Versículo para hoy:

jueves, 23 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 23

“Esperando la adopción”. Romanos 8:23.

AUN en este mundo los santos son hijos, pero los hombres no pueden probar que son tales sino por ciertas características morales. La adopción no ha sido dada a conocer; los hijos no han sido aún abiertamente declarados. Entre los romanos, uno podía ser adoptado como hijo y podía mantener eso en secreto por mucho tiempo. Pero había una segunda adopción, en público. Cuando el niño era llevado ante las autoridades constituidas, sus vestidos anteriores le eran quitados, y el padre que lo recibía para que fuese su hijo le daba una ropa apropiada a su nueva condición de vida. “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser”. Todavía no estamos vestidos con la ropa apropiada para la familia real del cielo. Estamos vistiendo, en esta carne y sangre, precisamente lo que hemos vestido como hijos de Adán, pero sabemos que “cuando él apareciere”, el cual es “el primogénito entre muchos hermanos”, “seremos como él, porque lo veremos tal cual es”. ¿No puedes imaginar a un niño tomado de la clase más baja de la sociedad y adoptado por un senador romano, decir: “Ansío el día cuando seré públicamente adoptado; entonces dejaré estos vestidos plebeyos y seré vestido como conviene a mi rango senatorial”? Se siente feliz con lo que ha recibido; es por eso que gime por alcanzar la plenitud de lo que le es prometido. Así acontece con nosotros hoy. Estamos esperando hasta ser vestidos con nuestros propios vestidos y hasta ser manifestados como hijos de Dios. Somos jóvenes nobles, y aún no hemos ceñido nuestras coronas. Somos novias jóvenes, y aún no ha llegado el día del casamiento, y, por el amor que nuestro Esposo nos profesa, somos llevadas a ansiar y anhelar la mañana de nuestra boda. Nuestra misma felicidad nos hace gemir por más felicidad. Nuestro gozo, como un manantial que desborda, ansía brotar como un surtidor de Islandia, saltando hasta el cielo. Ese gozo suspira y gime dentro de nuestro espíritu por falta de espacio y lugar por medio de los cuales manifestarse a los hombres.

Charles Haddon Spurgeon.

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