Versículo para hoy:

sábado, 18 de mayo de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

2. RAZONES POR LAS QUE LOS CRISTIANOS DEBEN DEDICARSE A GUARDAR EL CORAZÓN  

-tercera parte-

5. La mejora de nuestras gracias depende de guardar nuestros corazones

Nunca he sabido de una gracia que crezca en un alma descuidada. Los hábitos y las raíces de la gracia están plantadas en el corazón, y cuanto más profundamente plantadas están, más floreciente es la gracia. En Efesios 3:17 leemos sobre estar “arraigados” en la gracia; la gracia en el corazón es la raíz de cada palabra llena de gracia en la boca, y de cada obra santa en las manos. Es verdad, Cristo es la raíz de un cristiano. Pero Cristo es la raíz que da origen, y la gracia es la raíz originada, plantada e influenciada por Cristo; y según esta crece bajo la influencia divina, los actos de gracia son más o menos fructíferos o vigorosos.


Ahora bien, si el corazón no se guarda con cuidado y diligencia, estas influencias fructíferas se detienen y son cortadas. Multitud de vanidades caen sobre ellas y devoran su fuerza. El corazón es, por así decirlo, el recinto en el que multitud de pensamientos se alimentan cada día. Un corazón en gracia guarda diligentemente y alimenta muchos pensamientos sobre Dios en un día. “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo” (Salmos 139:17-18) Conforme el corazón los alimenta, estos se renuevan y alegran el corazón. “Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca” (Salmos 63:5).

Pero en el corazón descuidado multitud de pensamientos vanos y necios trabajan continuamente y dejan de lado los pensamientos espirituales sobre Dios en los cuales el alma debería refrescarse. Además, el corazón descuidado no saca provecho de ningún deber u ordenanza que realiza o a la que asiste, aunque estas sean los conductos del cielo por los que se derrama la gracia y esta produce su fruto. Una persona puede ir con un espíritu falto de atención de una ordenanza a otra, ponerse todos los días bajo la mejor enseñanza, y nunca mejorar a causa de ello, porque un corazón descuidado es como una fuga en el fondo de un cubo, no habrá influencias celestiales, por ricas que estas sean, que puedan permanecer en un alma como esa.

Cuando la semilla cae sobre el corazón que es común y está abierto como una calzada libre para todos los viajantes, los cuervos vienen y la devoran. ¡No! No basta con oír a menos que cuidemos como oímos; una persona puede orar y nunca mejorar a menos que sea vigilante en la oración. En una palabra, todos los medios son bendecidos para mejorar la gracia, según el cuidado y lo estrictos que seamos en guardar nuestros corazones en los mismos.

6. La estabilidad de nuestras almas en tiempo de tentación depende del cuidado que ejerzamos al guardar nuestros corazones

El corazón descuidado es una presa fácil para Satanás en el auge de la tentación. Sus principales ataques se levantan contra el corazón. Si logra ganar el corazón, lo gana todo, porque este es el que dirige al hombre entero. Y ¡Cuán fácil conquista es un corazón descuidado! Sorprender un corazón así no es más difícil que el hecho de que un enemigo entre en una ciudad cuyas puertas están abiertas y sin guardia. Es el corazón vigilante el que descubre y suprime la tentación antes de que se haga fuerte.

Los estudiosos observan que este es el método por el que las tentaciones maduran y llegan a tener toda su fuerza. Está la excitación que produce el objeto, o el poder que tiene para provocar nuestra naturaleza corrupta; esto se produce por la presencia física del objeto o por la especulación cuando el objeto (aun estando ausente) se sostiene frente a nuestra alma mediante la imaginación. Luego sigue el movimiento del apetito producido por el engaño que lo representa como un bien sensual. Después la mente reflexiona sobre los mejores medios para conseguirlo. Lo siguiente es la decisión, o la elección de la voluntad, y, por último, el deseo o el pleno involucramiento de la voluntad con ello. Todo esto puede suceder en un breve instante, ya que los movimientos del alma comienzan y terminan rápido. Cuando se llega así de lejos, el corazón ya ha sido ganado. Satanás ha entrado victorioso y colocado sus insignias sobre las paredes del fuerte real. Pero si el corazón se hubiese guardado al principio, nunca se habría llegado a esto. La tentación hubiese sido detenida en el primer o segundo acto.

Y, de hecho, en esos primeros actos se detiene fácilmente, ya que, con el movimiento de un alma tentada a pecar, sucede como con una roca cayendo por una colina: se la detiene fácil al principio, pero una vez que se pone en marcha, va adquiriendo fuerza en el descenso. Por tanto, lo más sabio es vigilar los primeros movimientos del corazón para detectar y detener el pecado allí. Estos movimientos de pecado son débiles al principio. Un poco de cuidado y vigilancia pueden prevenir muchos males. Pero el corazón descuidado, al no prestar atención a esto, entra en el poder de la tentación como los sirios entraron ciegos en medio de Samaria antes de que supiesen que estaban allí.

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