Versículo para hoy:

domingo, 25 de diciembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – DICIEMBRE 25

“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizás habrán pecado mis hijos y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía Job todos los días”. Job 1:5.

LO que el patriarca hizo temprano, por la mañana, después de las fiestas familiares, sería bueno que lo hiciera el creyente para sí, antes de entregarse al reposo de la noche. En medio de la alegría de las reuniones familiares es fácil caer en pecaminosas liviandades y olvidar que somos cristianos. Esto no debiera ser así; pero, sin embargo, lo es. Nuestros días de fiesta rara vez son días de placer santificado; pues muy frecuentemente degeneran en diversión impía. Hay una forma de gozarse que purifica y santifica como si uno se bañara en los ríos del Edén. La santa gratitud debiera ser un medio tan enteramente santificador como lo es el dolor. ¡Ay de nuestros pobres corazones! pues los hechos demuestran que la casa del luto es mejor que la casa de la alegría. Ven, creyente, ¿en qué pecaste hoy? ¿Has olvidado tu soberana vocación? ¿Has pronunciado palabras ociosas y usado un lenguaje obsceno? Entonces confiesa el pecado y recurre al sacrificio. El sacrificio santifica. La preciosa sangre del Cordero sacrificado quita la culpa y limpia la contaminación de los pecados de ignorancia y de negligencia. Esta es la mejor terminación de un día de Navidad: lavarnos de nuevo en la fuente purificadora. Creyente, acércate frecuentemente a este sacrificio. Si él resulta efectivo para esta noche, lo será para todas las noches. Vivir cerca del altar es privilegio del sacerdocio real. Para los que constituyen este sacerdocio, el pecado, a pesar de ser grave, no es, sin embargo, causa de desesperación, pues los tales se acercan de nuevo a la víctima expiatoria y sus conciencias se limpian de las obras de muerte.
De cuantas faltas hoy he cometido,
Perdóname, Señor, por tu Hijo amado;
Contigo, con el prójimo y conmigo
Quede antes de dormir, reconciliado.

Charles Haddon Spurgeon.

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