Versículo para hoy:

lunes, 11 de marzo de 2024

MARZO 10 - Nuevas Misericordias Cada Mañana - Paul David Tripp

 Las cosas fuera de ti, sin importar lo difíciles que sean, no son tan peligrosas como el desastre dentro de ti, y para eso tienes la gracia de Jesús a tu disposición.


Escucha las palabras de Jesús:

De nuevo Jesús llamó a la multitud. "Escúchenme todos", dijo, "y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina". Después de que dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho. "¿Tampoco ustedes pueden entenderlo?", les dijo. "¿No se dan cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla? Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y después va a dar a la letrina". Con esto Jesús declaraba limpios todos los alimentos. Luego añadió: "Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona". (Marcos 7:14-23).

Jesús está diciendo algo muy poderoso. No puedes derrotar el desastre del pecado al separarte de personas o experiencias pecaminosas. Ahora, eso puede ser algo bueno, pero nunca erradicará el problema de tu pecado. Si pudieras derrotar al pecado al separarte de sus manifestaciones externas, la encarnación de Jesús no sería necesaria. Mira, no somos monjes medievales. Ellos pensaban que la manera de derrotar al pecado era mediante la separación del mundo exterior. Sabemos que esos monjes replicaban los mismos males de los cuales huían. ¿Sabes cuál era el gran error de los monasterios? La respuesta es muy sencilla: admitían humanos. Cuando humanos entraban al monasterio, sus corazones pecaminosos entraban tras ellos y gracias a eso recreaban todas las cosas de las cuales estaban huyendo.

Jesús nos llama a humillarnos y a admitir que el mayor peligro para cada uno de nosotros no reside fuera de nosotros, sino en la iniquidad de nuestro propio corazón. Una vez que hayas admitido eso, empezarás a entusiasmarte en cuanto a la gracia de Dios en Jesucristo. Si tu mayor problema está fuera de ti, realmente no necesitas la gracia de Dios; solo necesitas un cambio en tu situación o tus relaciones. Ahora comprendo por qué a muchas personas que se denominan cristianas no les entusiasma la gracia. Si crees que el ambiente es tu problema, no apreciarás la gracia, pero una vez que admites que tú eres tu mayor problema, serás capaz de celebrar la gracia que te rescata de ti mismo.

Para profundizar y ser alentado: Romanos 3:21-31

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