de agua viva" por el encanto de su comportamiento cotidiano. Hay muchos cristianos consecuentes, callados y gentiles que sin decir mucho ni hacer tanto ruido, sin darse cuenta, ejercen una influencia profunda sobre todo su entorno para bien. Los que fueron bendecidos por su manera de ser, fueron "ganados sin palabra" (1 P. 3:1). Su cariño, su buen carácter, su dulzura y su generosidad, hablan silenciosamente en un amplio círculo y siembran en las mentes las semillas que conducen a la reflexión y el autoanálisis. Fue un tremendo testimonio el de una anciana que falleció llena de paz, quien decía que además de debérsela a Dios, le debía su salvación al Sr. Whitefield: "No fue por ningún sermón que predicó, no fue por nada que jamás me dijo. Fue por la hermosa constancia y dulzura de su vida diaria en la casa donde se estaba quedando cuando yo era apenas una niña. Me dije a mí misma que si alguna vez buscara yo a Dios, el Dios del Sr. Whitefield sería mi Dios".

    Haga suyo este aspecto que incluye la promesa de nuestro Señor y no lo olvide nunca. No piense ni por un momento que su propia alma es la única que será salva si usted acude a Cristo por fe y lo sigue. Piense en la bendición de ser un "río de agua viva" para los demás. ¡Quién sabe si usted no será el medio para traer a muchos otros a los pies de Cristo! Viva, actúe, hable, ore y obre teniendo esto siempre en mente. Conocí una familia, compuesta del padre, la madre y diez hijos en que el evangelio entró al hogar por una de las hijas; al principio ella era la única creyente y el resto de la familia estaba en el mundo. Y, no obstante, antes de morir, pudo ver a sus padres y a todos sus hermanos entregados al Señor; y todo comenzó, humanamente hablando, ¡por su influencia! En vista de esto, no dudemos de que el creyente puede ser para otros un "río de agua viva". Quiz{a las conversiones no sucedan durante su vida y puede morir antes de verlas. Pero nunca dude de que una conversión, generalmente, lleva a otras conversiones y que son pocos los que van solos al cielo. Cuando falleció Grimshaw de Haworth, el apóstol del norte, su hijo vivía sin fe y sin Dios. Al paso del tiempo, el hijo se convirtió. ¿Cuál fue el factor determinante en su conversión? Nunca olvidó los consejos y el ejemplo de su padre. Sus últimas palabras fueron: "¿Qué dirá mi anciano padre cuando me vea en el cielo?" Animémonos, sigamos teniendo esperanza y creyendo la promesa de Cristo.

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