Versículo para hoy:

viernes, 23 de junio de 2023

JUNIO 23 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Efraín fue torta no vuelta”. Oseas 7:8


UNA torta no vuelta queda con un lado crudo. También Efraín, en muchos respectos, no había sido tocado por la gracia divina. Aunque había en él alguna obediencia parcial, había también mucha rebelión. Alma mía, yo te ruego que mires si esta es tu situación. ¿Estás por completo consagrada a las cosas de Dios? ¿Ha llegado la gracia al mismo centro de tu ser para que sientas su divina obra en todas tus facultades, en tus actos, en tus palabras y en tus pensamientos? Tu aspiración y tu oración debieran ser: la santificación de tu espíritu, alma y cuerpo; y aunque la santificación no sea perfecta en ti, en todas partes, sin embargo, en su acción, tiene que ser universal. No debe haber apariencia de santidad en un lugar y predominio del pecado en otro; de lo contrario, tú también, serás una torta no vuelta.
Una torta no vuelta se quema pronto por el lado que está más cerca del fuego; y aunque ninguno puede tener demasiada piedad, hay, sin embargo, algunos que están totalmente quemados con un celo fanático en pro de aquella parte de la verdad que recibieron, o carbonizados con una vanagloriosa ostentación farisaica por aquellas funciones religiosas que se adaptan a su gusto. La supuesta apariencia de santidad superior viene acompañada frecuentemente de una falta de vital devoción. El santo en lo público llega a ser un demonio en lo privado. Usa harina de día y hollín por la noche. La torta que de un lado está quemada del otro está cruda. Si así estoy yo, Señor, dame vuelta. Dirige mi naturaleza no santificada hacia el fuego de tu amor, y haz que sienta su sagrado calor. Permite que mi parte quemada se enfríe un poco, y que yo conozca mi propia debilidad y falta de calor cuando me aparto de tu llama celestial. Que no sea hombre de doblado ánimo, sino entregado por completo a la poderosa influencia de la gracia. Porque bien sé que si quedo como torta no vuelta, seré consumido con fuego eterno.

JUNIO 22 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

CRISTO mismo es el edificador de su templo espiritual, y lo edifica sobre el monte de su inmutable amor, de su gracia omnipotente y de su infalible veracidad. Pero como en el templo de Salomón, también en este los materiales tienen que ser preparados. Tenemos “cedros del Líbano”, pero no están en condiciones para la edificación. Tenemos que cortarlos, moldearlos y transformarlos en aquellos tablones de cedro, cuya fragancia hará que los atrios de la casa del Señor, que es el Paraíso, sean agradables. Tenemos también piedras en bruto en las canteras. Hay que sacarlas de allí y ajustarlas. Todo esto es obra de Cristo. Cada creyente, individualmente, está siendo preparado, perfeccionado y alistado para ocupar su lugar en el templo; pero es la mano misma de Cristo la que hace esta obra de preparación. Las aflicciones no santifican si él no las usa para ese fin; nuestras oraciones y nuestros esfuerzos no pueden prepararnos para el cielo, sin la intervención de Jesús, que hace rectos nuestros corazones. Como en la edificación del templo de Salomón, “ni martillos, ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro”, porque todo estaba en perfectas condiciones de ocupar exactamente el lugar que se le había asignado, así también acontece con el templo que edifica Jesús: la preparación se hace en la tierra. Cuando lleguemos al cielo no tendremos que seguir el proceso de santificación, ni ser modelados con aflicción, ni ser pulidos con sufrimientos. No, tenemos que prepararnos aquí; esta preparación la hace Cristo en nosotros de antemano. Y cuando la haya cumplido, una mano amorosa nos hará cruzar el río de la muerte y nos llevará a la Jerusalén celestial, para quedar allí como eternos pilares en el templo de nuestro Señor.