Preguntas para su conciencia
Y ahora concluiré este escrito ofreciendo a cada lector algunas preguntas para grabar el tema en la conciencia de cada uno. Ha visto usted la historia de la mujer de Lot, sus privilegios, su pecado y su final. Le he advertido de lo inútiles que resultan los privilegios sin el don del Espíritu Santo; del peligro de la mundanalidad y la realidad del infierno. Ahora, quiero ir terminando con algunos llamados directos a su propio corazón. En esta época de mucha iluminación, mucho conocimiento y profesiones de fe, anhelo levantar una luz de advertencia para salvar del naufragio a las almas. Deseo atar una boya en el canal de todo navegante espiritual y escribir en ella: "Acordaos de la mujer de Lot".
(a) ¿Es indiferente ante la segunda venida de Cristo? ¡Ay, muchos lo son! Viven como los hombres en Sodoma y como los hombres y mujeres de la época de Noé. Comen, beben, siembran, edifican, contraen matrimonio, dan en matrimonio y se comportan como si Cristo nunca fuera a venir otra vez. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".
(b) ¿Como cristiano es tibio o frío? ¡Ay, muchos lo son! Tratan de servir a dos señores, tratan de ser amigos, tanto de Dios como de Mamón. Se esfuerzan por ser una especie de murciélagos espirituales. No son una cosa, ni la otra: No totalmente cristianos, ni tampoco totalmente del mundo. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".
(c) ¿Está vacilando entre dos opiniones y dispuesto a volver al mundo? ¡Ay, muchos lo están! Le tienen miedo a la cruz, secretamente, les disgusta el conflicto y reprochan una fe decidida. Están cansados del desierto y el maná, y se volverían a Egipto, si pudieran. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".
(d) ¿Está amando en secreto algún pecado persistente? ¡Ay, muchos lo están! Avanzan mucho en la profesión de su fe, hacen muchas cosas que son correctas y muy similares al pueblo de Dios. Pero siempre atesoran un hábito malo del cual no pueden librarse. Una mundanalidad secreta, la codicia o lascivia se les pega como su propia piel. Están dispuestos a ver destruidos todos sus ídolos, menos este. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".
(e) ¿Está jugando con pecadillos? ¡Ay, muchos lo están! Creen en las grandes doctrinas esenciales del evangelio. Se abstienen de un libertinaje burdo o de quebrantar abiertamente la ley de Dios, pero penosamente, no le dan importancia a las inconsistencias pequeñas y están dolorosamente preparados para excusarlas. "Es un poquito de impaciencia, o un poquito de frivolidad, o un poquito de desconsideración o un poquito de olvido". Nos dicen: "Dios no tiene en cuenta cuestiones tan pequeñas. Nadie es perfecto, ni Dios lo requiere". Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".
(f) ¿Está confiando en privilegios espirituales? ¡Ay, muchos lo están! Les encanta la oportunidad de escuchar regularmente la predicación del evangelio, participar de las ordenanzas, de los medios de gracia y vivir tranquilos. Parece que dicen: "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad" (Ap. 3:17) mientras no tienen fe, ni gracia, ni espiritualidad ni están preparados para el cielo. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".