Versículo para hoy:

domingo, 2 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 1

“Es el tiempo de buscar a Jehová”. Oseas 10:12.

ESTE mes empiezan a abrirse los brotes y pimpollos de todas las flores, pues hemos llegado, en el curso del año, a la estación de las flores. Amado lector, si aún no tienes el gozo de ser salvo, procura que tu corazón, en armonía con la naturaleza, se abra para recibir al Señor. Que cada pimpollo que florezca este año sea para ti una advertencia de que ha llegado el tiempo de buscar al Señor. No vivas desentonado con la naturaleza; haz que de tu corazón broten santos deseos. ¿Me dices que en tus venas bulle la sangre ardiente de la juventud? Entonces te suplico que consagres tus energías juveniles para servir al Señor. Yo me he sentido indeciblemente feliz por haber sido llamado en los primeros años de mi vida, y por eso alabo gustosamente al Señor todos los días. La salvación es inapreciable, cualquiera sea la edad en que la recibimos, pero ¡oh!, una salvación temprana tiene en sí doble valor. Jóvenes de ambos sexos, puesto que podéis perecer antes de llegar a la madurez, os anuncio que ha llegado para vosotros el tiempo de buscar al Señor. Y vosotros que sentís los primeros síntomas de decadencia, apresurad vuestros pasos; esa tos seca, aquel color amarillo son avisos con los cuales no debéis jugar. Para vosotros, pues, especialmente, ha llegado el tiempo de buscar al Señor. Observo que vuestros cabellos, una vez tan hermosos, se están encaneciendo. Tened presente que los años corren apresuradamente, y que la muerte se acerca con celeridad. Amado lector, si tu edad es avanzada te ruego y te imploro que no demores más. El día de la gracia aun no ha terminado para ti; muéstrate agradecido, pero no olvides que su duración es muy limitada. En el principio de esta primavera te hablo por medio de esta página en la mejor forma posible; y, como siervo de Dios, pongo delante de ti, desde lo más íntimo de mi alma, esta exhortación: Ha llegado el tiempo de buscar al Señor. No menosprecies esta amonestación, pues podría ser el último llamamiento que se te dirige para huir de la destrucción, las últimas sílabas de los labios de la gracia.

Charles Haddon Spurgeon.

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