|
Aquí tenemos el comienzo del
sacrificio de los animales. Dios derrama sangre con el propósito de hacer
ropa para Adán y Eva. La hizo de las pieles de los animales y, por lo tanto,
las vidas de esos animales fueron sacrificadas para vestir a Adán y Eva. Esto
no es más que una imagen, puesto que todos los sacrificios de animales son
tan solo imágenes que nos enseñan la gran verdad de que Dios intenta
eternamente comunicarse con nosotros como hombres y mujeres. A la postre, es
Dios mismo el que soporta el dolor, el sufrimiento y la agonía de nuestros
pecados. Como dijo Juan el Bautista: “¡Este es el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Pablo usa una frase maravillosa en
Efesios: “aceptos en el Amado” (1:6). Cuando nosotros reconocemos nuestra
culpa, cuando reconocemos que lo que hemos hecho es contrario a lo que Dios
desea y estamos ahí sin nada que nos sirva de defensa y sin esfuerzo alguno
por defendernos, sino reconociendo sinceramente lo que hemos hecho, entonces
somos “aceptados en el Amado”.
En la región en que me crié en
Montana, teníamos muchas granjas de corderos. La primavera era la época de
los corderos, cuando nacían las pequeñas ovejas. Pero la primavera en Montana
no es como en California. Las tormentas de granizo pueden arremolinarse
procedentes del norte y la nieve puede aún alcanzar entre tres y cuatro pies
de profundidad sobre las praderas. Con frecuencia hay temporadas largas y
prolongadas de frío intenso durante la época de los corderos. Cuando las
ovejas tienen que dar a luz en esta clase de clima, muchas de las ovejas y
corderos se mueren. Como resultado de ello, los granjeros que tienen ovejas
tienen muchas madres cuyos recién nacidos se han muerto y muchos corderos
recién nacidos cuyos madres también han muerto. Daría la impresión de que una
manera sencilla de resolver el problema sería coger a los corderos sin madre
y dárselos a las madres sin crías, pero no es así de sencillo. Si coge usted
a un cordero huérfano y lo pone con una madre oveja, irá de inmediato a él y
comenzará a olerlo por todas partes y a continuación a menear la cabeza como
si quisiera decir: “Ese no es el olor de nuestra familia”, y se aleja,
negándose a tener nada que ver con él. Pero los granjeros de ovejas han
ideado una manera de resolver esto. Cogen al cordero que se le ha muerto a la
madre, lo despellejan, cogen la piel y la colocan sobre el otro cordero que
ha quedado huérfano. A continuación ponen al cordero huérfano con esta piel
desgarbada que se menea de un lado a otro, con ocho patas y dos cabezas, y lo
colocan junto a la madre, que no le presta ninguna atención al aspecto que
tiene el cordero, sino que lo huele por todas partes y a continuación inclina
la cabeza. El cordero comienza a chupar de la fuente de la leche y todo va
bien.
¿Qué ha sucedido? El cordero
huérfano ha sido “aceptado en el amado”. Hubo un tiempo en el que el Cordero
de Dios murió por nosotros y Dios nos cogió a nosotros como huérfanos y nos
vistió con Su justicia, y por ello somos “aceptados en el Amado” y recibidos
en Su lugar. Es ahí a donde nos lleva el arrepentimiento y es así como
empieza la vida cristiana. Pero si cree usted que es ahí donde termina, está
usted equivocado. Debemos de arrepentirnos continuamente o depender de una
forma de vivir que Dios ha dicho que no es la correcta. Es preciso que yo me
arrepienta de mi dependencia en mí mismo, y usted debe hacerlo también.
Señor, enséñame a arrepentirme
continuamente. Gracias por vestirme con la justicia de Jesús para que yo
pueda ser “aceptado en el Amado”.
|
|
|
|
Aplicación a la vida
|
|
El arrepentimiento no solo comienza
la vida cristiana, sino que es la base diaria sobre la cual se desarrolla
toda la vida cristiana. ¿Qué tal se nos da confesar a diario nuestra autodependencia?
|
|
Versículo para hoy:
domingo, 19 de abril de 2020
19 de abril - Dios obrando - Ray Stedman
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario