Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los
demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del
cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y
nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. Lucas 10:17-20
(R.V.1960).
En presencia del
hombre, Satanás es grande, fuerte y astuto, pero en presencia del Cristo de
Dios, él se reduce en completa intrascendencia. Él sabe que no puede resistir
siquiera una palabra de los labios de Cristo ni una mirada de sus ojos, así que
dice: «¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?» (Marcos 5:7). La
pregunta es como si Satanás le suplicara a Cristo que no expusiera su poder,
que no lo tocara sino que lo dejara en paz, como si fuera demasiado
insignificante para que lo notaran. Así son las artimañas de Satanás, él
lloriquea como un perro azotado y se agacha a los pies del gran Maestro y mira
a su rostro y le pide que lo deje solo porque él conoce bien el poder del Hijo
de Dios. Sí, el nombre de Jesús tiene un poder maravilloso sobre todas las
huestes del infierno; así que no nos desconcertemos ni desmayemos ante todos
los ejércitos de Satanás, por contrario, debemos luchar con valor santo, contra
todos los poderes del mal, porque seremos más que vencedores sobre estos por
medio de nuestro Señor Jesucristo.
A través de la Biblia en un año: 2
Corintios 4-6
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