Versículo para hoy:

jueves, 28 de abril de 2016

EL GRAN SECRETO – Jeremiah Burroughs

          Pablo escribió que aprendió el secreto de estar contento. Esto lo llamó un secreto, porque es algo que muchas personas nunca llegan a aprender. También le llamó así por la gran dificultad que tienen los no creyentes para entender lo que hace que los creyentes estén felices. En este capítulo vamos a considerar algunas de las cosas acerca de la felicidad cristiana que pueden ser un enigma.
         En primer lugar, la felicidad cristiana es un enigma porque incluye estar perfectamente satisfechos en un sentido, y al mismo tiempo estar completamente insatisfechos en otro. Los creyentes están felices porque saben que Dios está con ellos, pero están infelices si no sienten la presencia de Dios. También les hace infelices acordarse de que son pecadores, porque es el pecado lo que obstaculiza el disfrute de su comunión con Dios. Solamente en el cielo serán libres del pecado y disfrutarán de una comunión ininterrumpida con Dios. Mientras tanto, no pueden estar satisfechos con las cosas que los no creyentes prefieren. La experiencia del amor de Dios es para ellos más importante que cualquier cosa que este mundo puede ofrecerles. El salmista sintió algo parecido cuando escribió, “¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.” (Sal. 73:25) La experiencia de ser amados por Dios ha guardado felices a los creyentes, aún en medio de los problemas más difíciles.
También los creyentes experimentan la paz de Dios “que sobrepasa todo entendimiento.” (Fil. 4:7) Habiendo experimentado esta paz, ya no pueden estar felices sin ella. Los creyentes saben que esta paz es el resultado de la obra del Señor Jesucristo, “el Príncipe de paz.” Experimentan más de esta paz cuando son más obedientes a Cristo. Por otro lado, los no creyentes desean tener paz, pero no quieren obedecer al Señor Jesús. Los no creyentes deberían fijarse en el hecho de que los creyentes son las personas más felices, más pacíficas y más satisfechas del mundo. Cuando pregunten por qué es así, los creyentes deben responder que es a causa de ser los siervos del Príncipe de paz.
          En segundo lugar, la felicidad cristiana es un enigma al no creyente porque proviene no del hecho de obtener “más”, sino de desear menos. El no creyente piensa que entre más tenga para disfrutar, tendrá más felicidad. Los cristianos saben que esto solo los hará felices momentáneamente. La gente más rica no es necesariamente la gente más feliz. Los creyentes encuentran que lo que les hace realmente felices es cuando desean solamente las cosas que Dios ha escogido para ellos. Su felicidad no surge del tamaño de su saldo en el banco, sino más bien de su voluntad de estar satisfechos con lo que Dios les da. Una persona que posee muchas cosas pero que desea más, siempre será miserable. Una persona que posee pocas cosas pero que ya no desea más, siempre será feliz. Por ejemplo, una persona con las piernas cortas, camina mucho más fácilmente que una persona con una pierna larga y otra corta. Esto es una lección importantísima que los creyentes necesitan aprender hoy en día, cuando los no creyentes están deseando y obteniendo cada vez más y más cosas materiales. Los cristianos deberían enseñar a los demás como ser felices deseando menos en vez de buscar más.
          El tercer punto enigmático acerca de la felicidad cristiana es que a veces la manera de ser felices no es dejando de preocuparse, sino más bien preocupándose acerca de algo diferente. Supongamos que estamos infelices acerca de un problema que nos afecta. Nos estamos engañando a nosotros mismos si pensamos que todo lo que nos hace falta para ser felices es que el problema sea quitado. La cosa que realmente nos hace infelices es el pecado. Si fuéramos a preocuparnos más acerca de eso, nuestros otros problemas ya no parecerían tan grandes. Un pecado en particular que los creyentes son propensos a cometer es olvidarse que todo lo que tienen viene de Dios. Entonces, se olvidan de agradecerle y comienzan a echarle la culpa por las cosas que están sufriendo. Si se acordaran de que Dios siempre les trata mejor de lo que merecen, entonces sería más sencillo ser felices, aún en tiempos de dificultad.
          Otra cosa acerca de la felicidad cristiana que puede ser un enigma es que los problemas no necesitan ser quitados de nosotros para ser felices. A menudo Dios nos bendice mientras que estamos sufriendo. Pablo escribió: “porque el deseo de la carne es contra el espíritu y el del espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no habáis lo que quisiereis.” (Gal. 5:17) Esta lucha está ocurriendo todo el tiempo dentro de cada creyente. A veces resulta que un problema nos ayuda a triunfar sobre la naturaleza pecaminosa, y acercarnos más a Dios, y en esta forma el problema se convierte en una bendición.
          En quinto lugar, otro enigma sobre la felicidad cristiana es que la felicidad no se logra por desear más u obtener más, sino por hacer más. El creyente se dice a sí mismo: “Dios está detrás de lo que me acontece, y es debido a El que ya no estoy tan feliz como lo estuve antes. Pero no debo quejarme, sino que debo buscar nuevas maneras de servir a Dios y encontrar felicidad en obedecerle”. Los creyentes siempre serán más felices sirviendo a Dios en la situación en que se encuentren, y no afanándose por las cosas que no tienen.
          En sexto lugar, otro enigma acerca de la felicidad cristiana es que los creyentes llegan a ser felices, aprendiendo a aceptar la voluntad de Dios, como lo mejor para ellos. Cuando aprenden eso, ya no les preocupa el no obtener exactamente lo que quieren. Ahora son felices con lo que Dios quiere, amando lo El ama y aborreciendo lo que El aborrece. Ahora dicen: “Dios me ha hecho sabio espiritualmente, me ha hecho santo, me ha enseñado a aceptar su voluntad como lo mejor. Porque El está satisfecho y es glorificado por ello, estoy feliz.”
          Podemos resumir estos seis enigmas diciendo que lo que hace al creyente feliz es el hecho de que Dios le está haciendo santo. Cuando Santiago escribió en capítulo 4, versículo 1, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones las cuales combaten en vuestros miembros?”, estaba enseñando que la causa de la infelicidad de los creyentes es el pecado en sus vidas. Si pudiéramos acabar con los sentimientos pecaminosos que conducen a la impiedad, seríamos más felices. En pocas palabras, la felicidad verdadera no es el resultado de lo que poseemos, sino del tipo de persona que somos. Este es el gran secreto de la felicidad.

Fragmento tomado del libro EL CONTENTAMIENTO CRISTIANO…UNA JOYA RARA de Jeremiah Burroughs - Publicaciones FARO DE GRACIA.

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