Versículo para hoy:

domingo, 11 de septiembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – SEPTIEMBRE 11

“Guíame, Jehová, en tu justicia a causa de mis enemigos”. Salmo 5:8.


MUY amarga es la enemistad del mundo contra el pueblo de Dios. Los hombres olvidan mil faltas de otros, pero exageran la más insignificante falta que cometen los seguidores de Jesús. En lugar de lamentarnos por esto, procuremos más bien sacar provecho, y, ya que muchos están acechando nuestras claudicaciones, procuremos andar muy cuidadosamente delante de Dios. Si vivimos negligentemente, los ojos de lince del mundo pronto nos verán y con sus centenares de lenguas esparcirán el embuste exagerado y decorado por el celo del calumniador. El mundo exclamará triunfalmente: “¡Ajá, así los quería sorprender! ¡Miren lo que hacen estos cristianos! ¡En realidad son unos hipócritas!” Obrando así, haremos mucho daño a la causa de Cristo y seremos motivo de que su Nombre sea afrentado. La cruz de Cristo es en sí misma un escándalo al mundo. Procuremos, pues, no añadir nosotros ningún otro escándalo. La cruz de Cristo es “a los judíos, tropezadero”. No pongamos, pues, más tropiezos donde ya hay más que suficiente. “A los gentiles, locura”. No añadamos, pues, nuestra insensatez para dar lugar al escarnio con que la sabiduría del mundo ridiculiza el Evangelio. ¡Cuán desconfiados deberíamos ser de nosotros mismos! ¡Cuán rigurosos con nuestras conciencias! ¡Cuán prudentes debiéramos ser en presencia de nuestros adversarios, que tergiversan nuestras mejores acciones y que, cuando no pueden hacer eso, ponen en tela de juicio nuestros móviles! Los peregrinos son mirados como sospechosos mientras atraviesan la Feria de la Vanidad. No sólo se nos vigila estrechamente, sino que tenemos en nuestro derredor más espías de lo que podemos imaginar. Ese espionaje se realiza en todas partes donde nos encontremos. Si llegamos a caer en manos de nuestros enemigos, es más probable que nos muestre bondad un lobo o compasión un demonio, que indulgencia los hombres que sazonan su incredulidad hacia Dios con escándalos contra su pueblo. ¡Oh, Señor, guíanos siempre para que nuestros enemigos no nos sorprendan en falta!

Charles Haddon Spurgeon.

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