Versículo para hoy:

miércoles, 22 de junio de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – JUNIO 22

“Para que queden las cosas que son firmes”. Hebreos 12:27. 

NOSOTROS poseemos muchas cosas al presente que pueden ser movidas; y sienta mal que un cristiano acumule abundancia de ellas, pues no hay nada estable bajo el cielo. La palabra “cambio” está escrita sobre todas las cosas. Sin embargo, tenemos ciertas cosas “que no pueden ser movidas”, y yo te invito esta noche a pensar en ellas, para que, si desaparecen todas las cosas que pueden ser movidas, puedas sacar aliento verdadero de las cosas que no pueden ser movidas, las cuales permanecerán. Cualesquiera hayan sido tus pérdidas, o puedan ser, gozas de una salvación presente. Estás al pie de su cruz, confiando sólo en los méritos de la preciosa sangre de Jesús y ninguna alza o baja en los mercados puede interferir en la salvación que tienes en él. Ningún quebranto de banco, ningún fracaso o bancarrota la puede tocar. Entonces, eres un hijo de Dios esta noche. Dios es tu Padre. Ningún cambio de circunstancia puede privarte de esto. Aunque por pérdidas caigas en la pobreza y quedes completamente desnudo, puedes decir: “El aún es mi Padre; en la casa de mi Padre hay muchas moradas, por lo tanto no seré turbado”. Tienes otra permanente bendición, a saber, el amor de Jesucristo. El que es a la vez Dios y hombre, te ama con toda la fuerza de su naturaleza afectiva; nada puede dañarla. La higuera puede no florecer y los rebaños pueden desaparecer de los campos, pero esto no afecta al hombre que puede cantar: “Mi amado es mío y yo soy suyo”. No podemos perder nuestra mejor porción y nuestra más valiosa herencia. Sea cualquiera la aflicción que viniere, seamos varoniles. Demostremos que no somos nenes para abatirnos por cualquier cosa que nos pueda acontecer en esta vida transitoria. Nuestra patria es el reino de Emmanuel, nuestra esperanza está en el cielo y, por lo tanto, es tranquila como el océano en el verano. Veremos la destrucción de toda cosa terrena, pero, a pesar de todo, nos regocijaremos en el Dios de nuestra salvación. 


Charles Haddon Spurgeon.

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