Versículo para hoy:

miércoles, 24 de julio de 2019

24 de julio – LA FE QUE SALVA

Sin embargo, alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras». Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras. ¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. Santiago 2:18-19.

Si yo digo que creo en Dios pero continúo viviendo en pecado de una manera voluntaria y consciente, entonces mi fe es inferior a la de los demonios, porque ellos «creen, y tiemblan». Hay algunos hombres que profesan creer en Dios pero no tiemblan ante él sino que se comportan de forma indebida y presuntuosa. Ese no es el tipo de fe que salva el alma. La fe que salva es la que produce buenas obras, la que lleva al arrepentimiento o la que viene acompañada de esas buenas obras y la que conduce al amor a Dios, a la santidad y a un deseo de ser hechos como el Salvador. Las buenas obras no son la raíz de la fe, pero son su fruto. Una casa no descansa en las tejas de su techo, sin embargo, no puedes vivir en ella si no tiene techo. Del mismo modo nuestra fe no descansa en las buenas obras pero sería una fe pobre e inútil si no tuviera algo del fruto del Espíritu para probar que proviene de Dios. Jesucristo nos dice cómo un hombre puede llegar a ser santo como Dios es santo y, a pesar de eso, nunca hablar acerca de su santidad ni soñar en confiarse de esta. Debemos vivir como si fuéramos a ser salvos por medio de nuestras buenas obras pero sin tener confianza alguna en ellas, sino considerarlas como como basura, para ganar a Cristo y permanecer en él, no por nuestra propia justicia, que es la de la ley, sino por aquella que proviene de la fe en Jesucristo, la justicia que es de Dios por fe.

A través de la Biblia en un año: Tito 1-3

FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.

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