Versículo para hoy:

martes, 22 de noviembre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – NOVIEMBRE 22

“La virtud de su resurrección”. Filipenses 3:10.

LA doctrina de un Salvador resucitado es sumamente preciosa. La resurrección es la piedra de esquina de todo el edificio del cristianismo; es la clave del arco de nuestra salvación. Se necesitaría un volumen para describir todas las corrientes de aguas vivas que fluyen de este sagrado manantial: la resurrección de nuestro querido Señor y Salvador Jesucristo. Pero saber que Jesús resucitó y tener a la vez comunión con él; departir con el Salvador resucitado después de haber adquirido nosotros una vida resucitada; verlo abandonar la tumba de la mundanalidad, es en realidad más precioso. La doctrina es la base de la experiencia; pero así como la flor es más hermosa que la raíz, así también la experiencia de la comunión con el Salvador resucitado es más hermosa que la doctrina misma. Desearía que creyeras que Cristo resucitó de entre los muertos, tanto como para cantar acerca de ese hecho, y que extrajeras de ese acontecimiento bien comprobado y atestiguado toda posible consolación; pero te ruego que no te conformes con eso. Aunque no puedes, como los discípulos, verle en persona, te ruego, sin embargo, que procures ver a Cristo Jesús con los ojos de la fe; y aunque, a semejanza de María Magdalena, no te sea posible “tocarlo”, puedes, no obstante, tener el privilegio de platicar con él y saber que ha resucitado, habiendo tú mismo resucitado en él a una vida nueva. Conocer a un Salvador crucificado que crucificó todos mis pecados es, en verdad, un conocimiento muy elevado; pero conocer a un Salvador resucitado, que me justificó, y saber que me dio nueva vida, habiéndome concedido ser una nueva criatura por medio de su nueva vida, es, en realidad, una experiencia superior. Nadie debe quedar satisfecho hasta alcanzar esto. ¡Ojalá puedas “conocerlo a él y la virtud de su resurrección”! ¿Por qué las almas que han resucitado con Jesús han de vestir las mortajas de la mundanalidad? ¡Levántate porque el Señor ha resucitado!

Charles Haddon Spurgeon.

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