“Habiendo
huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia”.
SI quieres vivir en el poder de tu Señor resucitado, desecha para siempre todo intento de satisfacer a la carne. Sería un mal que uno que vive en Cristo permaneciese en la corrupción del pecado. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”, dijo el ángel a Magdalena. ¿Debe el que vive habitar en un sepulcro? ¿Debe la vida divina ser aprisionada en el osario de la lujuria carnal? ¿Cómo podemos participar de la copa del Señor y beber también de la copa de Belial? Creyente, tú sin duda estás libre de lujurias y pecados descubiertos, pero, ¿has escapado también de las más secretas y engañosas trampas del cazador? ¿Has huido de la concupiscencia de la soberbia y de la holgazanería? ¿Te sientes enteramente libre de la seguridad carnal? ¿Estás procurando vivir día tras día por encima de la mundanalidad, de la concupiscencia de la vida y del engañoso mal de la avaricia? Recuerda que es para esto que has sido enriquecido con los tesoros de Dios. Si, en verdad, eres el elegido de Dios, amado por él, no permitas que todo el rico tesoro de la gracia se malgaste en ti. Sigue la santidad, pues ella es la corona y la gloria del cristiano. Una Iglesia impía es inútil para el mundo y no goza de ninguna estima entre los hombres. Es, más bien, una abominación, la risa del infierno y el horror del cielo. Los peores males que le han sobrevenido al mundo, se los ha traído la Iglesia impía. ¡Oh, cristiano, las promesas de Dios están sobre ti! Tú eres sacerdote de Dios: obra pues, como tal. Eres rey de Dios; no te asocies con Belial. El cielo es tu porción: vive con un espíritu celestial; así demostrarás que tienes verdadera fe en Jesús, pues no puede haber fe en el corazón a menos de que haya santidad en la vida.
¡Ven
Señor!, a ti me entrego
Para
siempre tuyo ser;
Hazme
santo, hazme puro,
Lléname
de tu poder.
Charles Haddon Spurgeon.