Versículo para hoy:

domingo, 22 de mayo de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – MAYO 22

“He aquí tú eres hermoso, amado mío”. Cantares 1:16.

NUESTRO Bien Amado es muy hermoso desde todo punto de vista. Nuestras variadas experiencias son usadas por nuestro Padre Celestial, para proporcionarnos nuevos puntos de vista, desde los cuales podamos ver la belleza de Jesús. ¡Cuán amables son las pruebas cuando ellas nos elevan al lugar desde donde podemos conseguir una visión más clara de Jesús que la que podemos conseguir en la vida corriente! Lo hemos visto desde la cumbre de Amana y desde la cumbre de Senir y de Hermón, y él alumbró sobre nosotros como el sol en su poder. Pero lo hemos visto también “desde la guarida de los leones, desde los montes de los tigres” y no ha perdido nada de su belleza. Desde la languidez de la cama de un enfermo, desde los bordes del sepulcro, hemos dirigido nuestra mirada al Esposo de nuestra alma y él no ha sido otra cosa sino “hermoso”. Muchos de sus santos lo han contemplado desde la oscuridad del calabozo y desde las rojas llamas de la pira y, sin embargo, nunca han expresado una palabra mala en cuanto a él, sino murieron ensalzando sus singulares encantos. ¡Oh noble y placentera ocupación la de estar siempre mirando a nuestro bondadoso Señor Jesús! ¿No es indeciblemente placentero el contemplar al Salvador en todas sus funciones, y verlo incomparable en cada una de ellas? ¿Verlo cambiar, como si fuera el calidoscopio, y hallar nuevas combinaciones de incomparables gracias? En el pesebre y en la eternidad; en la cruz y en el trono; en el huerto y en su Reino; entre los ladrones y en medio de los querubines, él es siempre “codiciable”. Examina cuidadosamente cada uno de los actos de su vida y cada rasgo de su carácter y lo hallarás codiciable tanto en lo pequeño como en lo grande. Júzgalo como quieras, no lo podrás censurar. Pésalo como desees y no lo hallarás falto. La eternidad no hallará en nuestro Amado ni la sombra de una mancha. Al contrario, mientras los siglos se suceden, sus glorias alumbrarán con un esplendor aún más inconcebible, y su indecible belleza encantará más y más a todas las mentes celestiales.

Charles Haddon Spurgeon.

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