Versículo para hoy:

jueves, 9 de enero de 2020

9 de enero - Sin fe - Ray Stedman


Este es el motivo por el que las personas se sienten asustadas: porque no tienen fe. La fe es la respuesta al temor. La fe es siempre la respuesta a nuestros temores, sean los que fueren. Jesús dio exactamente con la solución: “¿Cómo no tenéis fe?”
Evidentemente no la tenían. Se habían olvidado de todas las cosas que Él les había dicho en el Sermón del Monte acerca del cuidado que tenía Dios de ellos: “¿No sois vosotros de mucho más valor que las flores y los pájaros? Dios se cuida de ellos, ¿no se cuidará mucho más de vosotros, hombres de poca fe” (véase Mateo 6:26-30). Aquí Jesús estaba en una barca con ellos, y lo que les sucediese a ellos sería lo mismo que le sucediese a Él, a pesar de lo cual se habían olvidado de esto.
¿Cómo cree usted que hubiesen actuado estos hombres si hubiesen tenido fe? Imagínese que hubiesen tenido una fe fuerte, una fe en Él y en el cuidado y el amor de Dios. ¿Qué es lo que hubieran hecho ellos? Una cosa es segura: no le hubiesen despertado, le hubieran dejado descansar. Él estaba cansado y necesitaba el descanso con desesperación. Ellos lo hubieran hecho porque su fe les hubiese recordado dos grandes hechos: primero, la barca no se iba a hundir; no se podía hundir porque el Maestro del océano, de la tierra y del cielo estaba en ella. En segundo lugar, la tormenta no iba a durar para siempre.
Un buen amigo mío, un atractivo y joven evangelista de otro país, me contó acerca de todos los problemas que él y su esposa estaban teniendo. Se sentía abatido porque ella estaba luchando con graves problemas físicos, con mala salud causada por asma y por bronquitis, que la tenían constantemente abatida. Se habían tirado ya años enteros de lucha con este problema médico y daba la impresión de que todo lo que intentaban hacer fracasaba. Estaban intentando regresar a su propio país, y ella estaba de nuevo enferma, de modo que él se sentía desanimado.
Yo recuerdo haber vuelto a este incidente en Marcos y de haber recitado esta historia y haberle dicho: “Recuerda que la barca no se va a hundir y que la tormenta no durará indefinidamente. Eso es tener fe, recordar estos hechos”. Él me dio las gracias; oramos juntos y se marchó. Durante un par de meses no le vi y de repente nos tropezamos. Le pregunté: “¿Cómo van las cosas? ¿Cómo está tu esposa?” Me contestó: “Oh, no está mucho mejor; todavía tiene terribles luchas. No puede respirar y no puede cuidar de los niños o de la casa, y lo estamos pasando mal. ¡Pero hay dos cosas que recuerdo: que la barca no se va a hundir y que la tormenta no va a durar para siempre!” De manera que volví a orar con él.
Después de un tiempo recibí una nota de él. Él y su familia habían regresado a su país y habían encontrado la respuesta. Un médico había descubierto una pequeña deficiencia en la dieta de su esposa que era preciso remediar. Cuando lo hicieron, desaparecieron el asma y la bronquitis, y ella pudo disfrutar de una salud gloriosa y radiante, así que se regocijaron juntos. Al pie de la hoja había escrito: “La barca no se hundirá y la tempestad no durará para siempre”.
Señor, te doy gracias porque Tú estás aquí, me consuelas y me fortaleces para hacer que me sienta seguro y para ayudarme a pasar por cualquier tempestad que pueda aparecer. Sé que Tú no estás aquí para hacer que cesen las tempestades, sino para ayudarme a pasar por ellas.
Aplicación a la vida
¿Cómo responderíamos nosotros a nuestros temores si actuásemos conforme a la base de la fe en la soberanía de Dios? Las circunstancias de hoy nos permiten ver nuestras vidas desde Su punto de vista.


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