Versículo para hoy:

miércoles, 6 de agosto de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

20. "Cristo es el todo"

"Cristo es el todo". Colosenses 3:11

    Las palabras de nuestro texto son pocas, breves y se dicen pronto; pero contienen grandes verdades. Al igual que aquellos versículos de oro: "Para mí el vivir es Cristo", "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi" (Fil. 1:21; Gál. 2:20), las palabras a los colosenses son singularmente ricas y significativas.

    Estas cuatro palabras son la esencia y la sustancia del cristianismo. Si nuestro corazón realmente puede estar de acuerdo con ellas, le hará bien a nuestra alma. Si no, seguramente todavía tenemos mucho que aprender.

    Voy a tratar de establecer en qué sentido "Cristo es el todo" y les pido que, a medida que vayan leyendo, juzguen con sinceridad, si acaso están seguros de que no pueden naufragar en el juicio final.

   A propósito, termino este libro con un comentario sobre este notable texto. Cristo es la fuente principal, tanto del cristianismo doctrinal como del práctico. Un conocimiento adecuado de Cristo es esencial para entender correctamente las doctrinas de la santificación y la justificación. El que comienza el camino de la santidad, no hará ningún progreso, a menos que le dé a Cristo el lugar que le corresponde. Empecé este libro con una afirmación clara acerca del pecado. Quiero terminarlo con una declaración, igualmente clara, acerca de la persona de Cristo.

I. "Cristo es el todo" respecto del hombre

    Antes de cualquier otra cosa, entendamos que Cristo es el todo en todos los consejos de Dios respecto al hombre.

    (a) Hubo un tiempo cuando esta tierra no existía. Sólidas como se ven las montañas, sin límites como aparenta ser el mar, altas como se ven las estrellas en el cielo, nada de eso existía. Y el hombre, con todos los altos conceptos que ahora tiene de sí ismo, era una criatura desconocida.

    ¿Y dónde estaba Cristo entonces? Las Escrituras nos ayudan a contestar esta pregunta: "El Verbo era con Dios" y era "igual a Dios" (Jn. 1:1; Fil. 2:6). Cristo ya era en aquel entonces el Hijo amado del Padre: "Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Jn. 17:5). "Me has amado desde antes de la fundación del mundo" (Jn. 17:24). "Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra" (Pr. 8:23). Incluso ya él era el Salvador "destinado desde antes de la fundación del mundo" (1 P. 1:20) y los creyentes fueron escogidos "en él antes de la fundación del mundo" (Ef. 1:4).

    (b) Llegó un momento cuando esta tierra fue creada en su orden actual. El sol, la luna y las estrellas, el mar, la tierra y todos sus habitantes, fueron llamados a ser y hacer en medio del caos y la confusión.  Y, por último, el hombre fue formado del polvo de la tierra.

    ¿Y dónde estaba Cristo entonces? Lo que dicen las Escrituras: "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Jn. 1:3). "En él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra" (Col. 1:16). "Y: tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos" (He. 1:10).

    "Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo" (Pr. 8:27-30)

    ¿Nos sorprende que el Señor Jesús, en su predicación, usara elementos que extraía del libro de la naturaleza? Cuando hablaba de las ovejas, los peces, los cuervos, el grano, los lirios, la higuera, la vid, se refería a las cosas que él mismo había creado.

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