Versículo para hoy:

domingo, 7 de abril de 2024

CRISTO ES EL TODO - J. C. Ryle (1816-1900)

 
“Cristo es el todo”. Colosenses 3:11

 Las palabras de nuestro texto son pocas, breves y se dicen pronto; pero contienen grandes verdades. Al igual que aquellos versículos de oro: “Para mí el vivir es Cristo”, “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Fil. 1:21; Gál. 2:20), las palabras a los colosenses son singularmente ricas y significativas.

 Estas cuatro palabras son la esencia y la sustancia del cristianismo. Si nuestro corazón realmente puede estar de acuerdo con ellas, le hará bien a nuestra alma. Si no, seguramente, todavía tenemos mucho que aprender.

Voy a tratar de establecer en qué sentido “Cristo es el todo” y les pido que, a medida que vayan leyendo, juzguen con sinceridad, si acaso están seguros de que no pueden naufragar en el juicio final.

 A propósito, termino este libro con un comentario sobre este notable texto. Cristo es la fuente principal, tanto del cristianismo doctrinal como del práctico. Un conocimiento adecuado de Cristo es esencial para entender correctamente las doctrinas de la santificación y la justificación. El que comienza el camino de la santidad, no hará ningún progreso, a menos que le dé a Cristo el lugar que le corresponde. Empecé este libro con una afirmación clara acerca del pecado. Quiero terminarlo con una declaración, igualmente clara, acerca de la persona de Cristo.

I. “Cristo es el todo” respecto al hombre

Antes de cualquier otra cosa, entendamos que Cristo es el todo en todos los consejos de Dios respecto al hombre.


1.aHubo un tiempo cuando esta tierra no existía. Sólidas como se ven las montañas, sin límites como aparenta ser el mar, altas como se ven las estrellas en el cielo, nada de eso existía. Y el hombre, con todos los altos conceptos que ahora tiene de sí mismo, era una criatura desconocida.

 ¿Y dónde estaba Cristo entonces? Las Escrituras nos ayudan a contestar esta pregunta: “El Verbo era con Dios” y era “igual a Dios” (Jn. 1:1; Fil. 2:6). Cristo ya era en aquel entonces el Hijo amado del Padre: “Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5). “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn. 17:24). “Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra” (Pr. 8:23). Incluso ya Él era el Salvador “destinado desde antes de la fundación del mundo” (1 P. 1:20) y los creyentes fueron escogidos “en Él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4).

1.bLlegó un momento cuando esta tierra fue creada en su orden actual. El sol, la luna y las estrellas, el mar, la tierra y todos sus habitantes, fueron llamados a ser y hacer en medio del caos y la confusión. Y, por último, el hombre fue formado del polvo de la tierra.

¿Y dónde estaba Cristo entonces? Lo que dicen la Escrituras: “Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1: 3). “En Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra” (Col. 1:16). “Y: tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos” (He. 1:10). “Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo” (Pr. 8:27-30). ¿Nos sorprende que el Señor Jesús, en su predicación, usara elementos que extraía del libro de la naturaleza? Cuando hablaba de las ovejas, los peces, los cuervos, el grano, los lirios, la higuera, la vid, se refería a las cosas que Él mismo había creado. 

1.cLlegó un día cuando el pecado entró en el mundo. Adán y Eva comieron del fruto prohibido y cayeron. Perdieron la naturaleza santa que tenían en el principio. Perdieron la amistad y el favor de Dios y se convirtieron en seres culpables, indefensos, corruptos y pecadores sin esperanza. El pecado fue desde entonces una barrera infranqueable entre ellos y su Padre santo en el cielo. Dios tuvo que tratar con ellos de acuerdo con su pecado. Ahora no había nada delante de Adán y Eva, sino la muerte, el infierno y la ruina eterna.

