Versículo para hoy:

domingo, 18 de diciembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – DICIEMBRE 18

“Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños”. Proverbios 27:23.

TODO comerciante sabio hará cada tanto un inventario en el que calculará sus recursos, verá aquello con que cuenta y se cerciorará decisivamente si su negocio prospera o declina. Todo sabio en el reino de los cielos clamará: “Examíname, oh Dios, y pruébame” y, a menudo, apartará sazones especiales para examinarse a sí mismo y para descubrir si las cosas entre Dios y su alma van bien. El Dios a quien adoramos es un gran escudriñador de corazones y, desde la antigüedad, sus siervos lo conocen como “el Señor que escudriña el corazón y prueba los riñones de los hijos de los hombres”. Quisiera, en el nombre del Señor, persuadirte a que hagas un diligente examen y una solemne prueba de tu estado para que no te veas privado del descanso prometido. Lo que todo sabio hace, lo que Dios mismo hace con todos nosotros, yo te exhorto que lo hagas tú, esta noche, contigo mismo. Que los santos más ancianos consideren bien los fundamentos de su piedad, porque los cabellos blancos pueden ocultar corazones negros; y que los jóvenes no desprecien la palabra de exhortación, porque la inexperiencia de la juventud puede hacer causa común con la podredumbre de la hipocresía. Muy de vez en cuando encontramos un cedro en nuestro medio. El enemigo sigue todavía sembrando cizaña entre el trigo. No es mi propósito introducir dudas y temores en vuestra mente; no, de ninguna manera. Esperaré, más bien, que el fuerte viento del examen de vosotros mismos os ayude a eliminarlos. No es la seguridad, sino la seguridad carnal la que tenemos que matar; no es la confianza, sino la confianza terrenal la que tenemos que derribar; no es la paz, sino la falsa paz la que tenemos que destruir. Por la sangre de Cristo, que no fue derramada para hacerte hipócrita, sino para que las almas sinceras pudiesen hacer públicas sus alabanzas, te ruego que escudriñes y examines, no sea que al fin se diga de ti: “Mene, mene, tekel: pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto”.

Charles Haddon Spurgeon.

No hay comentarios: