2. La falta de consuelo en este mundo
También se deduce, para humillación del pueblo de Dios, que, a menos que se dedique más tiempo y esfuerzo a los corazones del que normalmente se dedica, es probable que nunca hagan mucho servicio a Dios, ni tengan mucho consuelo en este mundo. Podríamos decir del cristiano que es renuente y abandonado en cuidar su corazón, lo que Jacob dijo a Rubén: no serás el principal (Génesis 49:4).
Entristece ver cuántos cristianos hay que viven en un nivel muy pobre, tanto de servicio como de consuelo espiritual, y que se mueven por ahí deprimidos y quejándose. Pero ¿cómo podrían esperar que fuese de otra manera si viven de manera tan descuidada? ¡Oh, cuán poco tiempo pasan en su cuarto, examinando, humillando y avivando sus corazones! Cristiano, dices que tu corazón está muerto, ¿y te sorprendes de que lo esté, si no lo mantienes junto a la fuente de vida? Si tu cuerpo tuviese la misma dieta que tu alma, también estaría muerto. Y no puedes esperar que tu corazón esté en mejor estado hasta que te tomes más esfuerzos con él.
¡Oh cristianos! Temo que nuestro celo y fuerzas hayan estado esforzándose en la capilla equivocada. Temo que la mayoría de nosotros pueda recoger la queja de la iglesia: "Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé" (Cantares 1:6).
Hay dos cosas que han devorado el tiempo de los que profesan ser creyentes en esta generación, y que los han distraído tristemente del trabajo de su corazón.
En primer lugar, las controversias infructuosas, iniciadas por Satanás. No dudo que con el propósito de apartarnos de una piedad práctica, nos haya hecho rompernos la cabeza cuando deberíamos estar inspeccionando nuestros corazones.
Hemos tenido en poco la observación de "buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas" (es decir, con disputas y controversias acerca de las viandas), (Hebreos 13:9). ¡Cuánto mejor es ver a los hombres vivir como deben, que escucharles disputar con sutileza! ¡Cuánto daño han hecho a las iglesias esas preguntas infructuosas, cuánto tiempo y cuántos espíritus malgastados, y cuántos cristianos retirados de su ocupación principal!
¿No habría sido mejor si las preguntas que agitan al pueblo de Dios en los últimos tiempos fuesen estas?:
- ¿Cómo puede alguien distinguir las operaciones especiales del Espíritu de las comunes?
- ¿Cómo puede un alma discernir sus primeros pasos apartándose de Dios?
- ¿Cómo puede un cristiano que se ha apartado recuperar su primer amor?
- ¿Cómo puede el corazón preservarse de los pensamientos poco razonables cuando está en su tiempo con Dios?
- ¿Cómo puede descubrirse y mortificarse un pecado que está en nuestro seno?
Seguir este curso ¿No daría como resultado más honra para la fe y más consuelo para las almas? Avergüenza ver que los profesantes de esta generación son todavía insensibles a su necedad. ¡Oh si Dios cambiase sus disputas y contenciones por una piedad práctica!
En segundo lugar, las preocupaciones y estorbos del mundo han aumentado enormemente el descuido de nuestros corazones.
Las cabezas y los corazones de mucha gente se han llenado con tal acumulación y ruido de los negocios mundanos que, lamentablemente han declinado en su celo, su amor, su deleite en Dios, y en su forma celestial seria y provechosa de conversar con los hombres.
¡Cuán miserablemente nos hemos enredado en la espesura de estos asuntos sin importancia! Nuestros discursos, conferencias, e incluso nuestras mismas oraciones se han visto teñidos con ello. Tenemos tanto quehacer fuera, que no hemos podido hacer mucho dentro. ¿Y cuántas preciosas oportunidades hemos perdido así? ¿Cuántas amonestaciones del Espíritu han pasado infructuosamente? ¿Cuán a menudo nos ha llamado Dios y nuestros pensamientos mundanos nos han impedido escuchar?
Pero ciertamente existe una forma de disfrutar de Dios incluso en nuestros empleos mundanos. Si perdemos la vista de Él cuando estamos ocupados en nuestros asuntos temporales, la falta es nuestra.
Es bien cierto que los cristianos deberían llegar frente a la puerta de la eternidad teniendo más trabajo en sus manos del que pueden hacer debido a su tiempo, ¡y sin embargo están llenando sus mentes y corazones con tonterías!
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