¿Y dónde estaba Cristo entonces? En ese preciso momento, a nuestros temblorosos padres, les fue revelada la única esperanza de salvación: Cristo Jesús. El mismo día en que desobedecieron, se les dijo refiriéndose a la simiente de la mujer: “Ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. También se les comunicó que un Salvador nacido de mujer vencería al diablo y, de esa manera, ganaría una entrada a la vida eterna para el hombre pecador (Gn. 3: 15). Cristo fue presentado como la verdadera luz del mundo en el mismo día de la caída del hombre y, a partir de ese día, nunca se ha dado a conocer otro nombre por el cual las almas puedan ser salvas, más que el nombre Jesús (Hch. 4:12). Por él, todas las almas salvadas han entrado en el cielo, desde Adán en adelante, y sin él, nadie puede escapar de las garras del infierno.

1.dLlegó un momento cuando el mundo estaba sumido y hundido en una profunda ignorancia de Dios. Después de 4.000 años, parece que las naciones de la tierra se han olvidado completamente del Dios que las creó. El imperio egipcio, el asirio, el persa, el griego y el romano no hicieron más que extender la superstición y la idolatría. Los poetas, historiadores y filósofos habían demostrado que, aun con todas sus facultades intelectuales, no tenían un conocimiento correcto de Dios y que el hombre, abandonado a su suerte, era totalmente corrupto. “El mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría” (1 Co. 1:21). Excepto por unos cuantos judíos despreciados en un rincón de la tierra, el mundo entero estaba muerto en la ignorancia y sumido en el pecado.

¿Y qué hizo Cristo entonces? Dejó la gloria que había sido suya desde toda la eternidad con el Padre y descendió al mundo para ofrecer salvación. Él tomó nuestra naturaleza y nació como hombre. Como hombre, hizo la voluntad de Dios perfectamente, cosa que todos habíamos dejado de hacer; como hombre, sufrió en la cruz del Calvario la ira de Dios que nosotros debíamos haber sufrido. Ascendió a la gloria de Dios y se sentó a su diestra, en espera de que sus enemigos sean puestos al estrado de sus pies. Y desde allí, ofrece salvación a todo aquel que quiera venir a él. Intercede por todos los que creen en él y gestiona delante del Padre todo lo que tenga que ver con la salvación de las almas.

1.eVendrá el tiempo cuando el pecado será echado fuera de este mundo. La maldad no siempre florecerá en la impunidad, Satanás no reinará para siempre, la creación un día dejará de gemir sus dolores de parto. Habrá un momento cuando todas las cosas serán restauradas. Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, donde morará la justicia, y la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar. (Ro. 8:22; Hch. 3:21; 2 P. 3:13; Is. 11:9).

¿Y dónde estará Cristo entonces? ¿Y qué hará? Cristo mismo será Rey. Regresará a esta tierra y hará nuevas todas las cosas. Descenderá en las nubes del cielo con poder y gran gloria, y los reinos del mundo se convertirán a él. Los paganos le serán dados por herencia y hasta el último rincón de la tierra por su posesión. Toda rodilla se doblará delante de él y toda lengua confesará que él es el Señor, para la gloria de Dios Padre. Su dominio será eterno, nunca pasará, y su reino no será destruido. (Mt. 24:30; Ap. 11:15; Sal. 2: 8; Fil. 2:10, 11; Dn. 7:14).

1.fViene el día cuando todos los hombres serán juzgados. El mar entregará a los muertos que estén en él y, lo mismo, harán la muerte y el infierno con sus muertos. Todos los que duermen en la tumba despertarán y saldrán, y todo será juzgado según sus obras, unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua. (Ap. 20:13; Dn. 12: 2)

¿Y dónde estará Cristo entonces? En el Día del Juicio, Cristo mismo será el Juez. “El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos”. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (Jn. 5:22; Mt. 25:31-32; 2 Co. 5:10).

Ahora bien, si usted que lee este escrito no le da importancia a Cristo, ¡le hago saber que difiere de Dios! Usted es de una mente y Dios es de otra. ¿Usted cree que es suficiente dar a Cristo un poco de honor, un poco de reverencia, un poco de respeto? Está equivocado porque en todo el consejo eterno de Dios Padre, en la creación, en la redención, en la restitución y en el juicio, CRISTO ES “EL TODO”.

Consideremos estas cosas. Obviamente fueron escritas para recordarnos que: “El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Jn. 5:23).