Pasemos a considerar la
estrategia que emplea el Tentador. Esto resulta de lo más instructivo porque
es exactamente la estrategia que emplea cuando aparece ante nosotros como un
ángel de luz, no porque nosotros vayamos a tener visiones de seres brillantes, sino que la personalidad que ejemplifica y el carácter con el que aparece, es el mismo ahora y antes. Las Escrituras dejan claro que el demonio también
puede aparecer como un león rugiente, lo cual significa que puede asestar un
golpe por medio de la tragedia, de la enfermedad o de cualquier mal físico,
de la misma manera que atacó a Job o a Pablo, mediante su espina en la carne,
a lo que Pablo llamó mensajero de Satanás. Cuando aparece como un león, puede
hacer que sintamos temor en nuestros corazones. Pero su estrategia más
efectiva es aparecer como una buena persona, como alguien atractivo, como
algo o alguien que nos atrae como si fuese un ángel de luz.
Si aprende usted a reconocer
la estrategia del demonio, se encontrará con que emplea las mismas tácticas
de manera invariable. Hay un sentido en el que está muy limitado y no cambia
sus tácticas en gran manera. A veces sentimos como si nunca fuésemos a
aprender cómo anticiparnos al demonio, pero podemos aprender. Pablo dice que
no ignoraba las estratagemas del demonio (2 Corintios 2:11). Si aprendemos
cómo actúa él, podemos fácilmente aprender a detectarle en nuestras vidas.
Santiago ha descrito esta
estrategia de una manera muy clara en uno o dos versículos. Dice: “sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido.
Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15).
He ahí la estrategia del demonio,
que siempre se acerca a nosotros siguiendo estas mismas tres etapas y estos
tres pasos que han quedado claramente subrayados en este texto. Santiago dice
que todo hombre “es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y
seducido” (1:14). El primer paso que da el demonio con nosotros tiene que ver
siempre con despertar el deseo de hacer el mal, creando un hambre, una
atracción, o por medio de una tentación hacia el mal.
El segundo es permitir que se forme
la intención a fin de que suceda un acto. Santiago describe esto diciendo:
“Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado” (1:15).
Fíjese en que el símbolo que emplea es el de la concepción y del nacimiento.
Hay un periodo de gestación en la tentación, porque una vez que se ha despertado
el deseo, tiene lugar un proceso interior que antes o después tiene como
resultado el pecado, un acto que está mal.
La tercera etapa es que el demonio
actúa de inmediato sobre la oportunidad conseguida por medio del acto
malvado, entrando y produciendo resultados que las Escrituras describen como
muerte: “el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Este es el
propósito esencial del demonio. Jesús dijo que el demonio era “homicida desde
el principio” (Juan 8:44). El se deleita en magullar, machucar, torcer,
destrozar, dañar y destruir. Vemos que su actividad está presente por todas
partes; está sucediendo a nuestro alrededor, en nuestras propias vidas y en
las vidas de otras personas. Estas son “las obras del diablo”, dicen las
Escrituras (1 Juan 3:8).
Señor, te doy gracias por este
recordatorio de que tengo un enemigo y me encuentro en una batalla. Enséñame
a descubrir las estrategias de Satanás y a mantenerme firme en contra de sus
ataques.
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Aplicación a la vida
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El demonio se deleita en las
falacias que tenemos respecto a él. ¿Hemos aprendido a reconocer las
estrategias de Satanás y las tres etapas repetitivas que usa para dirigirse a
nosotros?
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Versículo para hoy:
lunes, 13 de abril de 2020
13 de abril - La tentación del mal - Ray Stedman
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