Versículo para hoy:

sábado, 15 de octubre de 2016

LECTURAS VESPERTINAS – OCTUBRE 15

“Empero redimirás con cordero el primerizo del asno; y si no lo redimieres, le has de cortar la cabeza”. Éxodo 34:20.

TODO primogénito debía ser del Señor, pero como el asno era impuro no podía ser presentado en sacrificio. ¿Qué significa esto? ¿Queda el asno exceptuado de la ley? De ninguna manera. Dios no admite excepciones. El asno le pertenece, pero él no lo acepta. No renuncia a su derecho, pero tampoco se agrada en la víctima. No queda, pues, otra salida que la redención. El asno tenía que librarse por la sustitución de un cordero que ocupaba su lugar. Si no se redimía debía morir. Alma mía, aquí hay una lección para ti. Aquel animal impuro eres tú misma. Tú perteneces al Señor, quien te hizo y te preserva pero eres tan pecaminoso que Dios no quiere, no puede aceptarte. El problema se soluciona así: “El cordero de Dios tiene que ocupar tu lugar, de lo contrario tú debes morir eternamente”. Que todo el mundo conozca tu gratitud para con el inmaculado Cordero que derramó su sangre por ti, y así te redimió de la fatal maldición de la ley. ¿No se habrá preguntado a veces el israelita si el que debía morir era el asno o el cordero? ¿No se habrá detenido el buen hombre para calcular y comparar? Indudablemente no hay comparación entre el valor del alma del hombre y la vida del Señor Jesús; sin embargo, el Señor muere y el hombre es perdonado. Alma mía, admira el infinito amor que Dios te profesa a ti y a otros de la raza humana. ¡Los gusanos son comprados con la sangre del Hijo del Altísimo! ¡El polvo y la ceniza son redimidos con un precio muy superior a la plata o al oro! ¡Qué ruina hubiera sido la mía si no hubiese sido hallada abundante redención! La decapitación del asno era sólo una penalidad momentánea, pero, ¿quién puede medir la ira que ha de venir, cuyo límite no se puede apreciar? Muy querido es el glorioso Cordero que nos redimió de semejante ruina.

Charles Haddon Spurgeon.