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viernes, 5 de abril de 2024

Remedios Preciosos Contra Las Artimañas Del Diablo - Tomás Brooks

 Capítulo 17

Satanás quiere hacer daño no solo a los creyentes sino también a los incrédulos. Quiere lograr que no crean en Cristo. Hará todo lo posible para impedir que se arrepientan y confíen en el Señor.

Frecuentemente satanás hace que los incrédulos sientan demasiado grandes sus pecados como para ser perdonados. Les dirá que Dios puede perdonar a otras personas pero no a ellos, porque son demasiado pecadores.

Los que son tentados a pensar así deben saber que entre más que sea su pecado, mayor es su necesidad de Cristo. Los que están sanos no son los que necesitan médico, sino los que están enfermos. Entre más grave es la enfermedad, la necesidad de médico es más grande. A nuestro Señor Jesús le complace tener misericordia y perdonar a grandes pecadores.
Dios ha prometido perdonar a todos los que acuden a Él. La magnitud de sus pecados no es ningún obstáculo para tener misericordia de ellos. Dios dice, “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar”. (Isa.55:7). Algunos de los pecadores más grandes han sido perdonados por Dios. Pablo dice que él era un hombre cruel y violento hacia los creyentes y que no obstante “fue recibido a misericordia.” (1 Tim. 1:13) Dios no dice en la Biblia que haya ciertas clases de pecadores que no puedan ser perdonados. Jesús puede salvar perpetuamente a todos los que por Él se acercan a Dios. (Heb.7:25)). Podríamos discutir o argumentar que entre más grande es el pecador es más probable que Cristo tenga misericordia de él. Los sufrimientos más grandes de Cristo fueron a favor de los más grandes pecadores.

Entre más tiempo que una persona se resiste a someterse a Cristo, más crece su pecado. El hombre natural no tiene poder en sí mismo para resistir el pecado.

Entonces la idea de que sus pecados sean muy grandes no debe obstaculizarles para creer en Cristo. Conocer a Cristo es la bendición más grande, más importante y más completa que una persona puede recibir. Todos los que no creen en Cristo serán condenados por sus pecados. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. (Jn.3:36)

Hay otra manera que satanás intenta para persuadir a los pecadores a que no crean en Cristo. Les hace pensar que son indignos de ser perdonados por Dios


La Biblia no dice en ninguna parte que Dios necesite esperar a que los pecadores se reformen o sean buenos para poder salvarlos ¡Todo lo contrario! Las únicas personas perdonadas fueron las que no eran dignas. Zaqueo no fue suficiente bueno porque había robado injustamente el dinero de muchas personas. Sin embargo, la salvación le llegó a Zaqueo y fue perdonado. Pablo atacaba a los creyentes y los persiguió cruelmente, no obstante él también recibió misericordia. Estas personas no eran dignas del amor de Dios. ¡Nadie es digno del amor de Dios! 
Nadie vendrá a Cristo si espera a ser lo suficientemente bueno. El método divino es que primero crean en Cristo aunque sean indignos. Solamente creyendo en Cristo pueden ser cambiados por Dios.

Hay un tercer método usado por satanás para estorbar a los hombres a que crean en Cristo. Satanás les dice que no están preparados para creer, que necesitan tener ciertas experiencias antes de estar listos. Satanás les dirá que no han sido humillados lo suficiente para ser creyentes. De una manera u otra satanás les hará pensar que les hace falta alguna preparación para poder creer en Cristo.

Por supuesto Cristo ha salvado a algunos que parecían no estar muy preparados. Jesús dijo a Mateo, “sígueme.” (Mat.9:9) La escritura no dice que Mateo sintiera profundamente su pecado o que fuera muy humillado o que fuera preparado en forma alguna. Mateo simplemente siguió a Cristo y Dios cambió su vida. Dios no llama a todos los creyentes en la misma manera. Algunos son traídos a Cristo después de muchas tormentas, problemas y crisis espirituales; otros son traídos en forma tierna y quieta. El Espíritu Santo hace su obra en la forma que Él quiere. Nunca debemos tratar de establecer ciertos requisitos o experiencias que uno debe tener para decir que está lista para creer en Cristo. (Por ejemplo: Sentir cierto terror del infierno, experimentar cierto grado de convicción de pecado, etc.) Es cierto que cada creyente siente la tristeza, la vergüenza y la convicción de sus pecados, pero estas cosas nacen de la fe en Cristo. La fe es la tierra en la cual crece la tristeza y el arrepentimiento del pecado. Las Escrituras no enseñan que una persona tiene que pasar por una desesperación intensa antes de que pueda acudir a Cristo. La Palabra de Dios nos llama a acudir a Cristo tal como somos. La experiencia de convicción es variable, no obstante sus elementos esenciales son los mismos. Por lo tanto, no debemos pensar que es necesario que cada convicto sienta exactamente lo mismo para poder estar preparado a creer en Cristo.

Estas son algunas de las artimañas de satanás para tratar de impedir que los pecadores acudan a Cristo: que sus pecados son demasiado grandes, que no son dignos de ser perdonados y que no están preparados. Los pecadores no deben escuchar estas mentiras sino la voz del Señor que les llama al arrepentimiento y la fe en su sacrificio como único camino para ser salvos.

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