Versículo para hoy:

sábado, 7 de mayo de 2016

EL DILEMA DE LA CORRUPCIÓN - PR. SALVADOR DELLUTRI

LECTURAS VESPERTINAS – MAYO 7

“Dícele Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda”. Juan 5:8.

COMO muchos otros, el hombre impotente había estado esperando que se obrara un milagro y se diera una señal. Estaba cansado de velar cerca del pozo sin que ningún ángel se presentara o, por lo menos, se presentara para él. Sin embargo, creyendo que era esta su única oportunidad, seguía esperando, no sabiendo que allí, cerca de él, estaba Uno cuya palabra podía curarlo en seguida. Muchos están en la misma condición: están esperando alguna rara emoción, alguna notable impresión o alguna visión celestial. Aguardan en vano y velan por nada. Aun suponiendo que en algunos casos se vean señales notables, sin embargo, estas son raras y ningún hombre tiene derecho a esperarlas para su propio caso. Ningún hombre, especialmente el que siente su impotencia, se vale del movimiento del agua, aunque este se produzca. Es triste pensar que decenas de miles están actualmente esperando el uso de medios, de ceremonias, de votos y de resoluciones, y así han esperado en vano, completamente en vano por tiempo indefinido. Entre tanto estas pobres almas olvidan al Salvador, quien las invita a mirar a él para ser salvas. El las podría sanar al instante, pero ellas prefieren esperar a un ángel y un milagro. Confiar en Jesús es el camino seguro a toda bendición; y él es digno de toda confianza. Pero la incredulidad les hace preferir los fríos portales de Bethesda al cálido seno de su amor. ¡Oh! que el Señor dirija su mirada sobre las multitudes que están en esta situación esta noche; que perdone el menosprecio con que miran su divino poder y las llame con aquella dulce voz, que constriñe, para que se levanten del lecho de la desesperación, y que, con la energía de la fe, tomen su lecho y anden. ¡Oh, Señor, oye nuestra oración por los tales, en esta tranquila hora de la noche; y antes que el día amanezca haz que miren y vivan! Caro lector, ¿hay algo en esta meditación para ti?

Charles Haddon Spurgeon.