Versículo para hoy:

lunes, 3 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

En tales tiempos hasta los mejores corazones están demasiado inclinados a ser sorprendidos por un temor que los esclaviza. Si Siria hace alianza con Efraín, los corazones de la casa de David tiemblan como los árboles del bosque que se agitan con el viento. Cuando hay señales atemorizantes en los cielos, o angustia de los pueblos confundidos, cuando rugen las olas del mar, los corazones de los hombres caen en temor al ver las cosas que vienen sobre la tierra.

Incluso Pablo alguna vez se quejó "de fuera, conflictos; de dentro, temores" ( 2 Corintios 7:5). Pero, hermanos míos, estas cosas no deberían ser así; los creyentes deberían tener un espíritu más elevado, del mismo modo que lo tenía David cuando su corazón se mantenía en una buena disposición: "El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmos 27:1)

Que nadie sea un esclavo del temor, excepto los siervos del pecado, que los que se deleitan en la maldad teman la maldad. No permitamos que lo que Dios ha puesto como amenaza de juicio para los impíos capture el corazón de los justos. "Infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga" (Levítico 26:36) ¡Qué personas de espíritu tan pobre son aquellas que huyen al sonido de una hoja! Una hoja produce un sonido agradable, no terrible. Es como una música natural. Pero para una conciencia culpable, incluso el silbido de las hojas es como tambores y trompetas. "No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7). El dominio propio, que se levanta aquí en oposición al temor, es una conciencia sin mancha, no debilitada por la culpa, y eso debería hacernos confiados como leones.

Sé que de un creyente no podemos decir lo mismo que Dios dijo de leviatán, que fue creado sin temor. Hay un temor natural en todos los hombres, y es tan difícil quitarlo por completo como lo sería quitar el cuerpo mismo. El temor es una perturbación de la mente, que surge de la percepción de un peligro que se acerca, y mientras los peligros se acerquen, tendremos perturbaciones en nuestro interior.

Mi propósito no es recomendar una apatía estoica, ni disuadir a nadie de un temor preventivo que sea adecuado al problema y sirva a nuestra alma. Existe un temor que nos abre los ojos para predecir el peligro, y nos motiva a ser prudentes y a utilizar los medios que podamos para prevenirlo. Así fue en el caso de Jacob, que tuvo temor y actuó con prudencia cuando esperaba encontrarse con su enfadado hermano Esaú.

De lo que pretendo que guardemos nuestros corazones es del temor de la timidez, de la falta de confianza en nosotros mismos. Esa emoción tiraniza e invade el corazón en momentos de peligro, distrae, debilita y nos desacomoda para realizar nuestro deber. Lleva a las personas a utilizar medios ilegítimos, y las atrapa. Veamos cómo un cristiano puede guardar su corazón de los temores que distraen y atormentan en tiempos de peligros amenazantes. Hay varias reglas excelentes para guardar el corazón del temor pecaminoso.

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