Versículo para hoy:

viernes, 24 de noviembre de 2023

NOVIEMBRE 24 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Jehová será para con nosotros… lugar de ríos, de arroyos muy anchos”.
Isaías 33:21.

LOS ríos y arroyos anchos traen a la tierra fertilidad y abundancia. Los lugares que están cerca de los ríos anchos son notables por la variedad de sus plantas y por lo abundante de sus cosechas. Dios es todo esto para su Iglesia. Teniendo a Dios, la Iglesia tiene abundancia. ¿Qué puede ella pedir que él no le dé? ¿Qué necesidad puede mencionar, que él no supla? “Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos convite de engordados”. ¿Necesitas el pan de vida? Ese pan cae del cielo como el maná. ¿Necesitas arroyos refrescantes? La roca te sigue, y esa Roca es Cristo. Si padeces de alguna necesidad es por culpa tuya. Si “estás estrecho, no estás estrecho en él, sino en tus propias entrañas”. Los ríos y arroyos anchos indican comercio. Nuestro glorioso Señor es para nosotros un lugar de mercadería celestial. Por medio de nuestro Redentor comerciamos con el pasado. Las riquezas del Calvario, los tesoros del pacto, las riquezas de la elección y los depósitos de la eternidad han llegado hasta nosotros por el amplio arroyo de nuestro bondadoso Señor. Comerciamos también con el futuro. ¡Qué galeras cargadas hasta el borde llegaron a nosotros del milenio! ¡Qué visiones hemos tenido de los días del cielo sobre la tierra! Por medio de nuestro Señor comerciamos con los ángeles; tenemos comunión con los brillantes espíritus, lavados en la sangre, que cantan delante del trono; más aun: tenemos comunión con el Infinito. Los ríos y arroyos anchos están especialmente destinados a exponer la idea de seguridad. Antiguamente los ríos eran una defensa. ¡Oh amados, qué defensa es Dios para su Iglesia! El demonio no puede cruzar este amplio río de Dios. ¡Cómo le gustaría desviar la corriente! Pero no temas, pues Dios permanece inmutablemente el mismo. Satán puede angustiarnos, pero no destruirnos.

NOVIEMBRE 23 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Comunión con él”. 1 Juan 1:6.

CUANDO por la fe fuimos incorporados a Cristo hemos pasado a tener una comunión tan íntima con él, que llegamos a ser uno. Sus intereses y los nuestros se hicieron mutuos e idénticos. Nosotros tenemos comunión con Cristo en su amor. Lo que él ama, lo amamos nosotros. Él ama a los santos; nosotros también. Él ama a los pecadores; nosotros hacemos lo mismo. Él ama a la pobre especie humana, que está pereciendo, y desea ver los desiertos de la tierra transformados en jardín del Señor. Y así lo deseamos nosotros. Nosotros tenemos comunión con él en sus deseos. Él desea la gloria de Dios; y nosotros trabajamos para lo mismo. Él desea que los santos estén donde él está; y nosotros, por nuestra parte, deseamos estar con él. Él desea derrotar al pecado; y nosotros luchamos bajo su bandera. Él desea que el nombre de su Padre sea amado y adorado por todas sus criaturas; y nosotros oramos diariamente así: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Nosotros tenemos comunión con Cristo en sus sufrimientos. No somos clavados en la cruz ni morimos de muerte cruel, pero cuando él es vituperado, lo somos también nosotros. Nos es muy agradable ser afrentados por su causa, ser despreciados por seguir al Maestro y tener el mundo en contra de nosotros. El discípulo no tiene que ser más que su Maestro. Dentro de nuestra capacidad también tenemos comunión él en sus labores, ministrando a los hombres con la palabra de verdad y con las obras de amor. Nuestra comida y nuestra bebida, como fue la de él, es hacer la voluntad del que nos envió y terminar su obra. También tenemos comunión con Cristo en sus goces. Somos felices en su felicidad y nos gozamos en su exaltación. Creyente, ¿has probado alguna vez aquel gozo? No hay en la tierra un placer más puro y más conmovedor que tener en nosotros el gozo de Cristo, para que nuestro gozo sea cumplido.