Versículo para hoy:

jueves, 31 de octubre de 2019

Alguien morirá por tu pecado - Nancy DeMoss de Wolgemuth



LA REFORMA Y EL HOMBRE - Francis A. Schaeffer


      La Biblia afirma que tú eres maravilloso porque has sido hecho a imagen de Dios, pero explica tu bajeza porque en un punto histórico del espacio y el tiempo el hombre cayó. El creyente reformado sabía que el hombre se condenaba porque se había rebelado contra Dios. Pero este creyente y la gente que siguiendo la Reforma construyó la cultura del norte de Europa sabía que, si bien el hombre es moralmente culpable delante de Dios, no debe ser considerado como nada. El hombre moderno tiene la tendencia a pensar que no es nada. Los cristianos reformados, por el contrario, sabían que eran lo más opuesto a nada porque eran conscientes de haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios. Incluso los que simplemente eran seres caídos, sin la solución cristiana, sin haberse aprovechado de la obra redentora de Cristo, los que se condenaban, no eran considerados -ni siquiera éstos- como nada. Cuando la Palabra de Dios, la Biblia, fue escuchada, la Reforma trajo resultados extraordinarios, tanto en los individuos que se convertían en cristianos, como en la cultura y la sociedad en general.
      Lo que la Reforma nos dice, pues, a nosotros hoy es que Dios ha hablado y su Palabra se halla registrada en las Escrituras. Y Dios por medio de esta Palabra suya nos ha dicho algo tanto de lo que está "arriba" como en relación a lo de "abajo". Dios habló en una auténtica revelación que de sí mismo hizo concerniente a las "cosas celestiales", y habló también en una verdadera revelación acerca de la naturaleza, es decir: el cosmos y el hombre. Por consiguiente, la Biblia ofrece una solución al problema que atormentó a Leonardo da Vinci; la única solución. Los cristianos de la Reforma hallaron esta solución y tuvieron una auténtica unidad de conocimiento. Simplemente, ¡se ahorraron el problema del Renacimiento; el problema de la naturaleza y la gracia! Ellos poseyeron una verdadera unidad, no porque fueran más inteligentes, sino porque buscaron esta unidad en lo que Dios había revelado en ambas áreas del conocimiento. En contraste con el humanismo que había sido soltado por Tomás de Aquino, y por la forma católico-romana del mismo, no hubo para la Reforma ninguna porción autónoma.
       No significa esto que no hubiera libertad para el arte o la ciencia. Ocurrió precisamente todo lo contrario; porque los reformados se encontraron con la posibilidad de verdadera libertad dentro de las formas de la revelación. Aunque el arte y la ciencia tengan libertad, no son actividades autónomas: el artista y el cintífico se hallan también bajo la revelación de las Escrituras. Como vamos a comprobar, cuando el arte o la ciencia han intentado ser realizaciones autónomas, se ha manifestado un cierto principio, siempre, que lleva en sí el germen de la destrucción: la naturaleza "se come" a la gracia y el arte y la ciencia pronto comienzan a ser cosas sin sentido, vacías de significado auténtico.
         La Reforma tuvo consecuencias extraordinarias e hizo posible la cultura que muchos de nosotros amamos: aunque nuestra generación quiera ahora echarla por la borda. La Reforma nos confronta con un Adán que, para usar una expresión contemporánea, era un hombre no programado: no una simple pieza de algún sistema de computadores. Una de las cosas que caracterizan al hombre del siglo XX es que no tiene discernimiento para darse cuenta de esto, dado que se halla empapado por un concepto de determinismo. Pero la postura bíblica resulta clara: es imposible explicar el ser humano como totalmente condicionado y determinado, y esta postura es la que vindicó el concepto de la dignidad del hombre. La gente hoy intenta aferrarse a la dignidad humana, pero no sabe cómo, porque ha perdido la verdad de que el hombre es hecho a imagen de Dios. El hombre que describe la Biblia, el hombre que presentó la Reforma, es el Adán que, pese a sus pecados, es un ser humano no programado, un hombre con significado inmerso en una historia con significado, un hombre, en suma, que puede cambiar la historia.
         En el pensamiento reformado tenemos, pues, un hombre que es alguien. Mas, al mismo tiempo, se trata de un hombre que se ha rebelado: y se ha rebelado realmente; no es la suya una "contestación" para "hacer teatro". Ahora bien, por cuanto es un ser no programado y se ha rebelado realmente, tiene verdadera responsabilidad moral. Es éticamente culpable. Y de ahí que los reformadores comprendieran algo más. Tenían una comprensión bíblica de la obra de Cristo. Entendieron que Jesucristo murió en la cruz como sustituto y como propiciación para salvar a los hombres de su culpa verdadera. Hemos de comprenderlo bien: tan pronto como comenzamos a minimizar el concepto bíblico de la culpa moral auténtica, bien sea mediante contemporizaciones psicológicas, o teológicas o de cualquier otra clase, nuestras opiniones sobre la obra de Jesús no serán ya más bíblicas. Cristo murió por un hombre que tenía verdadera culpa moral, por cuanto había hecho una elección real y verdadera.

Fragmento tomado del libro HUYENDO DE LA RAZÓN  de Francis A. Schaeffer

31 de octubre – COMIENZA Y TERMINA CON CRISTO

En lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. Romanos 5:20-21.

Cada día me doy cuenta que lo más saludable para mi alma es tratar de caminar siempre en santidad, pero para hacer esto, primero tengo que venir a Jesucristo como un pecador. Voy a tratar de ser perfecto, voy a luchar por tener todas las virtudes y abandonar todas las falsedades pero, al permanecer ante Dios, mi mayor felicidad es sentarme en aquel lugar donde conocí a Jesús por primera vez, en la roca de su salvación, que no tiene nada que ver con mi propia justicia, sino con la suya. Depende de esto: la manera más feliz de vivir es hacerlo como un pobre pecador que es nada en sí mismo y tiene a Jesucristo como el todo en todo. Puedes alcanzar un alto grado de santificación, hacer progresos extraordinarios en la gracia, desarrollar todas las virtudes que quieras; pero ruego con fervor que nunca pongas esto en el lugar que solo Cristo debe ocupar. Si has comenzado en Cristo, termina en él. Si has comenzado en la carne y continúas en la carne, sabemos cuáles serán los nefastos resultados. Pero si has empezado con Cristo como tu Alfa, deja que él sea tu Omega. Mi oración es que cuando alcances ciertas virtudes, nunca pienses que estás en un lugar más elevado, porque no es así, sino que te están encaminando a tu propia ruina.

A través de la Biblia en un año: Isaías 64-66

FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.